Extraño y fallido intento de continuar la miniserie creada por Tobe Hooper dando lugar a un despropósito film vampírico donde los chupasangres se han convertido en seres "civilizados" que ya no atacan a los humanos sino que se alimentan de vacas (esto siempre y cuando no vaya a parar al pueblo un autobus lleno de turistas extraviados).
Personajes vacíos, efectos especiales de risa y una trama insólita dan como resultado esta peliculita que los aficionados al terror apenas recuerdan por motivos más que justificados.
Sólo para incondicionales de Larry Cohen.

La que es por el momento la última película del prolífico e incomprendido director Jesús Franco se podría definir como bien reza la frase promocional: Una experiencia audiovisual.
En este film que está más cerca del mediometraje que del largometraje nos encontramos con una supuesta trama de asesinatos e investigación policial como una excusa para mostrarnos más de media hora de la genial música de jazz del compositor Gulda con imágenes desdobladas de Paula Davis bailando de manera provocativa frente a la cámara para continuar con una escena lésbica de más de diez minutos.
Todo en esta película está rodado bajo mínimos; mismo espacio reducido, tres actrices y un guión prácticamente inexistente.
Es una película que no se puede recomendar a cualquiera que no conozca de antemano los experimentos a los que nos tiene acostumbrados el genial Jesús Franco.
No es ni de lejos una buena película pero sí es un film muy personal y atrevido que pasa por encima de los cánones impuestos por el sistema cinematográfico y en esto se basa la esencia del verdadero cine.

Una exquisitez cutrona, desvergonzada y divertida a partes iguales perpetrada por el inefable Jesús Franco. Una película torpe, extraña y más cercana al cine experimental que a la comedia al uso. Segunda parte de "La sombra del judoka contra el Dr. Wong", en esta ocasión, el Dr. Wong se encuentra casi arruinado tanto económica como físicamente hasta que su hija Tsai Ming (impagable Lina Romay) le propone secuestrar a la hija de un millonario para cobrar una gran recompensa. A partir de esta trama tan manida y sosa, Jesús Franco nos deleita con una sucesión de "gags" hilarantes y absurdos, más cercano al cómic underground que al cine. Obviamente no faltan las escenas eróticas (que se hacen bastante lentas, lo único que desvirtúa un poco el resultado) concluyendo con un desenlace tan brusco que apenas te lo ves venir pero tan original como todo el conjunto.
A destacar el doblaje de los personajes, los bocadillos a modo de viñeta, el atrezzo y el infierno virtual que da título a la cinta.
Sus diálogos absurdos también son dignos de alabanza: -¿Tú por qué siempre vas con el culo al aire? pregunta el Dr. Wong a Loba, su esbirra. -Porque usted me lo ha pedido-, responde ésta.
Una maravilla digital no apta para todos los públicos pero casi obligatoria para cualquier fan del cine más gamberro y desvergonzado.

De la unión de Jesús Franco con la productora independiente One Shot, ésta puede ser la más bizarra de todas sus películas. Casi un videoclip rodado a toda prisa, con sus colores chillones y su escenografía de cartón piedra, "Mari Cookie" es un film inclasificable incluso en la filmografía de su director. Su planteamiento es risible y torpe, sus personajes no son más que arquetipos que pululan frente a la cámara como si la cosa no fuese con ellos, la malvada que da título a la película interpretada por Lina Romay es una especie de cantante punk diabólica que se transforma en una tarántula de goma con su cara superpuesta en zooms y primeros planos (que abundan, como no podía ser de otra manera). A pesar de todo esto, uno no puede evitar apartar la mirada ante el esperpento y el colorido agresivo, los chistes baratos, los fx risibles y la visión de una Lina Romay con un ceñido traje de cuero y bastantes kilos de más. Y por si no fuera poco, podemos disfrutar del personaje interpretado por otro mito del cine de terror y serie B, la reina de las Scream-Queens Linnea Quigley. ¿Alguien da más?