Es la mejor comedia de todos los tiempos; divertida y educativa; entretenida e intelectual. Su crítica es feroz, y la recibimos mientras nos partimos de risa. Fantástico.
Lubitsch nos sorprende desde el principio. Un mítico principio en el que nos interesa primero y luego nos hace reir como simples espectadores en un teatro. Y no para de ingeniárselas, para nuestro deleite, hasta el ser o no ser final. Y es que la película se pasa en un dulce suspiro, dejando a su paso felicidad y miles de matices que hablan por si sólos de la ocupación y del movimiento nazi.
Los actores lo bordan, muy especialmente Jack Benny, su vena cómica es de las mejores de su tiempo, y el papel que interpreta es brillante.

Es una película con varios mundos. Uno de ellos es el de la amistad. Muchas veces somos amigos de gente que no va con nosotros, que no nos llenan. Pero compartimos con esas personas parte de nuestras vidas. La vida nos une, y el roce hace el cariño. Es la amistad, también, la culpable de que a veces se muevan montañas, y esta película lo refleja a la perfección.
Otro mundo es el del amor y el miedo a traicionar, por él, una amistad.
El salvajismo de la guerra que, a cuentagotas, nos muestra esta cinta, y el juego de la ruleta rusa, que nos enseña cómo uno se agarra a la vida de tal manera, que le resulta imposible autoejecutarse y así continuar viviendo, sufriendo para luego morir de otra forma aún peor, rodeado de ratas.
Cómo las miserias de la vida y las cosas buenas coexisten, y se entrelazan saltando de unas a otras. De ésto la película es ejemplo.
Es una película de muchos matices. Muy bien realizada por Cimino, y con la única pega de querer contar muchas cosas, abordar muchos mundos. Y con la virtud, de que nos enseña cosas muy interesantes de cada uno de esos mundos. Es una película en la cual su defecto es su virtud, lo que la diferencia de la inmensa mayoría.
De Niro impresionante. Vaya mi recuerdo también, a ese actor que sabía hacer como nadie de inútil, de torpón, de mediocre, de endeble... Mi recuerdo a John Cazale, el cual murió por una grave enfermedad, considerablemente joven, y después de haber participado en cinco grandes películas, entre ellas las dos primeras partes de "El padrino".

He leído aquí algunas críticas del padrino tercera parte y me ha llamado la atención los que dicen que les ha decepcionado, y digo yo, qué esperaban, la primera parte, también la segunda, es irrepetible, y lo es en la historia del cine. Aún estando por debajo yo creo que es una buena película que está a la altura de las dos primeras. Pero aún me sorprende más los que dicen que les ha decepcionado Michael Corleone; que el personaje de Pacino no tiene, en esta tercera parte, la sobriedad y la energía de las otras. Que Michael Corleone, en esta parte, se muestra débil, arrepentido, blando, cansado, y que la interpretación de Al Pacino es demasiado melodramática y sobreactuada. Bueno he de decir que respeto todas las opiniones, pero al respecto de la película y la impresionante interpretación de Al Pacino, y del fantástico personaje de Michael Corleone, que quizás sea el personaje más autentico y lleno de matices de la historia del cine, he de decir algunas cosas. Porque el padrino es la historia de una familia y de su jefe, don Vito, y es así en el libro de Puzo, pero en la suma de las tres partes, de las tres películas, el Padrino es la historia de Michael Corleone, de cómo se puede arruinar una vida, y eso es lo que viene a enseñarnos esta última película, a un Michael apesadumbrado, destrozado como todos por el paso de los años, pero, también, desgastado por la responsabilidad de su cargo y por la condena de tener que sufrir una vida no elegida, y por la tortura que suponen sus muchos crímenes. Porque Michael Corleone era alguien opuesto a su padre, opuesto a su familia, al menos lo era en pensamiento (de esto habla claro el libro). Tenía otra clase de valores y otra clase de sueños, era alguien distinto aunque el destino le llevó por otro camino, aunque la sangre le acercó más que nunca a los suyos. Por todo esto Michael no podía ser de otra manera en la última película de la saga, al igual que en la primera no podía eludir el hacerse cargo de su familia para proteger a los suyos, para preservarlos ante un mundo más cruel, aún, que el del resto de la gente corriente.

El film me enrriquece durante el viaje que el capitán willard lleva a cabo para llegar al coronel Kurtz. La película me parece buena durante el trayecto; pero es al final cuando se convierte en un retrato no sólo único sino brillante e inolvidable. El horror, la masacre monstruosa y sangrienta de la que soy testigo no solo visualmente sino también con la imaginación, me rasga las entrañas. Seguro que os ocurre lo mismo que a mi; seguro que nada os puede hacer sentir empatía alguna por nadie que habite allí. El horror de la guerra, el dolor, el sufrimiento que me evoca esta película, son partícipes de esta historia, en su esencia, en su transcurrir, junto a sus protagonistas, y lo son tanto, que junto a éstos son también protagonistas de este retrato siniestro y bastante cercano a la realidad. Pero solamente al final, cuando emerge la figura de Brando-Kurtz, la película consigue desbaratar todo lo que antes hemos podido establecer viéndola, y desbaratarnos a nosotros mismos descubriendo que, de existir, Dios y el demonio son uno. Brando-Kurtz me agrede, me penetra y me traspasa, me somete a un razonamiento ilógico que despierta en mi interior seismos de verdad, que a su vez, el sistema inmunológico de mi verdad, no permite que impere en mí, pero que seguro lo consiga en quien viva en un infierno. Brando-Kurtz es el Hitler, el Napoleón, el mounstruo que piensa que su verdad tiene que ser la de todos, y que todos debemos someternos a ella, y además capaz de lograr que su verdad sea finalmente la de unos muchos. El coronel Kurtz, magistralmente interpretado por Marlon Brando, es un ejemplo, que gracias a Dios no existió, de que los mounstruos, antes de definirlos tiñéndolos de buenos o malos, son mounstruos, individuos que se creen dioses, y que se creen dueños del resto. Pero el mundo debe reflexionar sobre en que infierno(infiernos sobre la tierra) se incuvan, se crían y se hacen semejantes mounstruos; y sobre que cualquiera puede llegar a ese límite del que habla la película, y convertirse en un mounstruo, porque todos nacemos con la simiente para ello.

La más bella aventura. La poesía que emana del desierto, de la arena del desierto, capturada e inmortalizada por Lean magistralmente.
El día y la noche entre dunas, en un paraiso tan terrible y mortalmente seco, como bello y fascinante. Un universo de silencio espiritual y placentero, dentro de un mundo universalmente ruidoso y lamentable.
En los momentos en los que no existe diálogo, la película nos hipnotiza, es entonces cuando, curiosamente, más habla y más bella es.
Lawrence de arabia, David Lean, Peter O'Toole, el cine.