Es uno de los documentales menos interesantes de Jean Rouch; muestra conductas nada sorprendentes, de caza, y hasta cierto punto tengo la impresión que fueron actividades no tan cotidianas de los africanos del Río Níger, sino armadas o preparadas para hacer la película.
La narración no ayuda a pensar lo contrario: "Los hombres se preparan para la gran batalla en medio del río", bueno, ninguna batalla, una carnicería.
En todo caso, es interesante como los cazadores se dotan de una especie de tanque de guerra acuático, una piragua de paredes altas, bastante rudimentaria, para enfrentar a los hipopótamos.
También llama la atención que, por más que dice que son "monstros", nos entera de que los hipopótamos eran víctimas habituales, con todo y esos rollos deportivos de "la gran batalla".
Y, finalmente, aparece también una toma de un manatí africano, el menos conocido y estudiado de los sirénidos, al cual, por cierto, también surten de arponazos y lanzazos hasta matarlo.
Por lo demás, todo es bastante cruento, con muchos arponazos y sangre, y una especie de descabello final que parece que nunca van a lograr, pues le dan y le dan y no se acaba de morir el torturado animal.
Son también chocantes las poses de los cazadores, que evidentemente están luciéndose para la cámara.
Hay películas de Rouch, como antropólogo, fantásticas, pero en esta falló; aunque sin consideramos que era 1950, tal vez eran escenas que valían algo más que ahora, por lo exótico.

Una belleza de película.
Intimista sólo en apariencia; mucha nostalgia y un buen repaso de escenas de juventud en rusa de los años de 1970.
Es muy disfrutable, no omiten para nada el ambiente político y como se vivía entre los chamacos, pero en ningún momento es panfletaria, todo con mucha naturalidad.
El paisaje soviético y la historia, el romance juvenil, como suele ser, con mucha música occidental y muchas decisiones idiotas.
Sin duda hay que verla.

Todo indica que está muy bien.
Después de ver Dos días, una noche, muy pasable, y La Promesa, que es muy buena, y tras leer las críticas especializadas, no dudé.
Pero la historia...
Se entiende que los responsables y trabajadores del orfanato sean pacientes y tolerantes con el chico necio y rebelde, con algún problema psiquiátrico, puede que ese trato sea normal en Bélgica.
También se entiende que Samantha, peluquera ella, se conmueva con el niño desesperado por hallar a su padre, que no puede aceptar que lo abandonó, y tenga un gesto amable con el chico.
Sin embargo, no hay modo de entender qué motiva a la mujer para soportar la conducta canalla del chico (con todo y que él tenga sus motivos) y cargar con la responsabilidad de un menor incontrolable y con conductas peligrosas.
Me imagino que algo interesante pasa después, pero no hallo la manera de engancharme con la historia mientras me parece absolutamente inverosímil, no puedo dejar de ver las costuras. Simplemente no tiene sentido.
La dejé a los 22 min. Por lo tanto, ni la desaconsejo ni la recomiendo. Para mí fue una pérdida de tiempo.
Como decía Les Luthiers al final del chiste aquel del niño preguntón, las gallinas no hablan.

Una excelsa obra de arte, en lo más alto del cine todo, no de Bollywood o cosas así.
La recomiendo mucho, verla si es casi obligatorio, para los expertos en cine y para cualquiera, hasta los más villamelones.

Quiero agregar que vi la versión de 240 minutos, 4 horas de puro goce estético que se pasaron volando. Encantado con el guión y la atmósfera que logra Bhardwaj, muy sheksperiana, pero todo se disfruta, actuaciones, locaciones, fotografía, hasta el contexto en el que se adaptó es tremendo, no queda chico para nada.
Desde luego es una película de autor, como le dicen al cine de arte; de ninguna manera creo que cualquier otro director hubiera podido hacer algo así por encargo.
Nada que comentar como para spoiler, es una adaptación de Hamlet.

La primera película que vi de Bodrov fue el El Prisionero de la Montaña; quedé tan impresionado por lo que es una película redonda, una historia buena y tan bien contada, que no dudé en correr a por la siguiente del director ruso. Para mi desgracia fue The Quickie
De productores británicos, franceses y alemanes, es una película rodada en inglés en California. Muy occidental todo pues.
No entiendo como afecta eso a los directores, pues no es la primera vez que veo esto, pero la película de un gran director ruso es una basura. Prácticamente nada se salva. Es como si los rusos pensaran que en occidente es normal que ocurran estupideces sin sentido, del todo forzadas, que nunca contarías en su país.
Es como una película mala de Holywood, para retrasados.
verla es una pérdida de tiempo, pues más que un culebrón da mala calidad, es muy difícil seguirla, pues cuando los personajes centrales empiezan a realizar acciones sin sentido, que nadie haría en circunstancias similares, pues es inevitable desengancharse de la ya floja historia y ver el producto como la basura fastidiosa que es.
Definitivamente recomiendo no perder el tiempo.
Igualmente me gustaría saber si hay una explicación del fenómeno de basurización de los directores. Hay varios que la han sufrido; muy buenos creadores que llegan a Hollywood y hacen infames porquerías. Y no sólo de eso que conocimos como Europa del Este, detrás del muro, sino también de la Europa occidental.
Veré más de Bodrov, pero cuidando que sean hechas en Rusia.