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Críticas de Alfie
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Críticas 256
Críticas ordenadas por utilidad
6
14 de diciembre de 2007
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad no me gustó nada la película pero claro, menuda película. Peversiones, sodomía, travestismo, incesto, sexo de todo tipo, tortura, coprofagia, orgías, asesinatos...y un sinfín de relatos y situaciones de lo más escatológico posible. Y todo esto en 1975, aquí no se había muerto ni Franco, por ejemplo. Ahí está lo anárquico y lo escándaloso de la película.
El argumento está claro: una serie de hombres bien situados (un monseñor, un burgués, un noble y un político) que en medio de la segunda guerra mundial en Italia, reclutan una serie de jóvenes de pueblo, en los que reflejan todas sus perversiones ya anteriormente enumeradas. Sin ningún tipo de leyes ni morales ni espirituales. ¿El experimento?, hay que ver la película para ver sus consecuencias. Muy aterrador el papel del jefe de grupo, con un rostro y unos gestos faciales que auténticamente representan un desviado de la conciencia humana; un auténtico monstruo.
En fin, es la primera película que veo de Pasolini (quién sino un italiano podía realizar esta película) y evidentemente la fama que le precede está justificada sobremanera. Libertinaje en su máxima expresión. "¿Gore?, yo he visto a Pasolini"
Alfie
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5
2 de abril de 2008
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De terroristas islámicos, de ataques terroristas, de CIA, de Departamento de Estado...y con ese aire de crítica a la pasada y actual política americana sobre el tema. Hollywood y sus estrellas aprovechan su posicionamento antibélico para engordar el número de títulos dedicados al tema y, como no, también el número de dólares recaudados.

Esta vez el encargado de dirigir la cinta es el surafricano Gavin Hood que utiliza el camino fácil para estrenarse en Hollywood. Después de la sorprendente Tsotsi sorprende el giro enorme tanto en el estilo de dirección como en el género donde se refugia. Estilo totalmente americano utilizando el tan de moda flashback para ubicar, contar y finiquitar la historia. Poco más.

Actuaciones bastantes modestas, con apariciones de calidad como siempre de Meryl Streep, completan una cinta donde la ausencia de acción y momentos de tensión y sorpresa en su guión junto con su larga duración lo convierten en otro film más para acumular en el eterno listín de enormes presupuestos que ha despilfarrado Hollywood en estas historias poco originales y en general repetitivas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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8
14 de enero de 2008
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y así es como deben de ser las películas de acción y de espías. Como ya pasó en la segunda película de la saga, Paul Greengrass se hace cargo de la dirección, y vaya que si se nota. Ya en la anterior entrega pudimos ver un cambio en el ritmo de la película y que aquí, en la tercera entrega, alcanza su cénit. Y eso es lo mejor. El ritmo. Trepidante. No da ni un solo minuto de descanso. Y desde el principio. Definitivamente Paul Greengrass se convierte en uno de los mejores directores de la actualidad y se especializa en dar a sus películas una especie de tensión contenida que te hace estar agarrado al sillón, sin saber nunca que será lo siguiente. Lo consiguió con Bloody Sunday (Domingo sangriento) y lo llevó a su punto más álgido en United 93, obra maestra. Grandísimo director para una gran saga que nos devuelve al mejor cine de espías, tan afamado durante tanto tiempo.
En lo que se refiere al reparto destacar en esta entrega la presencia de David Strathairn, un actor muy completo, que deja un poso de seriedad en todos sus trabajos, y que aquí no es menos. Gran actor este. Grandes escenas de acción, grandes persecuciones y grandes exteriores para una película, que como sus dos predecesoras, entretiene y mucho.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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6
19 de junio de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El prolífico y pionero hollywoodiense Alfred E. Green dirige este noir extraño, cuanto menos, que mezcla decentemente los campanilleos de la Navidad anglosajona con las intrigas que siempre rodean a las compañías de seguros y a la aplicación de las cláusulas de indemnización en sus enrevesadas e infinitas pólizas. Con un guion escrito por Jerome Odlum (I Was Framed, de D. Ross Lederman, 1942 o Each Dawn I Die, de William Keighley, 1939), prestigioso autor de intrigas criminales y policiacas, y en el que también colabora el protagonista, Dennis O'Keefe, Cover Up se aleja de las oscuridades y miserias que rodean al cine negro americano en su versión estándar para abrazar con entusiasmo el cándido espíritu navideño en el que se desenvuelve temporalmente la historia. No hay asesinatos (al menos durante el metraje de la historia), no hay femme fatale, no hay comportamientos siniestros de personajes abyectos y miserables, no hay corrupción moral ni material, no hay disyuntivas éticas; por no haber, no hay ni un disparo. Pero hay intriga. Y pistolas; concretamente una Luger alemana. Y también, y eso es de agradecer, una increíble Barbara Britton, glamurosa y brillante como casi muy pocas veces en su carrera.

La historia se sitúa en Junction City, Illinois, un pueblo del midwestern americano, cercano a Chicago, al que llega a investigar lo que parece ser un suicidio Sam Donovan (Dennis O'Keefe), un agente de seguros con olfato de sabueso y que, sin duda alguna, pasó sus tiempos pasados alternando turnos en la división de homicidios de algún departamento de policía con sesiones de Jameson en la barra de cualquier tugurio del underground urbano. Allí, o mejor dicho mucho antes, concretamente en el tren que le dirige a la pequeña ciudad de provincias, conoce a Anita Weatherby (Barbara Britton), quien estará finalmente, junto con su distinguida familia, involucrada en el caso que Sam va a dilucidar. De aquí saldrá una historia de amor, con una fantástica escena de beso incluida, que, aunado al espíritu navideño que rodea a la historia, endulzará lo que podía haber sido una historia negra, negrísima, en donde la vida tranquila y sosegada de una pequeña ciudad americana se ve sacudida por la presencia de personajes que despiertan dudas cabales en cuanto a su reputación y comportamientos. Terminarán de articular el relato el sosegado e ideoso Sheriff Larry Best (William Bendix) y las apariciones, sorprendentes y magníficas, de Hilda (Doro Merande), la ama de llaves de los Weatherby que, desde el sarcasmo y la ironía, además de ser vehículo fundamental de la trama, añade puras dosis de entretenimiento al espectador.

La química entre O´Keefe y la bellísima Barbara Britton, la ambigüedad, más tarde justificada, con la que los ciudadanos de Junction City enfrentan la situación, la invisibilidad a la que se somete al espectador durante el metraje sobre las verdadera naturaleza del fallecido e investigado, junto, como comentábamos antes, las apariciones de Doro Merande, aderezan una película más del interminable ramillete del noir americano durante las décadas de los cuarenta y cincuenta, especialmente, y que permitió a decenas y decenas de realizadores acercarse a una sociedad que aun lidiaba con las consecuencias de la posguerra mientras intentaba gestionar, a veces incluso con éxito, ese complejo crisol socio-cultural en el que se convertían todas y cada una de las ciudades americanas, desde Nueva Inglaterra hasta los confines californianos de la costa oeste.
Alfie
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¿Cual es el camino a mi casa?
Documental
Estados Unidos2009
7,1
114
Documental
6
27 de febrero de 2019
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Principios del siglo XIX: comienzan los procesos de independencia de los territorios hispanoamericanos. Los virreinatos se atomizan dando lugar a países soberanos que duran hasta nuestros días. Dos siglos después son suficientes para poder sacar conclusiones del antes y el después. Por ejemplo: el Virreinato de Nueva España, que acaparaba América Central, el Caribe, México y gran parte del oeste y medio oeste de lo que hoy es Estados Unidos, y que se estableció durante casi trescientos años (1535-1821), fue, durante su pertenencia a la Corona Española, el paradigma de progreso económico y desarrollo institucional siendo además ejemplo de fusión cultural y racial nunca antes visto en la historia de la humanidad. Fueron, además, tres siglos de paz y de ausencia práctica de conflictos internos y que sirvieron para hacer de esa parte del mundo y en ese momento de la historia un lugar único donde los niveles de calidad de vida (medidos por los índices habituales relativos a la educación, alimentación, esperanza de vida, condiciones laborales, etc.) eran muy superiores a los europeos, asiáticos o, por supuesto, las pequeñas colonias anglosajonas de la costa este que, a duras penas, lograban salir adelante sin comerse unos a otros. Pero hoy, hoy la historia es muy diferente.

Y de esto va el documental. Al menos, si nos paramos a hacer un análisis más profundo de la crisis migratoria que denuncia esta producción personificada en unos cuantos niños centroamericanos y cuyas desventuras a lo largo del territorio del antiguo virreinato te empujan a la reflexión. Cómo un territorio unificado y pujante en lo económico, social y cultural se ha descompuesto, en el peor de los sentidos, en mil pedazos. Por qué esas colonias anglosajonas pobres, abandonadas y sin futuro se han convertido en el país más poderoso del mundo. Por qué los países surgidos de los procesos de independencia han perdido buena parte de su orden social y poder territorial (México entregó casi la mitad de su territorio a Estados Unidos). Cuál es el motivo de la existencia de una barrera, física y psicológica, de más de tres mil kilómetros, que separa el “primer mundo” del “tercer mundo”. Y por qué este “tercer mundo” se ha convertido en eso, en estados fallidos, corruptos, con datos de violencia y criminalidad inasumibles y donde sus habitantes, los antiguos hijos aventajados y consentidos del Virreinato, se juegan la vida en busca de algo de lo que eran herederos y que unos cuantos se lo han usurpado. Esos mismos que han vendido sus recursos al mejor postor anglosajón, que han entregado mediante actos de felonía sus territorios, sus riquezas, su soberanía. Los libertadores.

Como conocedor profundo de esta parte del mundo, de su historia, de la frontera, de sus conflictos y sus fobias, de sus costumbres, de su organización e idiosincrasia, solo puedo decir (y así lo hago con ellos también) que les han engañado, les han traicionado y les han robado una de las mejores herencias que nadie les pudo dejar. Territorios vastos, recursos inimaginables y un patrimonio con una riqueza sin parangón. Gentes amables y cercanas, nuestra sangre, a los que unos pocos los han llevado a vivir en un lugar donde las instituciones están secuestradas, la autoridad sustraída y el estado de derecho prácticamente desaparecido. Probablemente nadie les explicará a esos niños que, unas cuantas generaciones atrás, no habrían tenido que subirse a un tren y sufrir penurias, accidentes, asaltos, violaciones y un sinfín de actos execrables, para intentar llegar a un sitio que antes era suyo y en busca de algo que antes sí tenían. Porque estoy seguro de que sí así fuera, estos niños peregrinarían a las estatuas, dispersadas a lo largo de toda la Hispanoamérica, de los Hidalgos, Bolívares y Sanmartines a pedirles explicaciones y espetarles sin rubor algunos “pinches vatos, nos prometieron libertad y aquí nos vemos, bien madreados mientras ustedes y sus hijos se están echando una vida bien cabrona”. Historia.
Alfie
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