En la madrugada del 25 de abril de 1986, en la central nuclear de Chernobyl los técnicos trabajan en el sistema de autoalimentación del reactor nº 4, para ello desactivan los sistemas de seguridad: el reactor estalla.

Aparte de las explicaciones de los expertos en tecnologia radiactiva y demás, es un documental que tiene un gran valor histórico pues a partir de Chernobyl, se sentaron las bases para un futuro desarme nuclear.
Mención especial merece el trabajo del fotógrafo que cuenta su experiencia, aportando imágenes que el mismo tomó instantes después de la explosión. Muchos de esas fotos se velaron por efecto de la radiactividad.
También mencionar que, tras la grandilocuencia militar de logros realizados, queda latente la falta de transparencia y ocultamiento sistemático sobre del número de supervivientes civiles que estuvieron expuestos.
Improvisación. Muertos que no figuran en ninguna estadística.
No hubo ningún seguimiento a los refugiados de la zona, no existen registros de la población cercana a Chernobyl; teniendo en cuenta que los expuestos que no murieron in situ, arrastran secuelas que les impide llevar una vida normal.
Todo esto es un país en donde ya en 1986 contaban con una Unidad Hospitalaria dedicada a Enfermos Agudos por radiaciones. Es decir, la radiación no era un tema desconocido para ellos, ni eran unos ignorantes en la materia.

Podría seguir dando cifras, pero en el documental se explica mejor.
Me quedo con la frase que da título a la crítica, dicha por una médico o enfermera ( no lo recuerdo bien, pero es igual).

Lo importante no es lo que se cuenta, nada que no se supiera ya del personaje, sino como se cuenta.
Pablo Larrain pone la cámara directamente sobre la melancolía enfermiza de una Diana que parece sacada de las rimas de Bécquer, a caballo entre el desamor, la languidez, la idea suicida y la inanición.
La película se centra en un corto espacio de tiempo, los tres días en los que toda la familia real se reúne para celebrar la Navidad en la finca que los Windsor poseen (una de tantas) en Sandringham. Queda clara la antipatía que Diana siente hacia su familia política, representada en la película sin representación, como simples figurantes carentes de movimiento, si acaso, algún inicio de diálogo y poco más. En contraste, es manifiesta la cercanía de su relación con el personal de servicio, y con sus hijos, aunque con estos últimos, la relación era un tanto infantiloide.
Muy bien encajado en la película el tema de su conocido trastorno alimentario, a través de la exhibición de todo un ejército de cocineros y de doncellas, en una cocina en la que no falta de nada, todo de una exquisitez y de una pulcritud que para sí quisieran muchos de la guía michelin. Y total, tanto esfuerzo de hornos, de cazuelas y de platos decorados, para que ella no probara ni bocado.

El director ya hizo otra película sobre un conocido personaje femenino, y centrando también la trama en un corto espacio de tiempo. En este caso el personaje de Jackie Kennedy, interpretado por Natalie Portman, me dejó bastante fría, todo lo contrario que sucede con Kristen Stewart que consigue envolverte en su melancolía, igual que te envuelve la neblina, la lluvia y el frio de la campiña inglesa.
Es de justicia también decir que hay tres elementos que, en mi opinión no encajan demasiado bien en la película, uno de ellos, la comparativa con Ana Bolena ( el resto, sería spoiler), pero eso aparte, no le quita interés a la película porque tiene secuencias inolvidables y de una gran belleza como por ejemplo el comienzo, con Diana Spencer, impecable, conduciendo un descapotable y totalmente perdida.
Sobresaliente.

La acción se desarrolla en 2003 durante la guerra de Irak cuando un médico (Alberto Ammann) y un enfermero ( Antonio de la Torre ) son victimas de una explosión mientras viajan en un convoy militar, de vuelta de una misión humanitaria.

De entrada, me parece un acierto que un director español haga un thriller bélico que no sea la Guerra, o sea La Guerra Civil española.
Otro acierto, es que en una película sobre buenos y malos en la que los buenos se empecinan en demostrar la verdad y los malos son lo peor del género humano, Daniel Calparsoro no caiga en la tentación de hacer una película ni patriótica, ni previsible ni cómoda para el espectador

Rodada en dos escenarios muy diferentes: por un lado Irak en donde tienen lugar las mejores escenas, entre ellas una, la que da titulo a la crítica, con una cámara muy cerca de los actores, creando un ambiente de estrés y de tensión increibles; y por otro lado, la ciudad gallega en la que transcurre la mayor parte de la película con planos más panorámicos, dando una sensación muy real de lo normal y lo cotidiano.

En cuanto a los actores, Karra Elejalde está al máximo, cien por cien creible; Antonio de la Torre aunque en un papel más discreto, también muy bueno y Alberto Ammann correcto y mejor como militar que como civil.

Lo más flojo de la película son las escenas de matrimonio entre Alberto Ammann e Inma Cuesta. No me los creo, ni veo su sufrimiento. La actriz, practicamente la única representación femenina en la película ( si exceptuamos a la hija pequeña y a las mujeres iraquies ), parece como si el guión la fuera absorbiendo a lo largo de la historia hasta hacerla desaparecer de manera que, hay momentos en los que aunque está, no se la ve. Lo cierto es que no aporta nada a la película.

En resúmen, una notable película de acción que toma como referencia la guerra del Golfo un tema por cierto, muy poco usual dentro de la filmografía española, con escenas de esas que vas a recordar.

Serie policíaca, convencional y plana sobre el conflicto de competencias fronterizas entre dos policías, Diane Kruger y Demián Bichir, al investigar la aparición de restos de cadáveres a ambos lados de la frontera entre México y EE.UU.
El principal fallo es la falta de separación de ambientes tan diferentes como el americano y el mexicano, falta esa dureza y esa crueldad que fluye por las calles de Mexico cuando se habla de asesinatos y violencia. No hay vida, no hay emoción.
Aquí en España la serie está doblada en versión latina cuando hablan los personajes latinos y, eso le da un aire artificioso y como de fuera de lugar.
Diane Kruger muy inexpresiva en un papel muy estereotipado de policia dura y estricta. Muy cuadriculada.
Demián Bichir, más espontáneo, pero también dentro del estereotipo del policía bonachón.

Una presentación de la serie bastante regular.