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Críticas de Laura_Carneros
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
9
28 de julio de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gep Gambardella mira al público de forma segura y despreocupada. Sentado en un banco de mármol, chaqueta amarilla, camisa y pantalones blancos, aparenta la estabilidad imperturbable que a sus 65 años no ha logrado. Pero lo asume con naturalidad, gracias en gran parte a que las personas de su entorno tampoco se caracterizan por su equilibrio.
Durante el día, Gep escucha la vida a través de voces líricas y música clásica, pero al caer la noche no puede resistirse a bailar canciones discotequeras tales como “Mueve la colita”.

Un escritor perezoso, periodista acomodado y gran observador de la vida cotidiana. Este es, a grandes rasgos, el protagonista de “La gran belleza”, interpretado por el actor Toni Servillo, quien ya ha recibido el reconocimiento por su papel en los Premios del Cine Europeo y en el Festival de Sevilla. Con un Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, “La gran belleza” acaba de ser nominada al Oscar y al Goya como mejor película europea.

El director Paolo Sorrentino dota a su largometraje de esa ironía que tanto caracteriza la obra de Fellini, para mostrar, al igual que su maestro, situaciones caricaturescas de la vida italiana actual. Grandes son las escenas en las que Gep asiste escéptico a la performance de una artista a la que debe entrevistar, o a la creación de cuadros en directo de una niña que es sometida por sus padres, ante la fría mirada de un público que contempla la situación con una copa de champán en la mano.
Lo artístico, lo religioso, el amor, los recuerdos, la muerte, incluso el Costa Concordia, aparecen mezclados en “La gran belleza”, dando como resultado una película llena de vitalidad. La composición de sus planos y la música dan sentido al título de la obra.

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Laura_Carneros
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9
28 de julio de 2014
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Emprender un viaje largo supone varios requisitos: tener dinero, tener tiempo libre y dejar atrás el miedo a lo desconocido. Woody Grant tiene mucho tiempo libre —quizás le sobre—, ya no le teme a nada y, aunque no tiene dinero, quiere ir a Nebraska para recoger un millón de dólares. Su millón de dólares. El millón de dólares que, según un folleto publicitario, ha ganado.
Woody Grant —no se sabe si viejo loco o demente senil—, desafía todos los días a su mujer escapándose de casa y emprendiendo el viaje a pie. Hasta que un día su hijo David, harto de perseguir a su padre, decide llevarlo a Nebraska. Quizás por compasión, quizás por admiración, o porque su vida necesita un impulso, David, cual escudero fiel aparca sus obligaciones para acompañar a Woody en una quijotesca aventura.

David sabe que en Nebraska no hay un millón de dólares. Lo que no sabe es que en el camino se encontrará con un hombre desconocido al que llama “papá” y viaja junto a él de copiloto.

‘Nebraska’ puede parecer fría y dramática. El uso del blanco y negro, la imagen de su cartel a contraluz, quizás den una imagen equivocada de esta bellísima historia en la que es difícil parar de reír. Diversas situaciones anecdóticas y cotidianas dan a ‘Nebraska’ una profundidad vista desde la sencillez. Alexander Payne, su director, consigue pellizcar el corazón gracias a una road movie creada sin artificios, humana y tierna. El veterano Bruce Dern se llevó en Cannes el premio al mejor actor, y se ha ganado con creces la nominación al Oscar interpretando a Woody Grant: un personaje testarudo, difícil de olvidar y al que es imposible no cogerle cariño.

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Laura_Carneros
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5
15 de septiembre de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando los abuelos de Justin Bieber y Pablo Alborán eran unos chavalines, los artistas musicales tenían que dejarse los nudillos llamando de puerta en puerta para que alguien se dignara a escuchar su demo.

Los nuevos cantantes saben que Internet es el altavoz más potente. Pero antes, justo antes de ‘Los Beatles’, triunfaron ‘The Four Seasons’, una banda de los años 60 formada por cuatro chicos de barrio. Para los espectadores que han vivido mayormente en la era digital, la película ‘Jersey Boys’, puede resultar en ocasiones fascinante. El talento, la casualidad y el esfuerzo se unen de forma casi mágica para que la carrera de estos jóvenes salga a flote.

Pero este musical biográfico, versionado y dirigido por Clint Eastwood, pierde el ritmo a penas se dan los primeros compases. Hay pocos elementos que mantengan el interés por continuar viendo esta película de dos horas y quince minutos. Y llegado el final, creo que el espectador hubiera preferido arrancarse los ojos a tiempo antes de presenciar un prólogo con exceso de látex facial. La música, el continuo afán de supervivencia de la propia banda, hace que la película avance siempre con el agua al cuello, esperando remontar en la próxima brazada. Pero no termina de fluir. Esto hace que no haya drama en los momentos en los que debería haber drama, ni tensión alguna cuando todo está a punto de desmoronarse.

El actor Christopher Walken (‘Sleepy Hollow’, ‘Pulp Fiction’) interpreta el papel de Gyp DeCarlo, el padrino mafiosillo que apuesta por el grupo. Sus apariciones hacen que la trama se ponga interesante, o al menos, que el espectador preste atención. Resulta llamativo también el personaje de Bob Gaudio, el compositor del grupo, quien aprovechaba cualquier anécdota como inspiración para crear sus canciones. Así, puede verse en la película cómo algunos de los grandes éxitos surgieron de una simple frase, o de situaciones absurdas.

Los chicos de Jersey romperán la cuarta pared para dirigirse al espectador en numerosas ocasiones, y narrar así su propia historia. Un recurso muy fresco que causa reclamo, pero que perderá su efecto por exceso y rematará la película dejando una sensación de empacho.

lauracarneros.wordpress.com
Laura_Carneros
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8
16 de octubre de 2016
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe una exigencia previa, inconsciente, una posición desde donde el espectador espera ser reconquistado. Y creo que si por algo “La Reconquista” convence y reafirma la mirada de Jonás Trueba es porque no pretende alcanzar ni demostrar nada. Sus películas se declaran imperfectas en vez de iniciar una exhibición artificiosa; y son las dudas, los silencios y los salvavidas efímeros quienes finalmente rescatan al espectador de su propia cerrazón ante la vida.

“La Reconquista” se rebela contra las fórmulas establecidas, como ya venían haciendo sus antecesoras, y reconoce la inutilidad de las estrategias: esas que de poco sirven y a menudo fallan incluso antes de ser utilizadas. Aún así, en la última película de Jonás Trueba es posible reconocer ciertas pautas que evidencian un retorno a lo seguro: el recorrido de caminos inesperados que se presentan inciertos son siempre una constante (“Los exiliados románticos” es la más física de ellas). La búsqueda de la estabilidad en lo inestable es la herencia que reciben unos personajes de otros: desde Ramiro y Andrea, hasta llegar a Olmo y Manuela; quienes de nuevo se mueven entre la aceptación y la inconformidad; la parálisis y el baile improvisado.


[Crítica completa en Novemagazine: http://novemagazine.es/la-reconquista-critica/ ]
Laura_Carneros
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