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Críticas de Archilupo
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Críticas 439
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9
11 de marzo de 2008
166 de 187 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco antes del derrumbe soviético, unos intelectuales disidentes son espiados sin restricciones por la Stasi, en el Berlín oriental.
Las autoridades culturales, cuya corrupción aparece con rasgos de especial indecencia, se ensañan con un círculo de escritores y artistas, a quienes impiden crear con libertad, pero también emigrar a Occidente.
El Poder actúa con acentuado rencor contra esas mentes irreductibles, a quienes atribuyen conspiraciones y planes de fuga que a veces, por mera coincidencia, existen de verdad.
La ideología oficial es ya simple paripé, fachada de cartón piedra que apenas camufla la depredación sexual, el derecho de pernada.
En tan crepuscular escenario histórico (eficaz gama de grises en ropas, edificios, calles; muy matizada, como toda la gran labor de dirección) brota el relato dolorido de un rapto de honradez anónimo, secreto.
Desde lo espiado, la belleza de unas notas musicales llega al alma del vigilante policial escondido y despierta su conciencia moral, empujándole a una inhibición decisiva. Por algo este luminoso momento es el escogido para el cartel de la película.
El actor Ulrich Mühe, a quien quedaba poco tiempo de vida (no se nota), legó en esta cinta un monumento del arte interpretativo: sin el menor aspaviento, logra que un proceso íntimo, vivido en silencio por alguien obligado a permanecer oculto, se constituya en sólido núcleo de la obra. ¡Una hazaña!
Archilupo
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5
11 de marzo de 2008
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus 30 años, Marta quiere tener ya un hombre. Las amigas intentan ayudarla a superar su sosez.
Una dilatada primera parte de la película trata una y otra vez de levantar el vuelo, pero pesa demasiado el guión, lleno de parloteo sin respiro, plano en su empeño de acumular frases de aire natural.
Reunidos en un piso, un grupo de amigos treintañeros se arañan un poco con la incontinencia verbal que gastan entre ellos.
"Todos somos pijos, ¿no? ¡Lo admitimos y ya no importa!", propone un personaje a los otros, en medio de uno de los rifirrafes...
Pero en el tramo final varios conflictos eróticos estallan de forma vodevilesca, animando el argumento y dando alguna cancha a actores capaces, como Lola Dueñas y Tristán Ulloa.
Por su parte, Marta Belaustegui, con voz demasiado gutural, parece destinada a una función catalizadora de tensiones ambientales, como indica el título.
Cinta bienintencionada en su costumbrismo testimonial, ha envejecido rápido.
(Concede un minuto a la colorista anciana que vendía por la calle 'Chistes de Amor', precursora genial del frikismo madrileño.)
Archilupo
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5
13 de marzo de 2008
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una camarera londinense se encuentra por sorpresa con el día libre. En la parada del autobús sufre el acoso de un hombre que la pone en fuga. Un segundo hombre la aborda a continuación, pero para ejercer una insólita amabilidad que va a más, con insistencia tan anómala que termina por inquietar.
El fantasma de la psicopatía, primero, y la curiosidad por los motivos de comportamiento tan obsequioso, después, crean cierta intriga, alargada hasta el final.
Todos los planteamientos de la película son extremadamente modestos, excepto a la hora de enaltecer la enmienda de errores, la reparación del daño infligido, y abogar por una básica corrección.
De poca entidad cinematográfica (en su inofensividad, tiene rango más bien televisivo), no es recomendable para cinéfilos exigentes, pero para ver en casa sin ambición, en un rato suelto, resulta pasable.
(Salvando las distancias, hay tramos que por el toque deliberadamente "amateur" recuerdan a partes de 'Caro diario'.)
Archilupo
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9
13 de marzo de 2008
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una joven enfermera, Alma, ha de atender a una famosa actriz teatral, Elisabet, caída en el mutismo durante una representación de "Electra". Desde entonces, y sin que lo justifiquen lesiones físicas o mentales, no ha vuelto a pronunciar palabra.
Cuando se trasladan a una casa en la costa, el nuevo régimen de vida (desaparecen uniforme de enfermera y camisón de paciente) propicia el desvanecimiento de las máscaras y una profunda interacción.
En la estrecha intimidad que se instaura, Alma expresa un vitalismo sencillo, su credo pragmático. Habla por las dos, se exhibe sin reservas, se abre plenamente. El despecho y la irritación se harán inevitables, pero también la simbiosis, la posesión, la catarsis, el odio, la seducción, el despojamiento, el espejismo, la suplantación, la emulación, el vampirismo, la transferencia... y asimismo el miedo a la maternidad, a darse al ser del hijo, a ir más allá de la representación de apariencias y personajes.
Este proceso, que podría temerse claustrofóbico, es abierto al infinito por ambas actrices, extraordinarias. La cámara de Bergman, en pleno magisterio, las deifica en primeros planos a cual más sustantivo: una cámara que esculpe solemne poesía visual, más en luz y gris que en blanco y negro.
Traducir el lenguaje visual a otros lenguajes en clave simbólica es, como siempre, opcional.
Archilupo
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9
15 de marzo de 2008
42 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
A un siniestro internado regresan tras las vacaciones varios escolares uniformados. Con ellos se incorpora el nuevo vigilante, poco identificado con su trabajo. Descubre enseguida los preparativos de un complot estudiantil pero hace la vista gorda muy contento.
Antes de concluir su corta vida (29 años), Jean Vigo le ajustó las cuentas a la institución pedagógica con esta vitriólica y frontal burla del principio de autoridad, encarnado por el personal docente: el director es un enano de voz aflautada; el supervisor general, un lunático (atención a su mímica); el profesor de ciencias, un sobón que acosa a Renèe, el alumno melenudo.
Bajo bandera pirata, el motín ácrata se cuece, y tampoco las instituciones militar y clerical están a salvo del escarnio. Este mediometraje estuvo por ello censurado hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
El rasgo combativo se combina en la película con ráfagas poéticas, destacadamente la conocida guerra de almohadas, la nevada de plumón cayendo a cámara lenta en el dormitorio del internado.
Cine de expresión vigorosa, teñido del dadaísmo y el surrealismo en la vanguardia de la época, incluye un experimento de dibujo animado, resuelve algunas dificultades luminotécnicas en escenas nocturnas, y se mueve siempre en lo satírico.
Todo ello rodado de principio a fin con un potente motor libertario.
Archilupo
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