Me gusta demasiado la navidad, y pocas cosas son capaz de arruinarla. Una de esas cosas es sin duda Ben Affleck.

Además el peor Ben Affleck posible, el de principios de los 2000. Todo mezclado en una película navideña con un humor de wannabe no se qué que la hace infumable a todos los niveles. Ni siquiera fui capaz de entender un pretexto en una película que directamente ofrece un personaje principal detestable y plomizo, que parece estar viviendo en una dimensión paralela a la que ninguno de nosotros quiere ir.

La última opción que debéis considerar para navidad.

Es una película que consigue atrapar por su idea, por su canto de libertad, de vacaciones de la vida y de muchas cosas más. Su buen reparto y buena voluntad a la hora de presentar a los personajes ayuda a que a gente como yo, que no nadamos cómodos en este género, entremos de lleno en una historia de amores imposibles y cruces de caminos.

Su duración es larga, pero tiene un buen ritmo potenciado por buenos cortes que dejan con ganas de más. Únicamente su final, con demasiadas preguntas y dudas, enturbia una película que durante mucho tiempo me pareció de notable. Una buena opción navideña que resume un poco la magia de esas películas románticas no excesivamente pastelosas para un público mayoritario.

Bueno, no es Batman de Nolan, pero si sabéis a lo que vais no es como para decir que es una decepción o que la película está mal hecha. Claro, aquí importa mucho tu relación con Martin Lawrence, absoluto protagonista de esta ida de cabeza mental, tan gracioso como cargante a veces. He de decir que soy de los que se ríen lo suficiente como para que su título en los créditos despierte mi interés. No me queméis por ello.

Con todo ese contexto, El Caballero Negro es aceptable. Una mala película, claro, pero no venimos a ver aquí Ciudadano Kane. Me parece una película con cierta imaginación, que está al servicio de todas las escenas que se te pueden venir a la mente en esta situación, sí, pero que igualmente no llegan a aburrir.

Eso sí, cuidado con el final, uno de los peores que he tenido el placer de presenciar. Terrible.

Como spin-off no está mal. Tony Gilroy muestra escenas verdaderamente buenas desde el punto de vista cinematográfico y también comercial, pero no consigue calar todo lo que debería.

Partiendo de que no soy el mayor fan de la saga Bourne, o mejor dicho, de este género de pinganillos y salas llenas de monitores con servicios de inteligencia de por medio pilotando conspiraciones a escala mundial, digamos que la trilogía inicial me gustó, aunque no creáis que puedo decir mucho de ella porque la he olvidado por completo. Quizá por eso, me costó mucho entrar en calor e incorporarme al hilo de lo que estaba viendo.

Sí que eché mucho de menos a Matt Damon, o al personaje de Bourne en sí mismo, pero con la idea del spin off en la cabeza no es justo valorar dicha ausencia. Jeremy Renner es un digno "sucesor" en el papel principal, y bueno, luego tenemos a Rachel Weisz que podría ser mucho peor. Un perezoso Edward Norton completa un reparto con más nombre que ejecución en la película.

Como subproducto de la saga principal es aceptable, pero sigue dándome la misma pereza ponerme a verla que antes.

A pesar de tener algunas de las escenas más estúpidas y a la vez laureadas en la cultura pop, esta secuela deja mucho que desear. Me encanta la estupidez extrema que tiene, la capacidad de reirse de sí misma y apostar por la comedia, la intención de "hacerlo mal" para que quede bien. Todo eso funciona, y bastante, y me atrevería a decir que me gustó en ese aspecto más que la primera.

Pero desgraciadamente hay un error capital en la película de Lee Harry y probablemente todos sabéis cuál es. La película dura unos 40 minutos. Todo el principio, hasta el minuto 39 (me encargué de quedarme con el dato) es un resumen de la primera película, que por si no queda claro no es Mulholland Drive. 39 minutos que incluyen hasta las escenas más insignificantes de la primera entrega. Un relleno más que innecesario. Lo que viene después, un disparate al que le falta un punto navideño (esta vez el psicópata en cuestión tiene especial repulsa hacia el color rojo navideño).

Mi consejo está claro: ved directamente la segunda parte porque será como ver la primera y la segunda ahorrando tiempo. Eso no va a pasar porque raro es el que va a la secuela de una, así que plantearos seriamente el avanzar la película hasta el minuto 39.