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Críticas de Demetrio Rudin
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Críticas 100
Críticas ordenadas por utilidad
7
19 de abril de 2006
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre que ha sido encarcelado injustamente por el supuesto asesinato de su mujer escapa de la prisión, y decide cambiar sus rasgos mientras intenta demostrar su inocencia. Una atractiva y desconocida mujer le presta ayuda, porque su padre también fue víctima de una injusticia.

Esta es la historia que plantea la Senda tenebrosa, un brillante ejemplo del cine negro desarrollado durante la década de los 40 y principios de los 50. El guión en si, no rompe esquemas dentro de su género, pero plantea un sólido relato de misterio e intriga, con un ritmo en crescendo que atrapa al espectador de principio a fin. El conflicto que plantea el film centra su base en el personaje de Bogart, relacionado con Lauren Bacall, la cual aporta un magnetismo clave a la hora de enfrentar el desarrollo de la acción. La visión mundana de la obra no disgrega en casi ningún aspecto de la planteada por el género negro, confluyendo elementos dogmáticos: confrontación campo-ciudad, tinte pesimista y melancólico, dualidad paralela entre los ejes de una sociedad corrupta y ahogada en si misma… y como no, una densa y agobiante atmósfera planteada desde las calles del inconfundible San Francisco.

La fotografía es un punto de inflexión al valorar el apartado técnico o visual de la senda tenebrosa. Sidney Hickox convence realizando un esplendido trabajo de captación de exteriores, sin olvidarnos, eso si, de unos más que loables interiores retratados perfectamente a través de un sabio uso de luces y sombras, como ejemplo el apartamento de Bacall con un marcado estilo modernista. Reseñamos también el uso de la cámara en primera persona (subjetiva), como un aporte de originalidad y frescura que ameniza casi la mitad del metraje total de la cinta. Sobriedad y clase definen a la perfección la música otorgada por Franz Waxman. Entre el elenco de actores aparte de Bogart y Bacall, destaca Bruce Bennett, quién lleva acabo una convincente interpretación.

Ejemplar obra negra, necesaria para conocer los pilares en los que se construyen películas míticas del cine americano de la posguerra.
Demetrio Rudin
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6
13 de mayo de 2006
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueve años después de que la USS Discovery se perdiese en el espacio, se envía desde la Tierra una misión conjunta de los Estados Unidos y la Unión Soviética. Para ello viajan al planeta Júpiter, con el objetivo de reactivar al ordenador Hal 9000, que dirigía la nave accidentada, y descubrir así que fue mal en la anterior misión, y el significado de las últimas transmisiones de uno de los tripulantes. El doctor Floyd comanda la misión, que a su llegada a Júpiter se encontrará con el gran monolito negro que la primera misión pretendía investigar.

2001, Odisea dos retoma la historia de su genial versión de 1968. Adaptada al igual que la película de Kubrick de la novela de Arthur C.Clarke, en esta ocasión la historia se traslada hacia un cauce mucho más accesible para el gran público. El énfasis puesto en el desarrollo de personajes y el interés por seguir un orden en la sucesión de acontecimientos marcan una percepción muy distinta de la de Kubrick. Si bien es cierto que la función básica del film es aclarar en cierto modo la enrevesada trama de su original, el planteamiento disgrega demasiado no solo en formas si no también en plasmación de ideas. El desenlace del título sirve como ejemplo claro, para observar la falta de paralelismo entre ambas entregas; el mensaje reconciliador rompe completamente el sentido desarrollado por la saga.

Estéticamente esta segunda parte trata de imitar de forma fallida a su predecesora. La técnica se acerca mucho más al género de ciencia ficción, que al tipo de cine planteado por Kubrick en 1968. Aunque los largos y fríos planos se mantienen, la esencia visual se pierde en la búsqueda de efectividad a favor de la historia. Los movimientos de cámara no son tan agobiantes, únicamente el seguimiento a Roy Scheider dentro de la nave, en la secuencia de la aparición de Keir Dullea merece ser tenido en cuenta. En el reparto no hay mucho que decir, pasable sin más. La música no resulta tan espectacular, las magníficas composiciones clásicas se abandonan, siendo sustituidas por llanas evocaciones a lo sensitivo que llegan a cansar al espectador.

Simple continuación de una mítica película, que merece ser vista por la sencilla razón de hallar las respuesta a las dudas que dejaba en el aire la versión de finales de los sesenta.
Demetrio Rudin
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7
27 de febrero de 2006
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Helen es una sirvienta muda que está empleada en una mansión. Al mismo tiempo, un psicópata asola la región matando mujeres con algún defecto físico. Esa noche, el caserón queda aislado por la lluvia y a oscuras; el asesino aprovechará para atacar...

La escalera de caracol es una acertada película en líneas generales. La acción tiene lugar en una sola unidad de tiempo y espacio, durante una noche a principios de siglo, en una misteriosa mansión situada a las afueras de un pequeño pueblo. La trama no aporta, en este sentido, muchos detalles del lugar ni del conflicto dramático, prefiriendo centrarse en el estudio psicoanalítico de sus personajes: Helen, una chica muda desde que sufrió un shock en su infancia, Parry, un doctor con carácter, enamorado de Helen, Albert, un tranquilo profesor que comparte con su hermanastro Steve un pasado marcado por el desprecio de su padre, un hombre fuerte y mujeriego que no admitía la debilidad de sus hijos. Siguiendo la estela de tan dispares personajes el guionista Mel Dinelli, apoyado en la novela “some must watch”, nos sumerge en una historia de ciertos tintes criminalistas entremezclados con algún que otra influencia bizarra. En el sentido estricto de la crítica el film resulta bastante clásico, no solo desde su sólido argumento, sino también desde la estética visual aportada por el siempre trabajador Robert Siodmak.

Como ya enunciaba, la cinta se presenta bastante trillada desde el punto de vista formal, únicamente los primeros planos del ojo del asesino y anecdóticas vistas subjetivas se separan de la dirección más convencional del género. Cabe destacar, eso si, el perfecto uso del factor climático (tormenta y lluvia), así como el escaso empleo de la luz con fuertes contrastes para crear un ambiente perturbador, vital a la hora de atraer al espectador. El reparto conformado por Dorothy McGuire y George Prent como protagonistas lleva a cabo un aceptable trabajo. La banda sonora también se muestra eficiente combinando excelentes partituras que refuerzan los momentos de máxima tensión del film.

En conclusión, nos encontramos ante un largometraje elegante y bien llevado, recomendable para todo aquel que quiera disfrutar de una interesante obra negra. Como apunte final tengo que decir que existe una versión posterior de 1975, dirigida por el británico Peter Collison.
Demetrio Rudin
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10
20 de marzo de 2006
31 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un grupo de gángsteres llega a un bar de carretera en el desierto de Arizona, con el propósito de tomar a los ocupantes como rehenes. Entre los cautivos se encuentra un escritor que acuerda un extraño pacto con ellos.

El argumento del bosque petrificado adapta una famosa obra teatral, estrenada a principios de 1936 en Broadway. La trama que nos presenta la película nos traslada al sórdido desierto de Arizona, un emplazamiento inmejorable para narrar una peculiar historia acaecida a unos personajes totalmente opuestos entre si. Quizás sea el magnífico trabajo realizado a la hora de esbozar a los personajes el mayor acierto del film. En este aspecto el espectador se va a encontrar con Squier, un trotamundos que no fija un rumbo claro al que dirigirse, Mantee, un criminal frío, acorralado en un remoto lugar de la América más profunda, Gabriela, una joven soñadora que ha pasado la mayor parte de su vida en una gasolinera alejada de la civilización, el abuelo, un viejo que encuentra en el secuestro posiblemente la última aventura que pueda vivir… este amplio elenco de personajes se va a ver incrementado por unos sobrios diálogos y por unos duelos realmente magníficos destacando el que mantiene Squier con el propio Mantee, dos personalidades opuestas, pero no muy alejadas en el destino que les espera. Como detalle cabe decir que el film apela a una cierta crítica hacia las condiciones laborales del momento y a la impotencia de acabar con el gangsterismo por parte del Gobierno, crítica tachada como antiamericanismo.

La estética de este título resulta bastante teatral, enfocada sobre todo al guión por encima de cualquier valor visual. A pesar de ello Archie L.Mayo cuaja una estupenda dirección, destacando sobre todo la excelente presentación de la banda de Mantee; una ágil combinación de planos detalle acabando con una perspectiva general de todo el grupo. La fotografía también es un factor muy importante a la hora de crear una cálida atmósfera a pesar de la situación, Sol Polito trabaja con una gran profundidad de campo enfocada dentro de un espacio ideal para desarrollar un conflicto dramático. Dentro del reparto encontramos a Humphrey Bogart, que aunque no contaba con el apoyo de la productora para el papel, consiguió lanzar su carrera en el cine gracias a una perfecta encarnación de Mantee. Entre el resto de actores/actrices hayamos a Leisle Howard, quien logra una buena interpretación y a Bette Davis nueva estrella de la Warner por aquellos tiempos. La banda sonora que solo hace acto de presencia en marcados momentos de la trama, presenta partituras orquestales con predominio de viento/metal que crean un clima de tensión.

El bosque petrificado es un largometraje conocido por suponer el primer papel de importancia del mítico Bogart; pero apartándose de este hecho el espectador se va a encontrar con una maravillosa cinta, acreedora de una interesantísima historia con un final tan desesperanzador, que no dejará indiferente a nadie.
Demetrio Rudin
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7
14 de febrero de 2006
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un sargento detective, Ted Spencer, se camufla como tendero de ultramarinos con el objetivo de descubrir los detalles de un complot terrorista que tiene como objetivo, nada menos, que la destrucción de la ciudad de Londres. Su tienda está al lado del Bijou Cinema, una sala de cine dirigida por Karl Verloc, que en realidad es el cuartel general de los terroristas. La joven esposa de Verloc y su hermano pequeño Stevie desconocen las actividades secretas del cabeza de familia.

Sabotaje es una buena película asentada sobre un argumento sólido y bien estructurado. La historia adapta una conocida novela del escritor polaco Joseph Conrad para dar pie a un intenso thriller con algún que otro rasgo dramático. Londres es en este caso la urbe elegida como escenario para el film; será en esta bulliciosa ciudad donde tenga lugar el transcurso de la trama, una trama amena y bastante sugestiva que conseguirá atraer al espectador mediante una ambigua presentación de personajes: Spencer, un agente británico del que no se revelan muchos datos, Verloc, un hombre aparentemente inofensivo, como advierte el propio Spencer, que no acaba de calar entre el público como un asesino o un cerebro criminal y Sylvia, la esposa de Karl que engloba el papel de victima inocente. En este sentido la obra no apela a un retrato claro de cuales son las relaciones que se establecen entre los personajes, por ejemplo el matrimonio conformado por la pareja de protagonistas resulta un tanto inverosímil y la interacción entre la banda de agitadores tampoco logra esbozarse lo suficientemente creíble; es entonces cuando queda patente la poca importancia que Hitchcock otorga a estos aspectos de sus películas.

En lo estético, es donde este título gana enteros, La excelente labor del director ingles, con magníficos juegos visuales (la pecera que se enlaza con un fundido de la plaza del Picadilly Circus) y un sabio uso de primeros planos consigue enriquecer el argumento del film. Así mismo, el buen plantel de actores (Sylvia Sidney, Oscar Homlka, Desmond Tester) constituye también una baza a favor. Por otra parte cabe destacar la interesante banda sonora de Louis Levy, que combina agudas partituras orquestales que refuerzan los momentos de máxima tensión de la historia.

En resumidas cuentas, Sabotaje es un cuidado largometraje, muy recomendable para todo aquel aficionado de la primera etapa de Hitchcock en tierras británicas.
Demetrio Rudin
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