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España España · Santander
Críticas de Windom Earle
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
2
27 de diciembre de 2007
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bulo.

No pocos fueron los comentarios favorables que leí sobre el primer largometraje de Martín Ferrera antes de decidirme a visionarle. Echando la vista atrás ligeramente; cabía esperar un desarrollo efectista y frenético, pero al menos entretenido, tal y como en la totalidad de producciones de este estilo que han ido surgiendo tan prolíficamente durante los últimos años. Iluso de mí, jamás hubiese imaginado una hez de este calibre.

Nulo.

El supuesto plato fuerte, que sólo podía ser la interpretación de un protagonista prácticamente absolutista, no sólo no convence, sino que coquetea con el ridículo en más de una ocasión. No extraña que se negasen a sacarle del zulo, una vez oídos esos asexuados grititos de socorro que escupía desesperado. Huelga decir que tampoco contribuye al de por sí inexistente ambiente angustioso y claustrofóbico que se debiera haber perseguido, al igual que una música de lo más inconexa y un pulso narrativo endeble y desabrido.

Culo.

De este modo, se podría pensar que lo mejor es su escasa duración, pero nada más lejos. Su carácter -lógico por otra parte- iterativo y previsible logra que el filme resulte sorprendentemente plomizo. Así pues, sólo queda observar la lenta involución que sufre el prisionero, con efectos estelares tan agudos e inesperados como el tropiezo con su propia meada y demás desechos. Y como colofón, un final inapropiado e innecesario, muy al uso en la industria cinematográfica de un tiempo a esta parte.
Windom Earle
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8
15 de julio de 2008
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay directores como David Lynch o Michael Haneke que gustan de interactuar con el público, apoyándose en el principio de acción y reacción. Su cine, basado en estímulos, exige de respuesta por parte del espectador para poder cobrar sentido y dar profundidad a su obra.

Mungiu también hace partícipe al espectador, pero sirviéndose de la cotidianidad y la cercanía. No se vale de la provocación, directamente te invita a formar parte del reparto y adentrarte en su película. Miento, en realidad no te invita. Simplemente dispone situaciones, personajes y tonos tan naturales y familiares que te transportan a Rumanía por pura inercia.

Esto queda especialmente patente en la secuencia de la cena familiar. Tienen que pasar unos minutos para que te des cuenta que estás viendo una película y no departiendo en la mesa junto al resto de comensales en un cumpleaños en la tierra de Drácula.

Es el cine dentro del cine, una de las sensaciones más difíciles de crear en la gran pantalla.
Windom Earle
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8
9 de julio de 2008
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tirututirututiruti-Tirututirututiruti

Pann-Pannn-Pánnnn

30 de Octubre de 1978. Haddonfield.

Un prólogo sobrecogedor.
Una bruma pesadillesca.
Una narrativa inquieta.
Una geometría proyectiva.
Un suspense creciente.
Una melodía obsesiva.
Una sombra jadeante.

...

¿Era el Hombre del Saco? En cierto modo, lo era.
Windom Earle
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7
10 de octubre de 2007
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin un ejercicio de lucidez en tiempos de tanta mediocridad. Muchos comentarios, muchas críticas destructivas, abucheos, algún que otro elogio. Ríos y ríos de tinta, como diría aquel. Y lo cierto es que, una vez vista, me sorprendió que se hablase tanto -negativamente, por lo general- de su supuesta complejidad, cuando en realidad lo que me encontré fue una película que se podía seguir sin demasiado esfuerzo. Ojo, ni mucho menos quiero decir que sea sencilla en su trasfondo, sino en su entendimiento. Es más, tras el aparente y manido melodrama se esconde una serena metáfora trascendental (amor, vida, muerte), que juega con espacio y tiempo a su antojo. Una historia con la que armonizar. Un hermoso cuento para dejarse llevar por su ternura y así alcanzar un estado de sosiego y tranquilidad casi balsámicos.

Visualmente es cálida y a la vez refrescante, con una utilización de la luz muy acertada. De hecho, ésta última es protagonista principal en algún que otro plano cenital de bellísima factura. Pues bien, si a esto le sumamos la exquisitez de su banda sonora (grande Mansell, una vez más), nos encontramos con una película de visionado muy agradable y relajado. El apartado interpretativo pasa un poco de puntillas, tal vez ensombrecido por otras virtudes parciales. Así, nos encontramos con un Hugh Jackman más que decente -alejado de su, hasta la fecha, sempiterna vulgaridad- y una Rachel Weisz correcta, sin más. Demasiado inerte, quizá. Por último, hay que celebrar que Aronofsky haya aparcado ese estilo truculento y reiterativo que hizo tan característico en "Pi" (con excelentes resultados), y del que por contra abusó sin ningún rigor en la posterior "Réquiem Por Un Sueño". Felizmente, ese ánimo de confirmación autoral parece haber quedado olvidado -al menos temporalmente- con "The Fountain".

Bien por Aronofsky. Y bien por su sociedad con Clint Mansell. Esperemos que siga siendo tan fructífera como hasta ahora durante muchos años. Por lo pronto, es de los pocos cineastas actuales que consiguen que cambie el sofá por la butaca y la la televisión por la pantalla de proyección. Un rara avis dentro de lo que es habitual hoy en día.
Windom Earle
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10
25 de febrero de 2010
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo cierto es que, a pesar del considerable aprecio que le tengo a Jim, no había puesto un excesivo interés en su última obra y, de hecho, he pospuesto su visionado durante bastante tiempo. Afortunadamente, me decidí a verla de una maldita vez y, sinceramente, hacía mucho, mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una película. A todos los niveles.

Es pura esencia de Jarmusch, incluso llevando algunos de sus rasgos típicos a cotas aún más elevadas. Especialmente, parece haber pulido, al máximo detalle, esa inefable habilidad suya para crear atmósferas superlativamente solitarias, frías y distantes. Es fascinante la simbiosis que surge con el personaje de Isaach De Bankolé, caminando por las mismas calles desérticas y saboreando los dos expresos en tazas separadas. No falta tampoco la habitual galería de personajes excéntricos, ni los travellings horizontales, ni una extraordinaria banda sonora, esta vez a cargo de mis amigos los del "Amplifier Worship". De las conjunciones música-imágenes más perfectas que recuerdo en el cine.

Sin alardes ni superfluidades, silenciosamente, los límites del control se expanden y hacen poderosos, listos para la confrontación.
Windom Earle
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