Me ha gustado muy poco, teniendo en cuenta que las escenas videocliperas de sangre, visceras y mutilaciones eran más de las esperadas y que me pasé el 50% de la peli mirando el fondo de la caja de palomitas.
El prota, Robert Carlyle, un incondicional de Loach borda un papel de padre culpable, pero la historia, los matices de los personajes están muy poco elaborados. "Familia feliz a la que las consecuencias del virus atacan violentamente".
Lo mismo es algo propio del género de zombies. De todas formas, recuerdo que el argumento de las pelis de Romero podría decirse que es algo más político. Recuerdo aquella de los zombies en un centro comercial, algo que podreis ver estos días de rebajas y descuentos en vuestras ciudades.
En 28 SEMANAS DESPUÉS, que Londres sea sitiada y "protegida" por el ejército de los usa, con trama de liberación por parte de dos visionarios militares, no deja de tener tufillo de thiller tradicional americano con persecuciones de dos bandas, explosiones y efectismos varios.
La peli promete otra secuela que supongo que será 28 meses después..con un niño ya adolescente.

La mirada de la escritora y directora nacida en Sarajevo, Jasmila Zban, nos acerca en su primer largometraje la vida cotidiana de dos mujeres: Esma y su hija adolescente Sara, a dos personajes que intentan vivir con dignidad en un Sarajevo a la deriva, en el que el pasado es todavía un recuerdo demasiado doloroso.
Grbavica, ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín, conserva la cercanía de las historias universales contadas sin pretensiones, con personajes complejos y bien interpretados, en lo que el día a día es una lucha por recuperar un presente usurpado.
El contexto de la ciudad de Sarajevo, del barrio de Grbavica, donde a pesar de la aparente normalidad, todavía continúan identificándose muertos y apareciendo fosas comunes, Esma sobrevive del subsidio estatal que le permite mantener a duras penas a su hija adolescente Sara.
Su trabajo nocturno como camarera le llevará a conocer el lado más oscuro de la nueva ciudad, donde la mafia, los ajustes de cuentas y la violencia son asumidos para seguir adelante.

La profundidad con que está narrada la relación madre-hija, convierte la historia de Esma y Sara en algo más que un alegato contra la guerra, en una declaración de principios valiente donde se reivindica valores y costumbres tan olvidadas ya como la solidaridad entre mujeres o el respeto a la memoria.

La vida de los otros puede acabar convirtiéndose en la propia vida, porque aunque no todo está conectado, por mucho que la publicidad y sus siervos (también el cine) nos acerquen a esta despreocupada idea, los actos cotidianos nos hacen responsables y protagonistas de la historia.
En tiempos donde la memoria es una chistera con trucos malos, la honestidad de La Vida de los otros supera toda posible lectura dogmática para situarse en el lugar preciso, a ras de suelo, en la toma a tierra de un antihéroe, un sistemático capitán de la policía secreta de la Stasi en la Alemania Oriental de los años ochenta. Un protagonista encarnado magistralmente por el actor Uldrich Mühe, capaz de transmitirnos la frialdad casi autómata y cándida de los hombres contenidos y que se sienten pequeños.
De haber existido, el capitán Wiesler hubiera sido quizá para la Historia solamente CGW, una firma sin más en los archivos desclasificados tras la caída del Muro de Berlín o un hombre de más o de menos en las estadísticas; y que Florian Henkel Von Donnesmarck ha rescatado del imaginario colectivo, desenpolvando de amnesia y prejuicios el pasado, para humanizar el presente en una película.

Si la distopía de films basados en novelas de ciencia ficción, como Fahrenheit 451 se situaban estética y argumentalmente muy cerca de La vida de los otros, en este caso, el exhaustivo trabajo de documentación histórica de su director hacen de la película un relato cinematográfico sin duda más impactante La película toma la historia reciente de la Alemania oriental para adentrarnos en una reflexión humanista sobre la posibilidad de cambio; sobre el compromiso a veces silencioso en una sociedad atemorizada.

Durante dos horas y 24 minutos de metraje nos convertimos en testigos y cómplices de la vida de tres personajes exquisitamente matizados en plano general y en detalle. Voyeurs de su vida pública, su vida privada y de su vida interior.
En definitiva, cambiamos nuestra mirada con CGW, a prendemos a respetarle e incluso a admirarle. Empatía. Algo que muchas veces sólo el buen cine es capaz de conseguir.
Apoyado en una fotografía sobria de suaves sepias en interiores funcionales y asfixiantes, la cámara de H.V.D. se hace tan invisible como su protagonista para envolvernos con una enfática banda sonora que recorre el subtexto de las emociones. La vida de los Otros, ganadora del premio al mejor guión del cine Europeo, es un guión perfectamente hilvanado, que combina una mirada irónica y distante con la absoluta emotividad de otras tantas escenas. Las constantes referencias diegéticas entre la literatura, el teatro y la música y sus vínculos, lejos de convertirse en un corta-pega de alusiones intelectualoides, se unen en La Vida de los otros para crear un relato absolutamente redondo y verosímil.

Quizá puse demasiadas expectativas en esta peli, que a pesar de un arranque interesante y de una dirección y montaje correctos hace aguas en el guión.
William Monahan, guionista de dos pastiches como Parque Jurásico 4 y El reino de los cielos, adapta en Infiltrados un thiller made in Hong Kong "Infernal Affairs" que pierde toda intensidad en los diálogos, y en el que tanto la trama principal como la amorosa son muy poco creibles.
Descubro en la web de la peli distribuida por la WarnerBros que el quid de la película es la siguiente frase: La lealtad es una mentira. Y recuerdo la excelente y profunda Mystic River, que si consigue emocionar y acercar..

Infiltrados no deja de ser bajo mi punto de vista un producto en serie con cierto tufo simplón made in Hollywood por mucho que nos vendan la moto con el cine negro que no es más que una nueva moda salida de los estudios de mercado de las majors ante la falta de ideas.

Una de las pelis de calidad más emotivas de los últimos tiempos, que pese a mis cautelas iniciales es más que sobresaliente. A veces el cine español tiene sorpresas como ésta.
Eduard Fernández, actorazo con mayúsculas, es capaz de transmitir una emotividad intensa y contenida; y Javier Cámara nos da el contrapunto necesario de comedia.
Una historia cotidiana de personajes donde el diálogo se vuelve casi verdad, a pesar de ser ficción.