Cuando hablamos de Blackmail no solo se trata de la primer película sonora del genio, si no que nos estamos refiriendo al primer filme hablado de Inglaterra (notarán que la escena inicial fue filmada en mudo). No por casualidad Hitchcock fue el encargado de llevar a cabo tal emprendimiento, ya que en aquel entonces Alfred ya vislumbraba como el genio que iba a ser y que, hay que admitirlo, solo logró ser al desembarcar en América.
Cualquiera se da cuenta de que este film no esta ni siquiera entre los mejores 20 del gran maestro, ni tampoco entre sus mejores producciones inglesas. Pero lo destacable, y no es un detalle menor en absoluto, es que Hitchcock ya demuestra su extraordinaria capacidad para extraer el mejor resultado de los elementos con los que dispone. En aquellos tiempos la novedad era el sonido y Hitchcock ya le sacó jugo en su primer film sonoro (recordar la escena inmediata al asesinato en el spoiler). Fue uno de los primeros, si no el primero, en usar el sonido no solo como elemento estético sino también como elemento narrativo (otro de los pioneros fue Fritz Lang en M, el vampiro: en cada momento en el que se iba a cometer un asesinato se escuchaban unos extraños silbidos). También fue uno de los mejores en el manejo de la fotografía, pero eso es otra historia. Lo cierto es que el jamas copió, solo a si mismo, siempre innovó. Porque copiar copía cualquiera, pero solo los genios innovan.

Kubrick es uno de los más grandes en eso de emplear la voz en off. Quizá el más grande después de Scorsese en el uso de este recurso. Lo demostró en La Naranja Mecánica y en Full Metal Jacket, entre otras.
Está claro que Kubrick abusa de este recurso en Barry Lyndon. Lo peor de todo es que lo usa mal.
La voz en off debe ser utilizada para acentuar algún sentimiento, algún pensamiento, alguna expresión, pero no para relatarnos lo que sucede en la historia, como si se tratara de un narrador.
Kubrick la utiliza para contarnos cosas que no puede mostrarnos visualmente, echando a perder la expresión más genuinamente cinematográfica, transformándola en algo más literario que visual.
Por lo que a la historia se refiere, la película no esta mal. No coincido con lo que muchos dicen que es una especie de Ben Hur. Dejando de lado las connotaciones históricas de los respectivos momentos, Judah Ben Hur era un hombre admirable, de cualidades extraordinarias como persona y notables ideales, que debió enfrentarse a circunstancias indeseables. Redmond Barry, en cambio, padeció todo lo que le sucedió por culpa únicamente suya. Cometió errores y los pagó. Sufrió lo que merecia. Hay mucha diferencia.
En cuanto al resto, no voy a descubrir nada diciendo que la ambientación es inmejorable y la música magnífica. No me pareció mala la actuacion de O' Neal, ni del resto tampoco. Como ya dije, el error radica en el uso inapropiado de la voz en off.

¿Por que comparar una obra maestra de la historia del cine con esta película? Sin alcanzar el mítico nivel de A Clockwork Orange (de hecho lo que transmite principalmente la película de Kubrick es la forma en que el gobierno intenta manipular la voluntad de las personas) creo que este film tiene algo de ella. ¿O acaso quien no identificó a Mark Renton con Alex de Large? Su lucha entre las vida con drogas o sin ellas es totalmente comparable con la lucha interna de Alex entre el bien y el mal. La Naranja Mecánica esta contextualizada en una sociedad futurista, llena de violencia, Trainspotting es el presente, con la sociedad empezando a devastarse por las drogas, que llevan al camino de la violencia... ¿Es absurdo pensar en La Naranja Mecánica como el futuro de la misma sociedad de Trainspotting? Yo, sinceramente, no lo creo.

Creo que no exagero si digo que esta es la mejor remake que se hizo de una pelicula. Si bien los puntos fuertes son similares de los de la original, de Howard Hawks con Paul Muni haciendo de Tony Camonte en 1932, es muy diferente la forma de narrarla (por algo dura casi el doble) y se nota la mano de Brian de Palma y el guión de Oliver Stone en los diálogos picantes de Tony.
Dudo que Gus Van Sant haya visto esta película, porque si la hubiera visto no hubiera hecho lo que hizo con Psicosis, que no es una remake sino que es una copia, ya que es totalmente igual a la de Hithcock. Una remake debe proponer algo nuevo, algo distinto, debe superar a su predecedora, caso contrario carece de sentido alguno.

Sin ser una obra maestra, es una película que no se puede no ver. Porque propone algo distinto desde el comienzo y el resultado es asombroso. Le juega en contra el hecho de que uno la tenga que ver cuatro veces para entenderla por completo (cada vez que la veas vas a encontrar un detalle nuevo que no habías captado hasta entonces) porque la mayoría de las personas que se sientan a ver una película no está preparada para semejante grado de concentración sino que solo se sienta a disfrutar de la simplicidad que una película puede ofrecer.