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España España · Madrid
Críticas de Servadac
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Críticas 359
Críticas ordenadas por utilidad
8
31 de agosto de 2008
56 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Thomas de Quincey ('Confesiones de un inglés comedor de opio') hasta Charles Baudelaire ('Los paraísos artificiales') ha habido multitud de artistas que han vinculado la ingesta de opiáceos con la inspiración creativa, la emoción, el cuelgue, el arrebato.

El héroe o protagonista de la peli de Iván Zulueta es el propio cine, en su doble vertiente de imagen y sonido. Y la heroína o femme fatale es la heroína (un opiáceo). Cine y heroína, así, sin miramientos. Una pareja de villanos o vampiros que atacan a sus víctimas también a pleno día. No tienen dientes sino agujas. Sus venas son de celuloide y en ellas atesoran la sangre arrebatada.

La película, mirándote a los ojos, te agarra por los bajos del calzón y dice en un susurro: "Tú, a ver si tienes huevos..."

Y no, yo francamente no los tengo.
Servadac
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7
1 de septiembre de 2007
54 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Antes de la guerra, cuando los vendedores ambulantes vagaban por el país ofreciendo sus remedios caseros, repetían un tradicional soniquete con el que anunciaban una pócima al parecer eficacísima contra cortes y quemaduras. Se metía un sapo en una caja con espejos a los cuatro lados (…). El sapo, sorprendido al verse por todas partes, comenzaba a destilar un sudor aceitoso. Se recogía ese sudor y se hervía a fuego lento durante 3.721 días, removiéndolo con una rama de sauce. El resultado era la maravillosa pócima.”

“Al escribir sobre mí mismo, me siento un poco como el sapo en la caja.”

Así comienza Kurosawa el prólogo de su autobiografía.

Pues bien, yo me pregunto si es posible diseccionar al sapo sin dañar el remedio misterioso que se anuncia en esas líneas.

Lo meticuloso de la preparación, el ritual, todo se funde en una suerte de armonía inexplicable.

Si algo caracteriza a esta película es, precisamente, la magia, o, para utilizar una expresión muy del gusto del propio Kurosawa, el “pez que queda suspendido bajo el sauce sobre el río.”

Dejemos de lado el bisturí. No vayamos más allá. Aliviemos los cortes y quemaduras de la vida con el ungüento milagroso.
Servadac
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8
28 de septiembre de 2008
49 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre es un motor de combustión. Consume cada día el alimento que le permite transformar la energía térmica en energía mecánica. Gracias a ello se desplaza. Cinética e inercia lo hacen deambular por su rutina, en un delicado juego de presiones. Con el pistón que alberga en su cerebro, transforma la linealidad de su existencia en un continuo movimiento circular. El mecanismo clásico de biela-manivela. Un sistema de válvulas cardíacas controla la presión de los fluidos.

Si la presión en la caldera o pecho es excesiva, se hace necesario abrir la válvula de escape.

[...]

Con ello, el vapor es liberado. Y la máquina del hombre vuelve a su rutina.
Servadac
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8
11 de febrero de 2013
45 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Buscas vivir, como el perro busca el hueso.” (Edmond Jabès)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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7
1 de febrero de 2009
49 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante, un 6, con una sola frase o plano interminable, la steadycam, a tientas, en busca de una forma, queriendo vislumbrar la historia de San Petersburgo, nunca en esta cinta Leningrado, champagne de tres centurias, cada una de sus miles de burbujas retratada, aristócratas rientes, danzarines, zares, Puskhin, airado con su esposa, Pedro, furibundo, reproduciendo con su gesto el gesto de los cuadros, la realidad, qué duda cabe, imita siempre al arte, la nieve afuera, Glinka, Valeri Gérgiev batuta en mano y elegante, un europeo chuchurrío, con trazas de marqués o sifilítico incurable, se erige en falso cicerone, despistado, observa, espía casi, se extravía, testigo sordomudo, Sokurov le pone voz al Hermitage, su propia voz, la voz del director, cómo lograr que la inflexión encaje y armonice en cada movimiento planeado e imposible, cómo fundir la voz en la secuencia, sentir la misma pulsación, el mismo tiempo subjetivo, la cadencia, cuando la cámara no deja de moverse, el reflejo de la luz en el óleo de los cuadros, la cámara se escora, pintando diagonales, ahí está, jamás desaparece, ahí la tienes, puertas abiertas y cerradas, pasillos tenues, un ensueño, se diría, persiguiendo aquello que hay de Historia en el palacio, puente colgante entre la Europa de las luces y la Rusia de los zares, Catalina, el jinete de bronce, la dama de picas, la cena final de Nicolás II, el baile de Natacha, la cámara no quiere entrar en el invierno del bloqueo, ya suena la campana, acaba el recital, riadas nobiliarias hacia el exterior, los cuadros y esculturas quedan dentro, ya forman parte del museo, las salas se vacían, la cámara se hunde en el trasiego de los pasos, parece deslizarse hacia la puerta de salida, cesura o pausa, la cámara se gira y abre al Neva, no era la voz del director, ni la presencia constante de la steadycam, ni la serie de obras maestras visitadas sin un solo parpadeo, el arca mira al río, con ese cuadro abstracto, el único de la película, la cámara despega, y así comienza su viaje, un 7.
Servadac
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