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Críticas de kubrick_is_alive
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Críticas 131
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
14 de septiembre de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es cosa fácil innovar en una película de boxeo, y por extensión en un film ambientado en el ascenso, caída de una estrella y posterior resurgimiento de sus cenizas, deporte y sacrificio mediante. “Southpaw” no lo intenta. Es más, recoge todos los tópicos del género imaginables. Tenemos la gloria de un chico de la calle a lo “Rocky”, su posterior caída por culpa de sus excesos y su carácter como en “Toro salvaje”, la figura del mentor del Clint Eastwood de “Million Dollar Baby”, la presencia de una hija por la que luchar de “Campeón”, e incluso cierto virtuosismo en las escenas de combate heredada del enérgico Michael Mann de “Ali”, ése que pegaba la cámara a los costados de los púgiles para que sintiésemos cada golpe.

Sí, es convencional, es previsible, es tópica e incluso sus momentos familiares se encuentran ridículamente almibarados, aunque entre ellos destaca un instante con un “Te odio” que duele más que cualquier puñetazo directo a la nariz. Pero para compensarlo cuenta con dos poderosos ases bajo la manga. Por un lado, un buen pulso en la dirección por parte de Antoine Fuqua, todo un experto en thrillers urbanos que aquí otorga nervio a la realización, como viene siendo habitual en una filmografía que gusta de transitar por los bajos fondos.

Por el otro, el que es el verdadero motor de la propuesta, un Jake Gyllenhaal que muta, tanto física como a nivel interpretativo, en un boxeador de las calles elevado demasiado prematuramente al estrellato. Un actor que es pura contundencia, y que en cada nuevo trabajo confirma que es uno de los mejores intérpretes del cine contemporáneo. Aunque no está solo. A su lado, limpiándole las heridas, se encuentra un genio de la interpretación como Forest Whitaker, un intérprete que quizá se deje ver poco en trabajos de este calibre, pero que siempre es pura presencia ante la cámara.

Lo demás lo pone el ritmo que Fuqua le imprime al producto, la efectiva banda sonora del desaparecido James Horner, la potencia de sus temas musicales, que van desde Eminem hasta 50 Cent, y puro sentido del entretenimiento en un drama que se deja ver con absoluta comodidad, y que desgraciadamente llega fuera de la temporada de premios. Habría sido una bienvenida alegría ver a su actor principal luchando por el Oscar. Tendremos que contentarnos con su personaje, cuyo esperanzador apellido y viaje hacia la humildad absoluta nos recuerda que es tan fácil levantarse como caer, y que siempre hay sitio para la esperanza, la que se labra a base de trabajo duro y dedicación, y de dejar atrás los fantasmas internos.

A favor: Jake Gyllenhaal y Forest Whitaker, la dirección de Fuqua
En contra: los tópicos que recoge, y la almibarada trama familiar
kubrick_is_alive
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8
13 de septiembre de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definían a M. Night Shyamalan en el programa de televisión “Días de Cine”, cuando aún lo dirigía el insigne Antonio Gasset, como el cineasta que siempre sabía dónde colocar la cámara, que siempre encontraba el plano adecuado y la atmósfera idónea para una instante determinado. Podría pensarse a priori que en su (desesperada) búsqueda de la rentabilidad perdida en taquilla por culpa de superproducciones infames siguiendo la fórmula Jason Blum, el director de “El sexto sentido” ha perdido buena parte de esa magia y encanto que en su momento le brindaron la etiqueta de sucesor del mismísimo Spielberg.

Nada más lejos de la realidad. El found footage ya se había asomado anteriormente en su filmografía, ya sea de manera directa, en forma de estremecedora grabación casera en “Señales”, o indirecta, adoptando el punto de vista del niño que sigue con su mirada entre asientos el flirteo de Bruce Willis en “El protegido”. En “La visita”, Shyamalan hace suyo el formato, juguetea también con el mockumentary y no permite que se adueñe de la propuesta, no dejando que sus limitaciones le impidan, nuevamente, lograr el plano perfecto, en esta ocasión justificado a través de una adolescente con ínfulas de realizadora que no es más que un trasunto del propio director de origen indio.

Pero más allá de cómo se adapta el formato al director, que no al revés, lo que supone su nuevo trabajo es el bienvenido regreso del excelente narrador de historias embriagadoras –ese ser blanco de ojos amarillos-, del creador de personajes que rozan el esperpento y de grandes momentos cinematográficos, tanto de cuentos de hadas como dramáticos –el “Te perdono” que se pronuncia durante el metraje es sobrecogedor. Y también del Shyamalan juguetón, del que hace gala de un humor tan negro como estúpidamente marciano, pero siempre entrañable.

“La visita” recoge los momentos más hilarantemente espeluznantes de toda su carrera en forma de relato infantil siniestro, y el resultado es un ejercicio que es mejor no tomarse demasiado en serio, tan contundente y divertido como la escena bajo la casa, o como todas aquellas que protagonizan las dos almas del film, el pequeño Ed Oxenbould y esa anciana que da tan mal rollo a la que da vida la veterana Deanna Dunagan. Estamos sin duda alguna ante la mejor película de este fabulador en diez años, la que nos invita a reconciliarnos con este viejo nuevo artesano y la que nos recuerda, a quienes nunca perdimos la fe en su regreso, que sigue con vida y a la espera de una oportunidad cinematográfica. Aquí a base de galletas, risas y más de un susto perfectamente calibrado. Sólo esperemos que no deambule de nuevo por los derroteros de sus dos anteriores obras.

A favor: el trabajo de Ed Oxenbould y Deanna Dunagan, Shyamalan adaptando el found footage a su manera de contar historias
En contra: que habrá quien vaya dispuesto a tomársela en serio
kubrick_is_alive
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3
10 de septiembre de 2015
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gillian Flynn siempre ha sido carne de telefilm. Es algo que podría constatar cualquiera que haya leído alguna de sus novelas negras, en las que el feminismo, los giros absurdos y el crimen se dan constantemente la mano. Y es una característica que subyacía de la que hasta ahora era su primera adaptación a la gran pantalla, “Perdida”. Un thriller con nervio que hacía del engaño su mejor baza argumental para mantener al espectador menos avezado pegado a la butaca, pero cuya trama bien podría rellenar la parrilla televisiva de cualquier cadena privada española un sábado por la tarde.

Con “Dark Places (Lugares oscuros)” volvemos a ser testigos de lo peor y lo mejor que una adaptación de un relato de la autora podría ofrecernos. Las mismas trampas –flashbacks insertados sin que nadie los relate, para liar al público- y agujeros de guión –demasiadas cosas ocurriendo “porque sí”, como las mentiras de algunos personajes-, las mismas inconsistencias argumentales de un universo policiaco tan personal que intercambia continuamente la inverosimilitud por el ridículo, pero también un sentido del entretenimiento que satisfará a los espectadores menos exigentes, los mismos que no piden demasiado a las maniqueas páginas de sus libros.

Pero todo eso sin el toque Fincher. Porque si algo hacía diferente a “Perdida” era el estilo de su director, que insuflaba ritmo y alma a un producto que sin él habría caído en el ostracismo. “Dark Places” se ve con la complacencia de no hacer trabajar demasiado al cerebro, de tener los mismos personajes planos y los lugares comunes de las películas para televisión. Le falta el montaje del director de “Zodiac” y “El club de la lucha”, su habilidad para convertir lo imposible y previsible –el final te lo puedes ver venir si estás atento a más de un flashback revelador- en plausible y cinematográficamente digerible, la ecléctica música de Trent Reznor y Atticus Ross, y esa atmósfera tan característica de sus películas.

En su lugar lo que tenemos es a un Gilles Paquet-Brenner sin ninguna impronta personal, que hace del zoom su rasgo más distintivo y agotador, y que se muestra incapaz de hacer un film que interese más allá de conocer la verdad que se encierra tras el misterio. Una película simple que ni su protagonista principal, una destacable aunque nada sorprendente Charlize Theron, consigue elevar por encima de la categoría de telefilm. Fácil de ver y de olvidar.

A favor: Charlize Theron, y que se ve con comodidad para desentrañar el misterio
En contra: no pasa de ser un telefilm
kubrick_is_alive
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7
8 de septiembre de 2015
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto como la reutilización de la rueda como artesanal manera de generar electricidad, el thriller tal y como lo conocemos se renueva durante el curso de “Z for Zachariah” para obtener un enfoque más intimista. Tres actores y un único escenario rural, que por alguna razón que desconocemos se ha mantenido a salvo del mundo apocalíptico que le rodea, son sólo algunos de los recursos de los que se vale Craig Zobel en su nuevo trabajo tras las cámaras para confeccionar un relato cargado de misticismo, desconfianza y pasiones contenidas.

Lo demás está cargado de puro lirismo, el que se logra con un uso exquisito de la banda sonora de Heather McIntosh, una fabulosa fotografía obra de Tim Orr, y un tempo pausado –quizá demasiado para muchos espectadores- en una historia en la que la ciencia y la fe entrelazan sus dedos en eterna señal de lucha. Para los primeros, debe haber una explicación racional al por qué de ese valle mágico. Para los demás, basta con la creencia de que Dios les ha guiado hasta ese idílico lugar por alguna razón en particular.

El guión de Nissar Modi propone una versión libre, y mucho más rica en significados y matices, de la obra original de Robert C. O’Brien, simplemente introduciendo a un tercero en discordia que activará los mecanismos del thriller a tres bandas. Un thriller dramático minimalista en el que Zobel consigue cargar de tensión al relato gracias a su excelente trío de actores –especialmente ella, Margot Robbie, bellísima y natural- y a una atmósfera enrarecida, lograda gracias a esa tentación que hará que el Jardín del Edén que han empezado a edificar se tambalee.

“Z for Zachariah” nace del “A for Adam” que adorna las estanterías de su protagonista, y propone su personal versión de Adán y Eva para jugar con la idea de quién será el último hombre vivo sobre la Tierra. Lo que consigue al final es derrumbar la fe en el ser humano, plantear la duda acerca de si ese último hombre, que será quien plante la semilla para futuras generaciones, es merecedor o no de vivir en el fin del mundo. Y lo que le mueve por encima de ninguna otra motivación, lo que guía sus actos en un relato que también planta la semilla de los prejuicios raciales y el machismo, es algo tan peligroso y a la vez tan innato como los celos.

A favor: la dirección, la banda sonora la fotografía y su excelente trío protagonista
En contra: para algunos puede hacerse algo lenta
kubrick_is_alive
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6
6 de septiembre de 2015
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevamos un año de pura morriña ochentera, en todas sus variantes. La era de los sintetizadores, de las máquinas recreativas, de la serie B de la Cannon, del VHS –y del BETA, para los más puristas-, del cassette y las BMX. La ópera prima de los canadienses François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell, que es la versión en largo del cortometraje “T is for Turbo”, uno de los segmentos finalistas para formar parte de la antología “The ABC’s of Death”, completa una lista que conforman propuestas como “Mad Max: Fury Road”, “Kung Fury” o “The Guest”, todas ellas cintas que han reactivado ese sentimiento en el espectador a base de puro aroma ochentero de mayor o menor presupuesto y resultados artísticos, pero siempre enfocado en el entretenimiento del espectador y en ensanchar la vena retro que late en los cuellos de todos aquellos que nacimos o crecimos en esa época.

Una vena que “Turbo Kid” se encarga de hacer estallar del todo. No porque lleve hasta sus máximas consecuencias nuestra melancolía, sino por todo lo contrario. El film, un cuento distópico ambientado en un 1997 que se muere de sed y que sucumbe a la radiación, y que se podría resumir como una mezcla entre la saga “Mad Max” y “Los bicivoladores”, no acaba por explotar todo su potencial. Se conforma con despertar nuestra nostalgia a través de su genial, aunque demasiado omnipresente, banda sonora, a través de multitud de referentes cinematográficos y culturales hacia la generación a la que rinde tributo, y a través de un espíritu de serie B ochentero muy identificable.

Lo peor es esperar de ella otra “Kung Fury”, pero en versión extendida, y que el hype este año ya está por las nubes con este tipo de propuestas. Le falta más humor, poner toda la carne en el asador y desmadrarse, y sobre todo se resiente por culpa de una historia que, pese a tener buenos detalles, pudo tener más gancho y estar más elaborada. Algunos pasajes de guión, como las motivaciones del cowboy más allá de su hermano y su relación con el villano, la revelación final sobre el agua, o la muerta inexplicable de algún personaje sintético, carecen del suficiente desarrollo, y algunas interpretaciones dejan bastante que desear. Sacrifica todo ello en pos de la nostalgia, en conseguir evocar una época, y lo logra tanto que realmente parece haber sido realizada en los 80. Pero no lo está, y cuando ya nos damos cuenta no le dejamos pasar sus defectos. Si fuera de los 80, la vena nostálgica dejaría pasar todo.

Ahora bien, no deja de ser un producto altamente disfrutable, que no se hace pesado y divierte. Un cóctel retro en el que vale de todo, desde coquetear con la ciencia-ficción hasta el anime, pasando por el cómic, la aventura, el romance, el western y el gore. Mucho gore. Litros de sangre y vísceras, efectos cutres pero adorables, una pareja protagonista aún más adorable –especialmente ella-, un villano de altura interpretado por el gran Michael Ironside, y cómo no, toneladas de nostalgia a borbotones. Para un tipo de público muy selecto, pero nostalgia al fin y al cabo. Aunque en este caso, la sobredosis no esté a la altura, y nos hagan preguntarnos si realmente merece la pena seguir rescatando una década que es mejor dejar descansar en paz.

A favor: su vena retro, la banda sonora, y su pareja protagonista
En contra: no acaba por explotar del todo su potencial
kubrick_is_alive
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