Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Rosa Panadero
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
5
25 de septiembre de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie se explica cómo America, The land of the Free, the Home of the Brave, sigue en pie después de tantos cataclismos.

Un país que parece que hace magia para atraer todos los desastres naturales, nucleares, científicos, glaciares, asteroides asesinos y venganzas mundiales. Luego se hacen los ofendiditos y se unen para dejar claro que ellos son un país al que todo el mundo desea ir para … ¿protagonizar hecatombes en las pantallas?

Pues eso que Gerard Butler, el de 300, el mejor guardaespaldas del presidente, protagoniza nueva versión post-corona virus sobre el #FinDelMundo.

Así que si has sobrevivido a la pandemia y estás leyendo estas líneas, que sepas que Hollywood te manda un mensaje encriptado: lo siguiente es refugiarse en #Greenland. No es spoiler, es el título de la peli.

Por Groenlandia sobrevuelan los aviones con rutas desde Asia a Estados Unidos. Suben suben suben, y luego bajan en picado hasta los Grandes Lagos y ya viran hacia Nueva York, Chicago o Los Ángeles. Pues eso, que antes de aterrizar en territorio sioux, te bajes del avión en Groenlandia, que te protegerá de los meteoritos en un refugio secreto.

Porque todo lo bueno es clasiffied. Si #China quiere comprarse el #PoloNorte y a #EstadosUnidos no le hace gracia tener nuevo vecino al que ver cómo tiende la ropa desde Alaska, por algo será.

El guion se equilibra a partes iguales en tensión para él y para ella. La mami luce un cutis impecable a pesar de los imprevistos, mientras que a Gerard le vendría bien plancharse las arrugas (mea culpa por el #microfeminismo).

Hay mucho desmadre cuando la gente empieza a correr como pollos sin cabeza para atracar tiendas y robar coches porque las autoridades hacen la vista gorda con el sálvese quien pueda. Por momentos, parecía más catastrófica todavía que San Andrés, pero nos faltaba el ingrediente de la selección darwiniana (léase Gobierno) que sí tiene GreenLand. Basta decir que la selección natural dejaría fuera cualquier enfermo crónico. Ojito con el azúcar y los triglicéridos si quieres triunfar, es el segundo mensaje de Hollywood.

Y si en Passengers Jennifer Lawrence se lanzaba a una nueva vida en otra galaxia rodeada -en principio- de bellos durmientes congelados varias décadas, a Butler nos los quedamos en la Tierra. Bueno, se lo quedan los y las supervivientes de Groenlandia, que conforman el arca de Noé en versión profesional, en lugar de parejas de animales.

Los efectos especiales recuerdan entrañablemente los fuegos artificiales de cualquier feria de pueblo que este año no hemos podido disfrutar. Increíble que cuando llueve fuego del espacio, los canales de televisión sigan grabando desde drones y helicópteros. Es lo que tiene el cine, que hace posible lo imposible. Y de paso, aprovechando la catástrofe natural y la magia del cine, arreglas tu matrimonio. Ay, que siempre lo dejas en tareas pendientes…
Rosa Panadero
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
2 de septiembre de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Quién diría que la sierra eléctrica de Silvia Abril en “Bajo el mismo techo” daría 1,1 millones de euros en la semana de estreno!! Después de una singular puesta en escena para los Goya, que la actriz presentó en Sevilla junto a su marido, Andreu Buenafuente, el público ha premiado a la intérprete con este tirón tan impresionante. ¡Felicidades, Silvia!

Y ahora, vayamos al grano:

Nadie le dijo a Jeff Bezos que viera Bajo el mismo techo antes de lanzarse en su idilio con la news anchor Lauren Sanchez. El planeta entero está pendiente del divorcio entre MacKenzie y el fundador de Amazon y propietario del Washington Post, y el enemigo del tupé rubio que filtró el romance ríe desde Washington DC mientras construye el muro entre los cónyuges.

Pero somos como el inquilino de la Casa Blanca: creemos que la inversión en ladrillo es más segura y que los chinos nos salvarán la economía, sin embargo, son las peores leyendas urbanas que se escuchan en la barra de un bar, y su aplicación es letal al combinarlas en la coctelera emocional de una parejita con el nido vacío y en pleno divorcio.

Lo más pavoroso de esta comedia es que, al contrario de Mr. & Mrs. Smith o La guerra de los Rose, nacidas de la imaginación, Bajo el mismo techo está inspirada en la realidad: una pareja en los cincuenta con visiones sobre el mundo totalmente opuestas.

Por un lado, un marido calvo y fofo, vendedor de coches que sueña con ver el fútbol en un televisor de plasma; por otro, una esposa fundadora del primer sexshop para mujeres en España y nieta de la primera divorciada durante la República, de actitud más transgresora. Definiéndolos en dos palabras a cada uno, el casposo ordinario y la activista soñadora. El marido se mueve en piloto automático hasta que ella le presenta el divorcio por su dejadez, desidia, abandono, apatía, flojedad e inercia en su vida conyugal. “Sólo ves lo que hay delante”, le recrimina ella. “Eres la Steve Jobs de los consoladores”, le acusa él, y dado que el estatismo le conviene, sus idas y venidas para que su esposa reconsidere la ruptura serán las típicas, pero al final se ve obligado a abrazar el cambio: “Los años que me quedan no los quiero pasar contigo”.

https://www.yellowbreak.com/bajo-el-mismo-techo/
Rosa Panadero
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
2 de septiembre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un título como Un amigo extraordinario no se puede describir mejor a Tom Hanks, el arquetipo de vecino americano. Sólo le quedaba, después de hacerse mayor saltando en un piano gigante en una tienda de juguetes, ponerle su arte a un peli sobre Fred Rogers, el mejor amigo de los niños estadounidenses durante treinta y tres años.

En España, Barrio Sésamo nos educó con lo de “Cerca … Lejos”, aprendimos a contar hasta diez apagando candelabros con el conde Drácula a ritmo de relámpagos y rayos, y le dimos la coña a Blas con lo de “Blas la lleva”, así en bajito, para fastidiar a ese tipo con cara de plátano y jersey de rayas. Nunca tuvimos un Mister Rogers, aunque los Lunnis y Lucrecia se esforzaron, generaciones posteriores, en crearnos una amiga adulta que cantaba y tenía rastas de colorines.

Mister Rogers es la encarnación de la bondad. Explícale a un niño que un hospital es donde vas cuando estás “herido”. En Madrid, al menos, el hospital es la antesala del Palacio de Hielo. O explícale que la muerte es algo humano, y que de todo lo humano se puede hablar. Nosotros seguimos con lo de “ojos que no ven, corazón que no siente”, porque no vimos 40.000 ataúdes, así que la pandemia no existió. Cuando mira a la cámara, Mister Rogers mira al corazón de los niños. No es fácil explicar las cosas a un niño sin echar mano de las mentiras piadosas. Por eso su valor es tan importante.
Es más difícil ver a Mister Rogers que los ataúdes, porque la auto-gestión de la ira nos exige mirarnos hacia dentro

Eso le pasa a Lloyd Vogel (Matthew Rhys), el periodista de Esquire “castigado” con entrevistarle.

Una persona normal, con las rencillas familiares típicas, que estalla si le tocan las narices. Un día de furia en plan Michael Douglas lo puede tener cualquiera. Todo lo que rodea a Lloyd es fácilmente reconocible para todos: un bebé que requiere toda la atención de la madre, la falta de interés de la esposa por reincorporarse a su vida laboral, un abuelo que sale de la nada para ajustar cuentas antes de morirse,…El mundo de Lloyd Vogel es nuestro mundo. El resto es irreal. Cómo decirlo, el mundo perfecto de un programa infantil.
Ganar la batalla de la paz interior a largo plazo

Digamos que Mister Rogers es un experto en mindfulness, en el aquí y el ahora. “Lo más importante en mi vida ahora mismo es hablar contigo por teléfono, Lloyd”. Sólo hay que dejar pasar los malos pensamientos, no retener esas ideas tóxicas que nos autodestruyen.

En algunos momentos viendo la película, pensé en “Olvidado Rey Gudú”, en ese corazón de sarmientos que describe Ana María Matute. Poco a poco nuestros sentimientos se secan como sarmientos. Mister Rogers riega los corazones para que no se sequen.

A la larga, alinear las constelaciones para conseguir la paz interior depende de cada uno. Sólo hay que trabajárselo un poco. Y de paso el mundo será un lugar mejor para vivir. Como aconseja Mister Rogers a los niños. Y a los adultos. Date por aludid@.

https://www.yellowbreak.com/un-amigo-extraordinario-mister-rogers-es-tom-hanks/
Rosa Panadero
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
2 de septiembre de 2020
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Érase una vez. El comienzo entrañable de los cuentos es poco menos que sarcasmo viniendo de un director como Quentin Tarantino, que en su novena película Érase una vez Hollywood utiliza el asesinato de Sharon Tate el 9 de agosto de 1969 en Cielo Drive como fondo para narrar el fin de una etapa.

Q.T. nos regala una masacre con gracia al final, y sólo unos cuantos puñetazos en un par de ocasiones con Robert Redford frente a Bruce Lee, y con Paul Newman vestido casi siempre de vaquero.

Evidentemente la pareja de guapos no aparece pero Brad Pitt (Cliff Booth) y Leonardo DiCaprio (Jake Cahill) sí, impostando los gestos y tonos de los nombrados, aunque sin dar “El Golpe” en plan “Dos hombres y un destino”, ni Sundance en el horizonte ni mucho menos caballo al que susurrar.

Tarantino recrea en Érase una vez Hollywood el final de los estudios de Hollywood con ranchos y decorados abandonados, hace guiños a tantas películas y títulos como siempre, incluidos los spaghetti westerns italianos de Corbucci, que firmaron el fin de una era de vaqueros y hombres duros caricaturizados por Quentin aquí. La artística escena de Ofelia flotando en el agua es un digno toque shakesperiano.

El reparto es menú para todos los gustos, con Margot Robbie haciendo de guapa adorable (Sharon Tate), Al Pacino como agente de actores, Lena Dunham como seguidora de Manson, además de Kurt Russell, Dakota Fanning, Luke Perry, Emile Hirsch,… todos muy creíbles, a la espera de que ocurra el desagradable desenlace que ya se conoce antes de que empiece la peli.
No es un biopic

Pero no ocurrirá así porque no es un biopic. El argumento aleja el foco de la pobre Sharon para ponerlo en el vecino de abajo, aunque las fechas siempre mantienen el lazo con el asesinato que conocemos.

Es como ir a ver Apolo XI sabiendo que Buzz Aldrin dará un gran paso para la Humanidad allá en la Luna gracias a las Figuras Ocultas o que en Kursk ya estemos preparados emocionalmente para el submarino que acabará en el fondo del mar con la tripulación dentro.

Las casi tres horas se pasan rápido midiendo cómo Pitt imita los gestos de Redford, un poco a la manera de Taron Egerton en plan Elton John —es complicado encarnar a alguien que todavía existe—, y viviendo en paralelo el ocaso prematuro de una estrella jubilada por la insaciable industria cinematográfica.

Hay una recreación en las estrechas chaquetas de cuero masculinas frente a la new wave hippie con sus corpiños de ganchillo, cuyas portadoras reivindican que la artesanía de la abuela es socialmente más ética que la producción industrial mientras están pegadas a la tele, dignas precursoras de las feministas de batucada.

Los sentimientos heridos del hippie macho del rebaño mayoritariamente femenino evidencian que, una y otra vez, siempre hay una generación blandita que anhela que un día la ternura cambie el mundo. Nada más lejos de la realidad. Una vez empoderados, la venganza es el primer ajuste de cuentas.

https://www.yellowbreak.com/erase-una-vez-hollywood-mas-tarantino/
Rosa Panadero
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
2 de septiembre de 2020
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cuesta imaginar cómo era el mundo antes de la irrupción de la telefonía móvil y las redes sociales. Las preguntas del tipo “¿Cuándo erais pequeños teníais tele, papá?” se podrían explicar con las escenas bucólicas de niños jugando en la calle durante en unas vacaciones sin móviles en la cinta Verano del 84. En fin. Corramos un “estúpido velo” sobre la inocencia, porque los protagonistas de la película andaban ya en la etapa de robarle la revista American Men Boudoir del buzón del vecino para luego relajarse a solas.

No vamos a decir que un thriller de impúberes aburridos en verano tenga fines didácticos para educar a los adolescentes de hoy, y menos con la anécdota de las revistas Men, cuya necesidad cubre ahora Instagram –la cosa está que arde de voyeurs con los biquinis de la difunta Gigi Wu y el revuelo armado con Cristina, relacionada con Kiko Matamoros–, así que qué mejor propuesta para matar el tiempo que inventarse que el asesino en serie es el vecino de la puerta de al lado.

Entre espiar con los prismáticos los cambios de ropa de la vecina cañón que vive en la casa de al lado –escena que podría pertenecer a cualquier película por falta de imaginación– y reunirse en la casa del árbol, otro topicazo yanqui de la bucólica vida de los suburbs, transcurre el verano de tres adolescentes que se cuentan sus avances a través de walkies talkies de GiJoe, unos trastos vintage que ahora se venden en eBay y Wallapop.

La teoría del vecino asesino parece una frikada de adolescentes, y como todo en aquella época, será negado por los adultos típicos de una época en la que todavía se imponían castigos sin salir. Pero ser menor de edad no implica automática no tener razón, por lo que desmontarle la coartada al poli ejemplar de la comunidad no será tarea fácil. Pero no te preocupes, todo en Hollywood tiene final feliz (o casi, sin descontamos a los secundarios degollados).

https://www.yellowbreak.com/verano-del-84/
Rosa Panadero
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow