Decepción. Hay una película de Tony Bill que me gusta mucho (Corazón indomable) y otra bastante (Cinco esquinas) y tenía interés en ver su debut.

La dirección no está mal, con algunos planos largos muy elegantes, pero el guión no hay por donde cogerlo. Salvo los tres personajes principales los demás están de pegote y no aportan nada, especialmente la familia del protagonista con una Ruth Gordon, intentando repetir su inimitable papel en Harold y Maude.

Mostrar con cierta crudeza la violencia y terror en los institutos sería novedoso en 1980, pero no ahora. La historia es nimia y la moraleja discutible, hay escaso estudio psicológico y sociólogico. Lo más destacado es como se describe como se forja la amistad entre los dos chavales.


Lo mejor ver a unos jovenes Dillon, Cusack y los no acreditados Jennifer Beals (en un papel sin texto) y el Norm de Cheers haciendo de chapuzas del hotel.

Si la primera parte era una medianamente entretenida cinta veraniega que en su modestia hacía olvidar sus numerosos defectos, este film se convierte en una clara explotación del filón inesperado de una cinta de piratas con formato de yinkana o videojuego y protagonista graciosete y globalizado.
Los defectos mencionados se agravan en esta segunda entrega de desmesurada duración; infantilización exagerada de los tópicos del género, escasa descripción de los personajes y cierto tufillo a cartón piedra. Además se añaden otros. Una narración alocada que parece creer que el ritmo lo da cambiar de escenario, tiempo y de situaciones cada cinco minutos y complicar y estirar hasta la extenuación líneas argumentales bobaliconas y simples. Y por no hablar de los personajes. ¿Alguien entiende los cambios de actitud de los roles de Depp o Knightley? ¿Son héroes, villanos? En consecuencia, a mí, personalmente, me trae sin cuidado lo que les pase, si mueren, viven, se quieren o se odian, les duele un pie o les sale un grano. Además, ¡es tan evidente que todo ha sido forzado para conducir a un final abierto que dé lugar a una tercera parte!
Sin embargo, es de agradecer que el film lo dirigida un artesano tan aventajado como Verbinski, que ya demostró su capacidad tras la cámara en la versión americana de The ring. En otras manos, este guión absurdamente enrevesado y patéticamente acelerado (nunca antes se confundió más la velocidad con el tocino) que explica algunas cosas hasta tres veces y otras ninguna, sería incomprensible. Así Verbinski, nos regala hasta tres secuencias de inmejorable ritmo y con rigor narrativo, especialmente aquélla en la que los personajes se disputan el cofre del título.
Ahora a esperar que estrenen la tercera, rogad por que no sea muy larga y nos habremos librado de esta maldición de los piratas fashion y los corsarios caldereta de marisco.


Quiero preguntar algo a los que decís que es la mejor peli que habéis visto en vuestra vida. ¿Qué habéis visto criaturas mías? ¿Aeonflux, Ultraviolet, Tomb Raider y Underworld?

Claro ejemplo de película hipnótica, cautivadora y desasosegante que no te importa no comprender muy bien porque te turba y te atrapa de tal manera que se trata más de una experiencia sensitiva que intelectual.

Excelentes interpretaciones

El excelente grupo británico de los ochenta, Prefab Sprout tuvo uno de sus escasos éxitos con las canción Cars and girls (coches y chicas). En ella se ironizaba sobre la vacuidad de gran parte del arte americano de esa década, al que sólo parecían interesar esos dos elementos. Se hubieran reído de lo lindo viendo esta macarrada que es la mejor confirmación de la tesis de su canción.

En los cincuenta, surgieron muchos films de serie <<B>> centrados en el motor y los problemas juveniles. También en los años setenta proliferaron las películas tipo Cannonball. Pero hacía mucho tiempo que el cine americano no localizaba su interés en las carreras de coches. Y aquí lo hace a conciencia. Si al lector no le fascinan los coches absténganse de acudir a ver este engendro. Eso sí, los locos del volante tienen aquí una película de culto. En la larga escena inicial, podrán ver más coches trucados, haciendo piruetas absolutamente espectaculares, que en el resto de sus vidas. No hay más.

Es delirante que el guión lo firmen tres personas cuando es prácticamente inexistente. El sustrato psicológico de los personajes se puede definir en una línea y la evolución dramática brilla por su ausencia. Da igual. Esta película no engaña a nadie y los que van a verla saben a lo que van. Indudablemente, las escenas automovilísticas son ejemplares y están rodadas con tal precisión que suben la adrenalina del espectador. Pero eso no significa que estemos ante una película. Más bien parece un documental del tipo “más que coches” con algún que otro diálogo entre autómatas. La trama policíaca y la historia de amor están tan mal contadas que uno no sabe si reír o llorar y los ¿actores? dan grima de lo malos que son.

Cuando salí del cine, un grupo de adolescentes comentaban entusiasmados que era la mejor película que habían visto en su vida y se mostraban sorprendidos por las piruetas y cabriolas que realizaban los coches. Seguro que cuando Rob Cohen dirigió la emotiva Pequeño círculo de amigos no imaginaba que, veinte años después, iba a obtener su único gran éxito de taquilla con esta fantasmada vacía e irritante. Es el signo de los tiempos.

La cinta cuenta con un gran arranque que hace presagiar un film excelente. Sin embargo, mediada su duración el film aburre y desinteresa, especialmente por la mala construcción de la historia amorosa.
Afortunadamente el film vuelve a remontar el vuelo en el desenlace, en el que el homenaje se hace todavía más claro.
Excelente reparto y memorables tanto el proceso del éxito comercial del hula-hop como la anécdota de Newman y su pantalón con doble refuerzo.

Desde luego, es mejor que bodrios de los Coen como O brother y Ladykillers, aunque, desde luego no es Fargo ni El gran Lebowski