«Joaquim» es el séptimo título de la saga Libertadores y, puedo adelantar ya que es, a mi juicio, la que más calidad tiene tanto narrativamente como en su puesta en escena de todos estos largometrajes dedicados a los los libertadores de América.

Esta película nos narra el devenir de Joaquim José da Silva Xavier, conocido como «Tiradentes», un soldado al servicio de la corona portuguesa que pretende sin éxito medrar y ascender en el escalafón social, cosa que le será imposible y que sembrará en él un resentimiento social que desembocará en su adhesión a un movimiento secesionista brasileño.

A diferencia de los demás largometrajes de esta saga Libertadores, Joaquim es presentado de una manera más compleja y poliédrica, alejado de la veneración que se tienen a figuras como Bolívar, San Martín, O'Higgins o José Martí. Aquí encontramos a un hombre sucio, codicioso y visceral, que posee un esclavo, que tiene amores con una esclava negra y que utiliza su estatus social para aprovecharse de mestizos y negros; pero está alineado porque no pertenece a las clases altas y búsquedas ni siente cercano a los indios, negros o mestizos, por lo que su resentimientos ante la debacle que empezará a tornarse su vida le hará abrazar la causa de la revolución.

Formalmente tiene una puesta en escena muy buena, un vestuario y una fotografía soberbia y un guion muy sólido. Las interpretaciones son todas estupendas y el ritmo narrativo pausado, pero el personaje de Joaquim siempre está en constante evolución y desarrollo. El espectador acompaña a Joaquim es su tensión interior y en su frustración. Del mismo modo que la película arranca con Joaquim ya decapitado y contando su historia (emulando el inicio de «El crepúsculo de los dioses» del genial Billy Wilder), no obstante el final de la película se desinfla un poco en su última escena, aunque esto no mancha todo el buen hacer anterior de su director Marcelo Gomes.

Una gran película que en espíritu y en tempo narrativo me ha recordado a la portuguesa «Mosquito» de João Nuno Pinto.

«Revolución: El cruce de los Andes» del director argentino Leandro Ipiña es la aportación argentina a la Saga Libertadores que ideó el actor y productor español Sancho Gracia.

En este largometraje se narra el cruce de los Andes, un hecho decisivo para la emancipación de lo que hoy es Chile y Argentina. A través de una analepsis el antiguo amanuense del general José de San Martín nos introduce en esta campaña militar.

Tanto la puesta en escena como las actuaciones y la fotografía son correctas, aunque la dirección es bastante floja.Pero el verdadero problema de «Revolución: El cruce de los Andes» es la falta de emoción y la falta de garra durante prácticamente todo el metraje. Es cierto que hay algunos chispazos en algunos momentos de la película pero quedan como algo anecdótico dentro del profundo sopor que provoca la película, pues todo es demasiado previsible.

Una película realizada con todo el potencial que tiene una cinematografía tan potente como la argentina pero que cuenta con un guion bastante flojo y con una dirección mediocre e incapaces de insuflar aire y sacar a este espectador del cruce del aburrimiento.

«Hidalgo: La historia jamás contada» dirigida por Antonio Serrano es la aportación mexicana a la Saga Libertadores.

Al igual que los largometrajes dedicados a Simón Bolívar y José Martí, en esta película se inclinan por intentar acercar al hombre detrás del mito, un Miguel Hidalgo bebedor, mujeriego y apasionado del teatro. Un hombre empapado del espíritu los valores de la Ilustración y la Revolución Francesa. Lejos de una imagen más hierática, intenta mostrar a un hombre bastante complejo pero, desde mi humilde punto de vista, el retrato de Hidalgo se queda nadando en la superficie. Y puede que esto sea el problema de este largometraje, la constante sensación de que la película es demasiado anecdótica y subraya demasiado el carácter jovial y lujurioso del protagonista, pero no vemos una evolución en el personaje, tal como lo encontramos lo abandonamos sin más cambio que las canas que peina.

La puesta en escena es bastante vistosa, con una buena fotografía y unos paisajes hermosos, unas interpretaciones aceptables pero esto no es bastante para hacernos pasar por alto un guion tan sumamente pobre y una dirección sin alma. Tras ver esta película uno no tiene la sensación de comprender la dimensión de un personaje tan importante y complejo para la historia de México como Hidalgo, simplemente hemos asistido a las fiestas de un cura verbenero y edulcorado para encajarlo en el relato oficial.

En definitiva una película que visualmente es potable pero argumentalmente muy por debajo de lo que esperaba.

«José Martí: el ojo del canario» del director cubano Fernando Pérez se enmarca dentro de la Saga Libertadores coincidiendo con el segundo centenario de las primeras luchas contra la hegemonía española en América por parte de los criollos.

En este largometraje nos narra los primeros años de vida del poeta y político cubano José Martí, dividida en dos partes bien diferenciadas: infancia y adolescencia. Durante toda la película hay un enfrentamiento en ocasiones latente y a veces abierto contra la autoridad del padre, un militar español, que desembocará en una ruptura de la estabilidad familiar a causa de las ideas de Martí. Siendo esto una clara alegoría de la ruptura entre las nuevas ideas revolucionarias Cubanas (Representadas por José Martí) y la cuestionada autoridad de España sobre la isla (representada por el padre), mientras que la madre y las hermanas de Martí se encuentran enmedio de este fuego cruzado. Aún así, la película es bastante ecuánime y no es maniquea, los valores que el padre inculca al hijo se podrían interpretar no como una ruptura entre Cuba y España, sino como la emancipación de un hijo para andar su propio camino aprovechando las enseñanzas y los valores inculcados por el padre.

Formalmente bien rodada, mantiene bien el interés y los personajes no son planos. Actuaciones contenidas y para nada sobreactuadas e histriónicas, una gran dirección de actores por parte del director que plantea una historia interesante, aunque formalmente no muy original y con una puesta en escena sencilla pero que acompaña perfectamente al relato. Quizás le podría faltaría al personaje de Martí un agón, un remordimiento o un momento de duda entre la fidelidad a su familia y a la causa que ha abrazado y que no existe en la película. He echado de menos que más allá de su adhesión política de Martí no estuviera jalonada la película por los versos de este gran poeta cuya obra literaria es patrimonio de todos los hispanohablantes.
Pero siendo el héroe nacional cubano es comprensible que se le quiera representar como un hombre sin flaquezas. Una película interesante.

«Taita Boves» es el segundo largometraje que Luis Alberto dedica a tres de las figuras más destacadas de las guerras de independencia de Venezuela, siendo las otras «Miranda regresa» (2007) y «Bolívar, el hombre de las dificultades» (2013).

En esta ocasión Lamata adapta de manera libre la novela «Boves, el urogallo» de Francisco Herrera Luque sobre la controvertida figura de José Tomás Boves, un asturiano que en un primer momento abraza la causa "patriota" y que finalmente, tras el maltrato y humillación que sufre a manos de los mantuanos, que no están dispuestos a aceptarlo y a tratarlo como un igual, se une a la causa realista y se convertirá en el caudillo de un ejército de negros, mestizos e indios con el que sembrará el terror por el llano venezolano.
En esta ocasión Lamata acierta en el tratamiento que da a la película, ya que está libre de la veneración que siente por Miranda y Bolívar, y nos presenta a un Boves vengativo, pasional y enloquecido, por lo que el personaje queda menos acartonado.
Uno de los grandes aciertos de la película es la renuncia a contar una historia lineal que hace que las carencias del guión y los personajes poco desarrollados queden disimulados y que la historia adquiera un matiz más onírica o mítica. Las actuaciones y la puesta en escena son correctas, siendo las más destacadas la de Juvel Vielma (José Tomás Boves) y la de Luis Abreu (Juan Palacios), la fotografía muy superior a las de las otras dos películas de esta "trilogía venezolana".
Quizás el aspecto más polémico de la película sea el de presentar a José Tomás Boves como un proto bolivariano que lucha contra la oligarquía venezolana y que diluye su lucha contra los ejércitos de Bolívar y su adhesión al bando realista parece un subterfugio para llevar a cabo sus planes.
A pesar de todos los defectos que pueda tener la película, que los tiene, es una de mis películas venezolanas favoritas y que merece la pena ser visionada, ya que nos muestra a un personaje controvertido e interesantísimo que podremos redescubrir mejor en la novela «Boves, el urogallo».