Sobre la película y sobre Robin Williams ya está casi todo dicho en las demás críticas, así que centraré la mía en alabar el papel de dos magníficos actores que por aquel entonces eran jovencitos: Ethan Hawke, uno de los mejores y más brillantes actores del momento, quien además ha sabido orientar muy bien su carrera cinematográfica aceptando papeles llenos de retos en películas complicadas, y un Robert Sean Leonard cuyo registro interpretativo es más bien discreto (como lo es el de Hugh Grant por ejemplo) pero que en este papel que le toca simplemente lo borda. Pocos pueden poner una cara de ilusión como él, y esos rostros de ilusión por la vida y el teatro que pone a lo largo de la película son simplemente magníficos. Es difícil ver la emoción que pone el personaje por la interpretación, y no ilusionarse a su vez como espectador.

El resto de actores jóvenes, menos conocidos después, también hacen grandes papeles.

No me resisto a añadir que la película fue de las que marcó una generación. Acercándose a los 20 años de su extreno, todavía muchos de los que entonces éramos adolescentes repetimos de vez en cuando ¡Oh capitán mi capitán! como frase de rebeldía.

Ni siquiera como musical es gran cosa, los números no se engarzan bien en la historia, que es muy simple y a ratos muy poco creíble, tienes que suspender mucho el espíritu crítico para creerte la historia.

Me da la impresión de que ni los propios actores se toman la historia en serio.

Muy inglesa, con todo lo que eso tiene de positivo: Sacando a las dos protagonistas femeninas, todo lo demás huele a inglés: la hermana pequeña, el marido, los padres de la novia.

Todos los personajes cumplen un rol y una función en la trama, todas las frases tienen sentido en uno u otro momento de la película, todo tiene un sentido. El guión está bien cuidado, el ritmo es delicado para una historia que debe ser contada sin prisas y con tiempo suficiente para que los personajes evolucionen.

Todo en general me ha gustado, con un sobresaliente para el marido y para el guionista.

Ninguno de los dos actores está a la altura, no se les nota disfrutar el papel, no se lo creen, y el romance entre ellos es... inexistente, nula química. Realmente Rihanna hace un papel más convincente que cualquiera de ellos. Ethan Hawke podría darle más empaque, pero su papel es pequeñísimo, como el de John Goodman. Parecen puestos ahí para poder figurar como reclamo, no para dar sostén a sus personajes. Clive Owen sí tiene bastatne más metraje y su papel es quizás el más convincente, pero ni por esas.

A partir de dos personajes tan planos la historia es difícil de encarrilar, y más cuando es una historia muy lineal que no te sorprende en ningún momento.

La parte del imaginario es lo único que se salva, un poco, en la película. Realmente esperaba más en esa parte, esperaba una locura de cosas entremezcladas, pero estando esa parte bastante mejor, no alcanza a salvar una película que se queda sin alma.

Quizás como destacable, en negativo también, es el guión. Los diálogos parecen tener 35 años, parecen de principios de los 80, y el público ha evolucionado mucho desde entonces. Me resultaron forzados, sin chispa, sin humor, sin pasión...

Katharine Hepburn, Cary Grant y James Stewart; y por si fuese poco están dirigidos por George Cukor.

Con esos ingredientes es difícil hacer una mala película, pero el hacer una película extraordinaria no es menos difícil, y esta es sin duda una de las mejores comedias de la historia. Un argumento sencillo, unos cuantos enredos, muchos magníficos toques de guión, Cary Grant en una de sus mejores interpretaciones junto a la gran diosa de la pantalla en un espectacular pulso interpretativo. Y un James Stewart que se llevó un Oscar por esta película, nada menos.

Todos los secundarios rayan a gran altura. Gran fotografía, gran diseño de vestuario, gran... todo.

No soy capaz de ser objetivo con esta película, es demasiado buena.

:)