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España España · Calafell
Críticas de kakihara
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
7
30 de junio de 2010
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película del húngaro Miklos Jancso, considerada su “verdadera” ópera prima y que apunta algunos de los elementos que caracterizarían su particular estilo y puesta en escena. Jancsó, un director que, en palabras de un cinéfilo empedernido de nombre Jose Enrique, es una suerte de fuente de inspiración para directores posteriores como Angelopoulos o incluso Sokurov (en menor medida este), un hombre que se ha caracterizado por su difícil relación con las Instituciones húngaras y su rebeldía a la ocupación soviética de Hungría, aunque al parecer realizara más tarde películas manifiestamente comunistas (esta por corroborar).

En Cantata, Jancso empieza duro metiendo ya lecturas simbólicas y metáforas (que tan enrevesadas y crípticas se volverían a medida que avanzara su carrera). Situando la acción inicial en un hospital de provincias. En pleno apogeo de los Cahiers, Godards y compañía, y la oleada del autorismo por el continente Europeo, Jancso se permite hacer metáforas entre el enfrentamiento “cine de autor” vs “cine de industria”, cuando el médico protagonista, molesto porque su amigo ha decidido dejar la importante operación de su mujer en manos de un solitario y viejo cirujano, nos regala estas fantásticas líneas:

“No conoces la cirugía moderna. No basta con habilidad manual. Actualmente, una operación
es como un concierto; cooperación de internos, biólogos, experto electrónico… Quiero ser un director de orquesta, no un pequeño músico.
El tiempo de los solitarios ya pasó.
¡HAY QUE ELIMINARLOS!”

Líneas que dejan entrever otro tipo de lecturas, como la de personificar el comunismo en la figura del propio cirujano joven (este que ataca los individualismos). Y en este caso, la última línea tiene unas connotaciones de corte totalitarista tan duras que nos dejan entrever hasta qué punto Jancsó llegó a arremeter contra los totalitarismos.

No acabo de entender del todo la “falta de psicologismo e ideología” del cine de Jancso que se le etiqueta en diversas fuentes. Al menos en esta Cantata se desprenden innumerables líneas que tocan numerosos campos del saber, siendo “ideología” y “tratamiento de la psicología de los personajes mediante diálogo” elementos predominantes.

Y no olvidemos el poder que tienen las imágenes creadas por Jancsó y el hipnotismo que desprenden algunos de sus travelling circulares y rotatorios. Pero ese ya es otro tema. Poco espacio hay aquí para incluir tal carga del contenido de este interesantísimo film, y magno y caótico es el lío de ideas que me recorren la mente. Mientras nadie haga algo al respecto (de lo segundo), creo que es mejor dejarlo aquí, en cuatro ideas extraídas del film y en un hecho: Miklos Jancsó es un director a DESCUBRIR. Algunos piden justicia por el asesinato de sus hijas. Yo pido justicia para directores tan olvidados como este.

“Si la luz del sol ciega tu vista, no culpes al sol; culpa a tus ojos”, conclusiones a las que llega el confundido Dr. Ambrus.
kakihara
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7
6 de enero de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísima película de uno de los directores coreanos que más han mantenido su condición de autor dentro de un mapa tan industrial como el surcoreano (salvo excepciones como Kim Ki-duk y Lee Chang Dong).

Sin desmerecer una de las 2 anteriores críticas que tildan esta propuesta de aburrida (a la otra no la podemos llamar crítica), está claro que Hong Sang So no es para todos los paladares, y en su cine hay que dejarse llevar por unos personajes que tienen su papel muy interiorizado y nos llegamos a creer absolutamente.

En esta una de sus primeras películas, se nos cuenta una especie de ménage à trois entre una jovencita no tan joven como para ser virgen (24 años) y la relación que mantiene con su jefe el productor maduro, y un joven amigo de éste, que entra en escena y queda absolutamente enamorado de ella.

Lo interesante de este film, a mi modo de ver, es la forma en que se narra para acabar hablando del destino (la ausencia del mismo, la capacidad de escoger) y de la genealogía de una relación sentimental. Da la impresión de que la película se nos narra desde el punto de vista de la no-tan-joven virgen, ya que se establece un punto de inflexión (magnífico por cierto) en pleno ecuador del film, en el cual la protagonista, en el momento en que ascendía una montaña en teleférico, reflexiona sobre el punto crítico donde había llegado su relación con el joven enamorado. Ello da lugar a una especie de flashback general que podríamos llamar "flashback de 2ª oportunidad". Sang So nos enseña cómo en ocasiones nos mostramos excesivamente interesados por la persona que nos atrae y esta nos hace la "cobra", cuando en la misma situación, midiendo nuestro temperamento sentimental y emocional, somos capaces de conseguir que ésta se sienta totalmente atraída por nosotros....

Destacar, por otra parte, los magníficos encuadres de Sang So, llenos de intención (con primeros y segundos términos) y al mismo tiempo cargados de belleza.

Y respecto al apartado negativo, lástima de una pobre banda sonora compuesta con organillo de gitano, rácana y monótona, que le resta algún que otro entero a la película, junto a ciertos errores técnicos, como el micro mencionado en otra crítica.

No me atrevería a recomendarla a todo el mundo, pero sí lanzo una baza a favor de este interesantísimo autor; aquellos que gusten de propuestas diferentes y personales hasta la médula, no pueden dejar de acercarse a este señor, y más aun cuando Intermedio acaba de editar un pack de lujo con 5 de sus últimas películas (entre las que se incluye la fantástica Turning Gate).

****/*****
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kakihara
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8
1 de junio de 2012
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brillante Ópera Prima dirigida por Peter Bogdanovich (The Last Picture Show, Nickelodeon) en una época de profundos cambios sociales así como en el seno de la industria cinematográfica; unos cambios que se ven reflejados en la película, ya sea de modo ensayístico (la figura del psicópata), descriptivo (la sociedad en proceso de cambio) o en forma de homenaje (la figura de Boris Karloff).

Bogdanovich elabora una escalofriante aproximación a la figura de un frío psycho-killer que, con una vida acomodada y una familia de lo más normal (salvando el componente kitsch que encierran las maneras de estos padres y esa esposa), un buen día decide coger una bolsa cargada con armas de fuego de todo tipo y, tras asesinar fríamente a su esposa, a su madre y al repartidor, emprende una estremecedora cacería, primero en una autopista muy transitada (una de las mejores secuencias de la película) y, después, en un Drive-in Movie Theatre (cine al aire libre), donde se proyecta la última película del legendario y ya anciano actor Byron Orlock.

Orlock es precisamente el otro gran piular que sustenta la película (y el verdadero héroe del desafortunado título de la cinta en nuestro país). Interpretado magníficamente por el mismísimo Boris Karloff, Orlock quiere dejar de hacer películas por encontrarse profundamente agotado (y no encontrar lugar para él en esa nueva era), pero asistirá por última vez a la presentación de su última película en el mismo drive-in en el que aterriza el psicópata.

Es en el personaje de Orlock donde vislumbramos todos esos cambios que sufre la industria del cine estadounidense de la época, basados en una reacción a las fórmulas caducas del Hollywood Clásico y a una voluntad de dejar atrás el cine hecho en los Estudios (la película que se proyecta de Orlock esta de hecho realizada en plató) y de centrar la atención en aquellas personas marginadas de la sociedad, aquellas que no tenían cabida en el Hollywood Clásico a no ser que se tratara de temática de pobreza; el psicópata en este caso no deja de ser un ser autoexcluido de la sociedad sobre el que Bogdanovich coloca su objetivo.

En Targets se está elaborando un discurso de dos fuerzas en choque, la que simboliza los valores clásicos ahora de capa caída (Orlock) y la que representa la locura y cierto nihilismo surgido del Baby Boom y de los profundos cambios de la sociedad estadounidense (el asesino).

Así, no nos queda más que quitarnos el sombrero cuando descubrimos que el discurso de
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kakihara
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8
19 de enero de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Bellboy es la primera película como director de Jerry Lewis, después de una larga experiencia tanto en TV como en cine con su dúo con Dean Martin. Muchas características excepcionales se reúnen en esta caso tan especial dentro del cine de los 60:

Por un lado, destaca la temprana edad con la que Lewis da el salto a la dirección (34 años), y que, aun y venir precedido por sus éxitos anteriores como actor, dispusiera de una libertad creativa tan grande (teniendo en cuenta que fue producida por la Paramount). Por otro lado, está el hecho de que siga apareciendo como actor protagonista que, por si fuera poco, lo hace por doble partida (lo vemos en el papel del botones de un hotel carente de sentido común -o con un sentido común exacerbado, según se mire y, más tarde, interpretándose a sí mismo, al ya por entonces famosísimo Jerry Lewis-).

Y después tenemos el planteamiento argumental de la película, que no posee un argumento al uso y se vende como una serie de gags sin aparentes conexiones entre ellos. Y de esta forma la película da inicio con un epílogo en el que vemos al supuesto jefe de los estudios que la han producido y que, para sorpresa de todos, no es capaz de contenerse y tras presentar el film rompe a carcajadas sin ton ni son.

Son la unión de todos estos elementos y otros, los que hacen de The Bellboy un film rompedor no sólo en su momento sino, en muchos sentidos, en la actualidad. En un panorama actual en el que se vislumbran nuevos caminos de la comedia (con predominio del absurdo) como es el denominado post-humor, The Bellboy, con 50 años de antelación se adelantaba a propuestas como Muchachada Nui, planteando un retorno a la voluntad de hacer cine de “sketches” para sacar carcajadas a través de una serie de gags a cual más ingenioso y sorprendente, y sin una construcción argumental (más allá de presentar retazos de la vida laboral de un botones en un hotel).

Uno de los elementos que hacen esta obra algo innovador es precisamente el hecho de que, a pesar de sus 50 años de antigüedad, consiga transgredir todos los esquemas mentales del espectador actual, que no es capaz de anticipar el resultado de un gag (véanse gags fantásticos como la señora de las chocolatinas, que pasa de estar delgadísima a obesa en tan solo un instante, y tras otra más de las meteduras de pata de Lewis, cuyo motor es el de crear el caos involuntaria y patosamente).

Pero si a esta falta de pretensiones más allá de generar la carcajada, le sumamos un discurso crítico con algunas de las obsesiones de Lewis , punto que lo puede conectar con Los Monty Python o Muchachada Nui (la fama y lo que esta conlleva, representada por sí mismo), tenemos una ópera prima ciertamente contemporánea para la que los años, y a pesar de estar rodada en blanco y negro, no pasan, y cuya capacidad de romper esquemas preestablecidos no se ha visto muy mermada.
kakihara
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8
9 de abril de 2012
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Novena película del actor, guionista y director Fernando Fernán Gómez que, profundamente incomprendida (y temida) en su estreno, quedó enterrada durante seis años en el cuarto oscuro de la distribuidora debido a la censura franquista. Y el reconocimiento crítico no le llegaría hasta 1970, cuando obtuviera el premio a la Mejor Película del Círculo de Escritores Cinematográficos.

La película, que parte de una idea original de Berlanga, está inspirada en el conocido como "Crímen de Mazarrón", que tuvo lugar en tierras murcianas, y cuenta la historia de Los Vidal (Paquita, Venancio e Ignacia), tres hermanos solteros que viven juntos en un pueblo de la España rancia y rural de los 60. Paquita y Venancio tienen un carácter débil y subyugado al dominio de la despótica Ignacia. Una serie de enredos daran forma a la intriga con un humor negro muy particular que teje magistralmente Fernan-Gómez.

El film ofrece numerosos elementos que lo engrandecen con el paso del tiempo. A saber: un humor negro de una notable acidez con toques de esperpento y un marcado aroma a Valle-Inclán, vehículo que le sirve a Fernando para trazar una crítica a la estancada y oscura sociedad del franquismo, a ese deseo de liberarse de las cadenas por parte de algunos, creando al mismo tiempo una innegable atracción por los personajes retratados (las reuniones de ancianos recreándose la vista con los paseíllos de la moderna del pueblo o la sublime escena en la que el grupo de abuelos declaran ante la guardia civil como si de un solo individuo se trataran). Después tenemos la modernísima dirección de Fernando, que emplea el plano secuencia como nexo entre todos los elementos que conforman el microcosmos del pueblo (la cámara que se ve arrastrada por cada nuevo personaje que aparece en escena) y además juega de forma audaz recursos dramáticos de diversos géneros (intriga, comedia negra, drama rural, terror), integrándolos sin que desentone ni una sola nota. Por no mencionar recursos más técnicos como el moderno uso del zoom para la época (1964). Las interpretaciones solo hacen que redondear el resultado, y nos recuerdan que el cine español ha dado magníficos actores y que aquí en particular se encuentran en estado de gracia (magnífico Jesús Franco interpretando a Venancio, el hermano lelo; soberbia Lina Canalejas en su papel de Beatriz, la pobre desgraciada que desea casarse y salir del pueblo pero que se enamora del hombre equivocado; sorprendente Carlos Larrañaga, que en sus años de juventud tenía un atractivo y un carisma arrollador; preciosa Sara Lezana, que además de a los ancianos, consigue hacernos babear aun a día de hoy; grandiosa Tota Alba en un personaje tan perverso y oscuro como el de Doña Ignacia, que a pesar de todas sus contradicciones y su detestable conducta, lo único que busca es un hombre que la ame…).
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kakihara
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