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Mongolia Mongolia · Escala de Richter
Críticas de Eric Packer
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
7
13 de enero de 2013
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelentes la dirección de arte, el vestuario, la fotografía y la banda sonora de Dario Marianelli, la "innovación" y el mayor pero que le han puesto a esta reinterpretación de Anna Karenina hecha por Wright es el emplear el recurso de la puesta teatral que obviamente es para darnos a entender que la sociedad rusa de entonces era falsa, una representación que no permitía a los individuos ser reales sino actores en función de los parámetros de lo que se consideraba correcto, se me hace un buen detalle de Wright incorporarlo y es justificable. En cuanto a las actuaciones todas se ven fuera de tono, exageradas (quizás la menos sea la de Jude Law como el abnegado Karenin) igual y así son a propósito por lo mismo de la teatralidad, pero pues son too much a mi parecer. La historia pues ya todos la conocemos, o al menos yo sí y aquí no hay una real indagación psicológica de personajes que nos convenza de que tengan vida propia sino que a todo momento parecen títeres manejados por la línea argumental, todo se quiere dar a entender de manera muy sintética a través de los escenarios claustrofóbicos o por cambios bruscos, rápidos de edición: el trastorno por celotipia de Anna Karenina pasa casi desapercibido y ni se entiende muy bien sino hasta ya muy avanzada la trama. No obstante, la escena del baile así como la de la carrera de caballos son muy originales, hipnóticas, la vuelven casi notable a esta versión, que debido a una coreografía claramente perceptible por ratos tiene la apariencia de un musical, de Anna Karenina pero... ah, que feas caras pone Keira Knightley cuando ríe o llora y el Vronsky de Aaron Johnson es por momentos feminoide y se parece a Miley Cyrus con bigote jajaja. Pero con todo y esto, además de su duración, es una buena película, preciosista, sobre todo. En un año en el que se han estrenado varias películas en las que se nos intenta recrear-romantizar el pasado para entender el presente ya sea en adaptaciones libres de obras literarias (Les Misérables) o de hechos auténticos (Lincoln, por ejemplo) es posible que esta sea la que lo haya conseguido de la manera menos aburrida. No hay porqué desdeñarla tanto.
Eric Packer
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8
9 de agosto de 2013
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ocasiones es bueno no hacerle tanto caso a la crítica especializada y más cuando la obra a la que masacran es de un director como Brian De Palma quien jamás ha temido correr riesgos en sus películas más personales con afán de serle fiel a la línea temática que ha manejado desde el principio de su oficio detrás de las cámaras. En Passion (remake de Crime d’amour, el canto del cisne del francés Alain Corneau) De Palma retoma, de una manera muy relajada y hasta casi con puerilidad, el subgénero que más le ha apasionado desde siempre: el thriller hitchcockiano. Desde aquella Hi, Mom (rinde homenaje a Rear Window) a De Palma más que atraerle, le obsesiona la imaginería creada por el maestro del suspenso, por lo cual resulta molesto y hasta penoso leer a estas alturas críticas donde a Brian De Palma aún se le siga reprochando esto, bueno si desde 1970 su estilo es ése, ¿no creen que ya es hora de que lo asimilen? Es verdad que al propio Hitchcock poca gracia le hizo enterarse que Obsession era considerada una nueva Vértigo (contaba con partitura original de Bernard Herrmann y muchas escenas eran obvias calcas a esa película), pero es muy obstinado que críticos le hagan todavía este reclamo cuando Hitchcock lo aprobó a fin de cuentas. La trama macabra de Passion se mueve en el frío y despiadado mundo empresarial, frío sólo en el cascarón porque quienes lo habitan llevan en secreto un fuego incandescente, Christine (Rachel McAdams más bitch que en Mean Girls) va de una encantadora ejecutiva doble cara que maneja a los empleados de una empresa de publicidad como si fueran sus marionetas, Isabelle (Noomi Rapace, sorprendente) es su mano derecha, pero alguien a quien Christine no le permitirá que la sobrepase manipulándola por distintos medios, entre ambas hay una extraña relación de amor-odio y un contraste en personalidad, que se suma a la rivalidad profesional, que desde la primera escena se advierte por el tono de la ropa que portan. El meollo del asunto es que a ambas mujeres se les ha encargado desarrollar la campaña publicitaria para un nuevo smartphone, a Isabelle le viene la idea que las llevará al éxito pero es Christine quien se lleva el crédito, este suceso es el detonante para que se desenvuelva una historia que involucra sexo con máscaras y antifaces, lesbianismo, distintos triángulos amorosos, engaño, una bufanda, un folder rojo con información, venganza, chantaje, un frasco con sedantes, un crimen, el ballet Preludio a la siesta de un Fauno de Debussy, cámaras que hacen las veces de voyeurs y todo lo registran y mucha locura, casi todo en este orden pero claro con mucha destreza y astucia para mantenernos siempre en vilo y deseando respuestas. Ah, cuenta además, por si fuera poco, con una hermosa banda sonora y de lo más atinada compuesta por Pino Donaggio. Es verdad también que en la primera hora todo transcurre de manera muy pausada, pero así tiene que ser para que en esa última media hora de la película nos llegue un maremoto de imágenes hitchcockianas* que son el más bello homenaje que alguien ha podido hacerle en los últimos años al maestro del suspenso sin caer en el ridículo o quedarse en un buen intento como fue el caso de Do You Like Hitchcock? de Dario Argento. Passion es eso, una obra emparentada con Sisters, Obsession, Dressed To Kill, Body Double y Femme Fatale, obras posmodernas pero marcadas, en las que la rotunda efigie de Alfred Hitchcock tiene más peso que el propio nombre de Brian De Palma, su verdadero creador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Eric Packer
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4
20 de julio de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobrevaloradísimo título de Marco Ferreri. Escandaloso únicamente por las escenas sexualmente explícitas y por el renombre de los involucrados en ellas. Aburre desde su prólogo y hasta el final. Provocadora, quizás, en esa ingeniosa idea de fusionar 2 necesidades básicas del hombre y fundamentar la totalidad del metraje de la cinta en ello, la sexualidad y la alimentación, y verlas desde una perspectiva inusual, aunque no impredecible. La premisa de seres que hastiados de sus vidas se recluyen y crean un mundo donde las reglas son impuestas por ellos mismos, para rebelarse ante la sociedad y a la vez exorcizar sus demonios interiores, aunque los finales sean siempre fatales para los personajes principales, no pasa desapercibida, pero el realizador se embelesa más en el impacto gráfico, incluso haciendo uso de elementos escatológicos, y esto ayuda a distraer la atención del espectador, en lugar de adentrarle en la historia. A La gran comilona, como a los personajes que intervienen en la película, valdría recordarles, y sin ser moralistas porque no me refiero a eso, que "nada es con exceso, todo con medida".
Eric Packer
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4
17 de abril de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En To The Wonder Terrence Malick se dedica a filmar la silenciosa y aburrida, casi en forma de documental, dinámica de una pareja desde el inicio hasta el final de su amor (forzándose a no dejar fuera ningún momento en la distintas etapas del progreso de su relación, por trivial que este parezca: sin destacar los buenos por encima de los malos) pero lo que pretende hacer es contar La historia de amor jamás contada (y que incluya todos los tipos de amor: de pareja, entre padres e hijos, el amor a Dios también, al prójimo y hasta a la madre tierra -incluye un drama ambientalista a la Erin Brokovich que en realidad no desarrolla por completo-). Una vez más el director se empeña en hacer poesía de lo prosaico, de la cotidianidad, y se nota el esfuerzo pero no consigue más que un ejercicio de estilo sustentado en la nada, con movimientos de cámara atípicos e imágenes preciosistas que resultan vacuos y se perciben prefabricados, falsos inclusive, escenas de voz en off que son monólogos interiores sin sentido y retóricos que intentan parecer profundos sólo porque sí y lo único que consiguen es ralentizar el avance de esa trama casi ausente de la película. Una mujer de espíritu libre es sacada por el amor de su vida (un Ben Affleck que por enésima vez deja ver que un semáforo tiene mayor capacidad interpretativa que él), de su hábitat europeo y trasladada a la América horizontal malickiana junto a su hija, de los supermercados y los picnics donde todo le resulta extraño pero sin embargo "vivo" en palabras dichas por ella, luego surgen conflictos por los que pasan casi todas las parejas (desencanto, engaños, dejarse, darse una segunda oportunidad, etc.) sólo que aquí todo es capturado en tomas contemplativas antoninianas para hacernos entender el estado anímico de los personajes que siempre parecieran tener gesto de estar viendo hacia lontananza. Ah, también en paralelo plantea un torpe dilema religioso de un sacerdote apático, infeliz, taciturno y que ha perdido la fe en Dios. Por momentos To The Wonder se vuelve irritante: por esa forma de hablar de los personajes como si contaran el misterio del origen del universo en susurros cuando lo que hacen es contar banalidades y ese argumento que parece que no se dirige hacia ningún lado, y sin lugar a dudas el pero más grande es que Malick se repite demasiado luego de haber hecho The Tree of life. No obstante, todo lo que sí excedía The Tree Of Life hace falta en To The wonder: significado. Y al final, luego de 2 horas de haber estado concentrados en la pantalla viendo los vaivenes en una relación de pareja -así como los de la cámara-, que intenta representarlas todas, queda la sensación de no haber visto nada más que postales muy bien fotografiadas.
Eric Packer
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8
17 de octubre de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melancholia es una cinta de ciencia ficción, catastrofista para ser más exacto, en la que todo va sucediendo como si en sí misma se exigiera no dar signos de serlo. Ya Lars Von Trier había hecho algo similar en su Dancer In The Dark, un musical de lo más atípico: romper géneros fílmicos. Luego de una breve introducción -donde escenas preciosistas y simbólicas, acompañadas por excelente música clásica (Wagner), revelan a cuenta gotas el estado de las cosas en el fuero interno de los personajes protagonistas, haciendo parangón con lo que está por acontecer en el espacio sideral y que influirá de manera directa en sus vidas- entramos de lleno a “Justine” el capítulo primero de la película, aquí, una boda se lleva a cabo en una despoblada residencia; durante el evento ocurren típicas vicisitudes, se presentan peculiaridades en ciertos asistentes así como algunos descubrimientos y hechos triviales que sirven solamente para dibujar detalladamente, desarrollar y dotar de personalidad al par de personajes principales -las hermanas- que drásticamente irán cambiando con el transcurrir del tiempo en la película: mientras que en un inicio Justine (Kirsten Dunst) actúa de manera errática, arbitraria, como si realmente nada de lo que trascendentalmente está sucediendo con su vida -su matrimonio- tuviese importancia alguna, abatida quizá por una especie de esplín de inexplicable causa de origen, Claire (Charlotte Gainsbourg), su hermana mayor, es quien mantiene todo bajo control en el ritual social del casamiento y trata de sacar adelante a Justine de un estado de trastorno depresivo. Durante esta primera parte si alguien se toma el tiempo para voltear al cielo es sólo para ver una brillante estrella roja y pequeños globos aerostáticos. En el capítulo segundo, titulado “Claire”, la noticia de la posible colisión de Melancholia con la Tierra ya se ha dado, ante esto Justine manifiesta una abulia total en sus sentidos, ya todo en la vida le resulta desabrido, nos damos cuenta que lo que ocurre con ella se debe a una suerte de preparación anímica y física para partir que ya cargaba desde tiempo atrás por lo que el advenimiento del fin del mundo lo toma como algo que se veía venir; Claire, en cambio, a quien jamás en la vida se le había ocurrido pensar en algo así, actúa de manera intranquila y le es imposible contener su ansiedad, aun cuando trata de hacer como si no la llenase de temor la advertencia de la catástrofe, su pánico es evidente a todo momento incluso las veces que pretende, con momentos de falsa felicidad, autoengañarse y hacer pasar lo ficticio por algo real. Lo que Lars Von Trier hace en Melancholia es confrontar, hacer colisionar, al optimismo y al pesimismo y decide que la aceptación de la muerte es el mejor y último paso, la única opción que queda dar para ambos casos, no oponer resistencia ni actuar violentamente, después de todo ante algo tan inevitable como la muerte no hay nada más qué hacer.
Eric Packer
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