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Rusia Rusia · Stalingrado
Críticas de Ferdydurke
Críticas 2.808
Críticas ordenadas por utilidad
4
27 de septiembre de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Philadelphia.
El opio del pueblo. Aquí no disimulan, lo dicen claramente, te puede dejar la mujer tirado como una colilla o incluso se puede morir desgraciadamente, también te puedes quedar sin trabajo y estar todo el puñetero día borracho como una cuba, pero hete aquí que tu equipo querido hace alguna gloria, por muy pequeña que sea, que a ti ya te vale, tiramos palante, no necesitas más, otra vez será, Tomás, redemption song y a gozar.
Los años setenta, un pobre camarero que apenas tiene donde caerse muerto, abandonado por la parienta y sin un puto duro, moroso sería decir poco, tiene visos, apunta maneras, me suena, de convertirse en un profesional del fútbol norteamericano, o cómo dar mamporros mientras corro echando espuma por la boca.
¿Lo conseguirá o no, maldita sea?
Hombre, yo creo de que sí, si Mark Wahlberg ha logrado convertirse en una estrella rutilante del séptimo arte, con un par, cómo no lo va a conseguir este prospecto Papale que tan buena pinta tiene sirviendo pintas y algunos copazos, con esos brazacos.
La película sería perfecta si le quitaras aproximadamente unos cincuenta minutos, tal vez setenta, en realidad más o menos la mitad, todas las transiciones, conversaciones, superaciones, intuiciones, torsiones, reflexiones, disquisiciones, repercusiones, mutaciones, consejos y alguna maravilla más de ese cariz o jaez, si solo quedara el puro hueso formulario, esquemático, desnudo, sin ambages, excusas o cualquier tipo de moral ridícula alguna, es decir, ese pim pam pum o pata pum parriba rutinario e indispensable para que el héroe del pueblo tan humilde y voluntarioso logre el ansiado sueño que tanto se merece y tanto nos redime y consuela a todos, todo lo demás, tanto, sobra, no hace falta, nos dimos cuenta.
La película es muy bonita, te tiene en vilo como una noria, con la sonrisa de felicidad casi siempre en la boca y en algún momento a punto de echar la primera papilla como el jugador ante su primer gran envite, suceso, evento o encuentro, así estás de emocionado aunque te hagas el duro, eso es cierto, todo el rato.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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4
3 de mayo de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para que te fíes de Almodóvar, al que yo tenía en un altar, estatua en su pedestal, al que yo creía un hombre perfecto, un ciudadano ejemplar, un héroe de los premios y las academias, la española, la americana, la francesa, de todas, un creador de bellas obras maestras, elegante, elevado, impecable, olímpico en su reino.
Y de repente, cuarenta años después, horrorizado, descubres que no y el mundo se te queda hecho pedazos, se te abre la tierra bajo los pies, nada será igual, qué escándalo, estafa y miseria, cuánta ignominia, que todo era mentira, que antes no era así, que antes era malo, inmoral, aberrante, indecente, fascista, troglodita, un demonio, Lautremont, un ser perverso, un facineroso, qué espanto, un verdadero monstruo.
Y ahora qué hacemos, con todo, con el éxito, la moral, las buenas costumbres, todos los ministerios, la igualdad, las mujeres, las leyes, los hombres, con el universo entero, lo que antes era malo ahora es bueno, o al revés tal vez.
La película es interesante desde muchos puntos de vista, más por lo que involuntariamente dice de nosotros y de todo que por la misma obra en sí y su valor puramente cinematográfico.
Nos viene a decir que todo es falso, coyuntural, tramposo, oportunista, leve, sin peso, voluble, caprichoso, que lo oficial y verdadero no es más que del momento su trapicheo, que lo que hora damos por bueno, supuesto, seguro, es solo mendaz recochineo, que la moral, el cuerpo legal, toda la mandanga institucional, todo lo que acepta y traga el dócil ciudadano como si fuera algo normal, lo natural, no es más que la suma de viciadas componendas, el acuerdo tácito entre los poderes de cada momento, algo voluble, maleable, cambiante según sople el viento o un día decidan los que ese día manden, que el puritanismo feroz que respiramos cada minuto no es más que hipocresía, salvaje fariseísmo, que los apóstoles de la moral, del bien, antes eran otra cosa, más bien lo contrario.
La película en sí no es gran cosa, más un pequeño ejercicio amateur, simpático, encantador, feo, discreto, algo gracioso, un poco desagradable, bastante aburrido a ratos, inane a puñados, querible a su cochambroso modo.
Producto de la época, coyuntural en sus maneras; John Waters, Divine, Warhol, el punk, el underground, New York, Londres, la movida madrileña, Sade, iconoclastia, transgresión, umor, hamor y sano gamberreo. A mí todo eso me parece bien, yo lo aplaudo, me gusta esa libertad, por cutre y obvia que sea, ese intento de reírse de todo es necesario, hasta de lo más serio o sagrado.
Pero también hay que decir que tras esa apariencia tosca, burda, obscena, hay mucha más complejidad que la que uno imagina a primera vista, hay vueltas y revueltas, giros y rotondas, laberintos y pasiones.
Vayamos al grano con un ejemplo concreto (aquí spoiler por falta de espacio):
Luci está casada con un policía. Se aburre, parece un muerto viviente, ella es una santa y él un malvado, un cabronazo. Hasta que ella conoce a las buenas samaritanas que son Pepi y Bom y estas la guían hacia la luz, hacia el descubrimiento de su verdadera personalidad y querencia, de su masoquismo, de su gusto irrefrenable por las palizas, de hecho, se aburría con su marido porque él no había cumplido con lo prometido, con darle palizas a ella, con ejercer la violencia que supuestamente era propiedad de su oficio, que se daba por descontada en su caso, como el valor al soldado, pues eso. Y es con las chicas buenas con las que explora esa faceta porque con el malo no había manera, no daba de sí el pobre, la respetaba demasiado. Y Luci se lía con Bom y esta la mea, la humilla, la convierte en su chacha, en su esclava, y Luci lo goza, pero pasa el tiempo, la triste rutina de la pareja, que se abandonan y ya no riegan la planta y claro, Luci se decepciona, se aburre a su vera, echa de menos un macho que de verdad la desgracie, se da cuenta de que Bom es una triste imitación de la verdadera maldad, que tiene que recuperar a su marido y a ver si lo lleva por la buena senda, por la necesaria violencia y verdad.
Es decir, el policía malo cuando actuaba como bueno con su esposa era rechazado, solo es amado cuando se comporta como malo. Y la esposa buena se desesperaba fingiendo santidad cuando en realidad deseaba, ansiaba, se moría por ser tratada como una perra. Y las bohemias que parecían las más transgresoras y amorosas, en realidad eran mucho más convencionales, egoístas, pacatas y aburridas, a lo sumo, unas inocentes, penosas corruptoras.
Tenemos unos papeles asignados, unos tópicos adheridos, unas reglas de comportamiento, unos roles o personajes a interpretar que no corresponden con la realidad, con lo que somos, con nuestro anhelo o verdadera necesidad. Por lo tanto, todo es una farsa, un juego tahúr donde nadie es lo que aparenta y la moral es solo una forma primitiva, brutal de control social, de placebo para toda esa gente que necesita juzgar.
Quiero decir con este galimatías que de este modo Almodóvar, a través del humor, de la broma gorda, muy gruesa, destripa, hace estallar por los aires todas las categorías morales tan convencionales que nos asolan, se caga en todos los tópicos, los prejuicios, los juicios simplistas, malintencionados, las izquierdas, las derechas (erecciones generales, esa es su política, a ver quién tiene la polla más grande y gorda como único criterio real de verdad), las amas de casa, la violencia policial, la inocencia salvaje, la bohemia, es en verdad casi más, en su revulsiva mirada, una sátira sobre los supuestamente suyos, los compañeros de viaje, los siempre buenos e ideales, ya que en ese momento Almodóvar despreciaba a los barbudos santones y cantautores de sermones a los que consideraba unos pelmas horrorosos de los que había que huir corriendo como el viento, y ya que los malos, los otros, los fachas o reaccionarios eran tan obvios y primarios que casi tenían su encanto de cavernícolas a los que no hacía falta ni atacar, bastante tenían con lo suyo, con su patetismo y retraso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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6
22 de febrero de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia musical rural. Agroturismo.
Mezcla feliz, abismal y excesiva, de lo rural con lo intelectual, ambos aspectos en su arquetipo o tópicos más conocidos y paródicos (la cita literaria y su impostura como compleja envoltura frente al primitivismo más primario e instintivo).
Humor de contrastes, sorpresas y brillantes ingenios. De correspondencias, guiños, alusiones y enorme riqueza, tanto cultural como puramente conceptual o simplemente anecdótica.
La clave del asunto reside en saber si la película se queda en una suma infinita de ocurrencias al mogollón o, por el contrario, esas gracias desmesuradas se engarzan con cierto sentido dentro de unos personajes y una historia, por leve que sea.
En el primer caso correríamos el riesgo de caer en el hartazgo acumulativo, un chiste tras otro hasta la derrota, ahítos, saciados, saturados, estragados, final.
En el segundo, se conseguiría el milagro de transformar simples gags en una fábula con recorrido, sustancia y alcance.
Estamos más cerca de lo segundo. Aunque ni mucho menos del todo. A veces se le ven las costuras al guion y el artificio forzado o la broma (puesta por el ayuntamiento) a destiempo se comen la función.
Pero en general se logra cierta fluidez, bastantes gracias y algo de verdad y fundamento.
Desborda una inteligencia llena de mil referencias que pululan por ese pueblo y se adaptan a un entorno mágico en su originalidad mostrenca y pulida/palurda.
Se crea un espacio mítico que trasciende geografías y tiempos. Un lugar de libertad imaginativa y cachondeo imperial. Donde conviven en paz la sátira, la ternura, la brocha gorda y el detalle sutil; lo humano con todo su disparate y desguace incorporados.
Bastante bien. No redonda. Solo gozosamente irregular, desparejada, desprejuiciada, rica y desvencijada.
Un humor fuerte, bruto, salvaje, compasivo, intelectualmente consciente y abigarradamente promiscuo.
Un vitalismo escéptico, afirmativo a pesar de todo. Total.
Vale.
Sorprende, asombra pensar la cantidad de situaciones y diálogos que hoy día serían imposibles de plasmar y cómo Cuerda acabaría preso y seguramente quemado en una plaza pública debido a muchas de sus ideas y bromas (más allá de su calidad, oportunidad, sensatez, mal o buen gusto).
En estos tiempos actuales de histerismo puritano y feroz censura casi nada de su guion quedaría en pie. Por ejemplo (y que me acuerde, seguro que me dejo muchos casos más en el tintero, prácticamete todos los chistes serían gravemente susceptibles de molestar a alguien, a alguna institución, asociación, instituto o subvención, serían, de hecho, muchos de ellos calificados como aberrantes y hasta criminales):
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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5
22 de febrero de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El espacio tiempo es un invento. El posmodernismo y el relativismo, dos bombas de butano.
¿Qué pasaría si P.T. Anderson (el de "Magnolia") se cruzara con la 13, Rue del Percebe?
¿O si el Coyote y Correcaminos se metiesen dentro de una procesión de semana santa (vallisoletana)?
¿Y si la publicidad, los años sesenta, Elvis Presley, los Beatles, el 'O sole mio y Freddie Mercury fueran un juguete, una gasolinera, una cuesta (al sol del Tour de Francia), un cura y una mierda?
¿Y dónde está el desierto de los Monegros?
Historias que se trufan, personajes repetidos, pueblos míticos, la España cazurra, carpetovetónica y eterna se da de bruces con el arte moderno, un tebeo o su reverso.
Muchas influencias, velocidades, maravillas y sucesiones para un corto que se nos escapa de las manos y las mientes en mil enloquecidas direcciones que se pierden muchas veces antes de (¿no?) llegar a buen puerto.
El ingenio y el despliegue son deslumbrantes. El resultado no es concluyente. Se desvanece en el abismal ejercicio concentrado y acumulativo de estridencias chillonas sin fuste, a las que queremos y nos entretienen y entusiasman, sin duda, pero a las que les falta un fundamento, un aliento, un sostén o planteamiento.
Trepidante y fascinante. Tontorrona, chorra y hasta por momentos, vive Dios, un poco desagradable.
Un cóctel mólotov de sensaciones dispares, contradictorias y no muertas.
Hasta otra.
Ferdydurke
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3
19 de noviembre de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es bien sabido que el talento verdadero es escaso y esquivo. También es conocido que no conviene adentrarse sin fundamento en la oscura y enmarañada selva de los símbolos, acostumbrada a tragarse de un bocado veloz a los incautos de muchas ideas y poco seso, tan arrojados y elevados que casi no tocan el suelo mientras les van comiendo las piernas y el cerebro se les seca.
Aquí Francisco nos presenta (el cine siempre es en un eterno presente más o menos resplandeciente) esta película con una fina, escurrida línea dramática, pretexto del que se sirve para ir sumando ocurrencias un poco al tun tun, como en racimo o tal poema, por asociación de pensamientos y afectos, de músicas e imágenes. Un revolverse hacia dentro y salir disparado hacia fuera, un envolverse, mirada abierta pero reconcentrada y opresiva, luminosa a veces y otras más oscura como delirio surrealista, bien mal humorada y negra y española y bruta.
Bambolea, se menea, ahí va caminando surcada por un costumbrismo adusto y chocarrero, aliviada en las aguas bellas de Puccini y la monumental catedral y perdida definitivamente entre pedantes gestos, muy simbólicos ellos, recargados, que se lucen y se afeitan, contentos de haberse conocido, buscando nuevas tierras yermas o baldías todavía sin habitar.
Concha en sus mejores años, dueña de la situación, con un Rabal ya castigado y feroz y un Escrivá relamido y petimetre de marca mayor.
No sé, más bien no, la cosa resultante, la cuenta final, valga la vulgaridad, es deficitaria, un ansia de trascendencia que choca con limitaciones de todo tipo y que prefiere dejarlo estar, no decidirse ni explicarse, antes que hablar y no decir nada, avergonzada de su incompetencia y altivez retorcida, no vaya a ser que se den cuenta de que poca cosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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