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España España · Casablanca
Críticas de Rick Blaine
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
10
17 de junio de 2008
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amedeo de Modigliani fue un gran hombre frustrado. Un artista cabizbajo. Un amante tormentoso.

Quiso ser un escultor célebre y reconocido pero nunca nadie quiso que lo fuese. Sus obras de volumen se perdieron en las tres dimensiones de la basura: frío-vulgaridad-olvido. La úlcera resultante le dolía menos que sus ojos, siempre contraídos por la decepción y la impotencia.

Pintar. En la Bohème parisina, el artista debía crear mientras vivía el sueño de principios de siglo, el sueño de todos. Pintar. Probó y aunque tampoco algo más de atención consiguió. La de una mujer al menos.

Una mujer impagable. Una mujer burguesa por herencia a la que renunció por estar junto a este artista también impagable, hombre frustrado y amante tormentoso. Siempre decepcionado pero incorformista y hasta frívolo. Buscaba pasarlo bien pese a todo.

Su marchante también, el grandísimo hijode.



Esta película es la historia arriba contraída como los ojos de Modigliani. Becker sí consiguió una obra recordada y reconocida gracias al arte que atesoró este pobre desgraciado, que no todos los días comía y que encontró una mujer a la que amar con todo el corazón posible. Son historias trágicas, muy del Cine, muy bellas. Yo ya la conocía gracias a otra magnífica obra en forma de libro, "Bohemios", porque Modigliani sí que logró perdurar, finalmente, en la memoria.

Reputado y retroactivo.
Rick Blaine
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8
25 de julio de 2007
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal que mi calificación, notable película de un desconocido Milestone, que en plena depresión realizó con osadía y habilidad este pequeño gran ejercicio sobre las creencias humanas. Sobre esas debilidades que buscan excusa o alivio tras la consumación del hecho y que deja todo dogma en la ambigüedad que no deja de ser.

Crawford -lozana y guapa como no volvió a estar- es la perversión, la lujuria, la decadencia. La debilidad. EL GOZO. Houston es el moralista implacable, el juez bipolar, el reprimido que sufrirá haciendo sufrir. EL PADECIMIENTO. En esta lucha no sólo se dilucida el posicionamiento vital de cada uno, presenta la fragilidad y desamparo del individuo rebelde y librepensador frente a las legiones de alienados por esas religiones y discursos que prometen la felicidad al casto o al redimido.

Que crearon mandamientos y pecados con los que controlar la alegría del intelecto. Y en las depresiones la razón y el arrojo tiran del carro, mientras que el miedo y la postración habilitan líderes parlanchines que las usarán.

Notable película, otra vez, que ví por descuido en una pequeña hora que me quedaba.
Rick Blaine
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7
5 de abril de 2008
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un padre jamás debería sobrevivir al hijo.

La espiritualidad que sobrevuela el cine oriental me fascina. La acción es hermosamente marcada por gestos y palabras de la mayor significación, el eslabón cartesiano. La consecuencia de nuestros actos tiene una sucesión inmediata y debería ser la continuación del anterior, un paso tras otro hasta crear el baile.

La razón con la emoción.

El cine oriental lo muestra película tras película, incluso un aparente caos es perfectamente encadenado en el desarrollo con la lógica pura. Con el arrebato sentido e inteligente. Instintivo y sabio.

En "La búsqueda" el caos de un viaje urgente, emocional, súbito, crece kilómetro a kilómetro con firmeza y reflexión. Con el dolor y el cariño del padre en pos del hijo que va dejando atrás. Un padre que no quisiera llorar y que al hacerlo es cuando encuentra el camino sinuoso, paradigma de toda travesía. El japonés se enfrasca en China sin desfallecer más que lo conveniente tras el artista de ópera que cautivó a su hijo moribundo. Caminando por la amargura, viendo caer una alargada caca del culo de otro hijo que es hijo de otro.

"- Estoy mirando a un niño cagar bajo el cielo abierto de la noche, perdido."

Tatuaje en color. Esta historia es el tatuaje en color que te hicieron en la aldea china en aquel viaje.
Rick Blaine
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8
20 de febrero de 2008
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace bien poco dejé a un compañero de camión la película "Los Tenenbaum" (a la vez le presté "Bombón el perro"), devolviéndomela con este comentario:

- Oye, Anderson es un género él solo ¿verdad?

No sé si le gustó ni yo se lo pregunté. Pero estuve de acuerdo con él, Wes Anderson es casi una especialidad de la casa de los sueños.

Y puesto que soy consumidor de sus productos fuí a ver el viaje éste. Fuí con dos tipos de los que uno era mi hermano y el otro una de esas amistades que van adoptando formas familiares. Tres tipos subiendo al tren junto a otros tres tipos. El espejo en medio. Arrancó a las 21h00´ y el travelling empezó su traqueteo con un corto en París, con un corto en un hotel de París, con un corto en una habitación de un hotel de París. Con un corto de Natalie Portman en esa habitación y en cueros.

Era una parada corta, era un corto, que significaría la definitiva salida de la lanzadera hacia esos lugares de Anderson. Imágenes perfectamente acompasadas con la música de la importancia, la sorna sobre la gravedad, el cinismo frente a lo grandilocuente. La acción obedece siempre al caos emocional de los personajes; los de hoy, estos tres hermanos esperanzados en arreglar todo a costa de todo. Y la India es un lugar tan trascendente que el cinismo entra perfectamente en sus planes. El cinismo del cuentacuentos y la constante torpeza de su caótico trío. El uno se completa con el otro y el que queda remata el triángulo, confirmando que en familia numerosa la suma de la parentela crearía al hijo perfecto para la madre.

La madre que se piró.

Me lo pasé teta en este viaje -mi madre me dió sólo biberones- al corazón; me reí, nos sentimos todos ridículos y grandiosos. Pero que no transcienda, que no vaya más allá del andén. Mira si no a Murray, cómo corre sin apenas importarle nada, ni el sudor ni las piernas ni el motivo de la carrera. Mira si no a Anderson, cómo podría haber terminado la película hasta cuatro veces y eligió la quinta. A la que puso una canción, para mí, sorpresa pura.

Una canción que creía sólo conocía yo.

Por cierto, al bajar del tren alrededor de la 23h00´ perdí a mi hermano. Se debió quedar en algún vagón. A veces hablamos de él.
Rick Blaine
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9
30 de noviembre de 2006
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy aquí, delante de la pantalla líquida del desordenado para recordar un tiempo en el que creía que no estaba loco. Los colores y las formas se correspondían, las causas y los efectos, mis sonrisas y mis risas... Veía las películas imbuído por la candidez del ingenuo y los actores me engañaban siempre. La lucidez me iluminaba.

Randle MacMurphy era un personaje y la obra una novela. Yo los miraba.

Hoy todo es distinto. No ocurre nada de lo que debería pasar y yo uso esta crítica escrita a modo de terapia solitaria. Creo que ya no estoy cuerdo. Oigo al charlatán de Nicholson burlándose de los ingenuos, de los locos. Veo a Kesey titulando el original recién acabado. "Alguien voló sobre el nido del cuco".

Me lanzo en picado sobre la cabeza de la enfermera y le abro una herida. Me miran. Y me sonríen.

La poca cordura que nos queda.

¡Ah! La película es fantástica.
Rick Blaine
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