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Críticas de Samizdat
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
8
21 de enero de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de "Cinema Paradiso" (1988), uno de los más grandes éxitos de crítica y público del cine italiano, difícil era que el joven director siciliano Giuseppe Tornatore (nacido en 1956) pudiese lograr un resultado parecido. Sin embargo, su siguiente película, "Están todos bien" mantiene bastante bien el tipo, gracias en gran medida al "savoir faire" de su protagonista, Marcello Mastroianni.

"Están todos bien" es una singular "road movie" que narra el viaje de un anciano siciliano, interpretado por Mastroianni, a diferentes ciudades de Italia para visitar a sus cinco hijos, ya que ellos, por alguna razón que él desconoce, no han acudido como cada año a visitarlo a su pueblo de Sicilia. La película se articula por lo tanto como un recorrido del sur al norte de Italia (llamativo cuántas películas italianas hacen uso de este motivo del viaje norte-sur, o viceversa, muchas veces para poner de relieve las enormes diferencias entre las dos zonas del país), en que el protagonista Matteo Scuro (nombre bastante simbólico, este de "oscuro") pasa sucesivamente por Nápoles, Roma, Florencia, Milán y Turín. Pero este recorrido exterior, que ofrece por cierto un hermoso repertorio de paisajes urbanos de las citadas ciudades) es a la vez un viaje interior, en el que lo que importa es la transformación del protagonista a medida que va descubriendo cosas que no sospechaba acerca de sus hijos. La película, como es frecuente en el cine italiano, mezcla sabiamente lo trágico y lo cómico, lo grave y lo ligero, aunque no puede dejarse de notar que predomina, sobre todo hacia el final del filme, un tono oscuro en consonancia con el apellido del personaje principal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Samizdat
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8
6 de diciembre de 2010
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los realizadores de la antigua Yugoslavia se han asomado con frecuencia a la cultura gitana. El ejemplo más conocido es, claro, el del reputado Emir Kusturica, que ha dirigido al menos dos filmes sobre el tema, "El tiempo de los gitanos" (1988) y "Gato negro, gato blanco" (1998). Pero también el serbio Goran Paskaljevic ha abordado la vida de esta comunidad, en la excelente "El ángel guardián" (que por cierto tiene muchas similitudes argumentales con la primera citada de Kusturica).

Bastante antes, en 1967, un cineasta yugoslavo ya había dirigido una película sobre los gitanos. Se trata de Aleksandar Petrovic (1929-1994), quien fue, junto con Zivojin Pavlovic y Dusan Makavejev, uno de los más destacados cineastas de la tendencia conocida como "Novi Film", que renovó la escena cinematográfica yugoslava en los años 60 y que refleja la liberalización política de la época, gracias a la cual los cineastas empiezan a liberarse del férreo control de la burocracia estatal (y de la no menos férrea doctrina estética del realismo socialista) y a expresarse con mayor libertad. "Encontré zíngaros felices" es el quinto largometraje que dirigió Petrovic, siendo ya un director consagrado, cuya película "Tri" (1965) había sido nominada para el Óscar a la mejor película extranjera.

La mayor parte de la acción se desarrolla en la región de Voivodina, en el norte de Serbia, una zona caracterizada por su diversidad cultural (más de 20 grupos étnicos y 6 lenguas oficiales). Esta diversidad se refleja en la película, ya que se habla en al menos cuatro idiomas (romaní, serbio, húngaro y eslovaco). Los protagonistas residen, en concreto, en la ciudad de Sombor (un cartel indicador nos lo anuncia al iniciarse la película), aunque “Encontré zíngaros felices” es en realidad, a su manera, una “road movie”, y los personajes, por negocios o por otros motivos, se desplazan constantemente: una y otra vez encontramos planos de carreteras rodados desde vehículos en movimiento.

Varios de los intérpretes del filme son actores no profesionales y los extras son todos habitantes de la zona pertenecientes a la etnia gitana, lo que da a la película un cierto valor como documento antropológico. La música tiene una gran importancia: de hecho, la frase “Encontré zíngaros felices”, que se ha adoptado como título en español y en otros idiomas, procede de un tema folclórico que se escucha varias veces en el filme, en el que interviene además una conocida intérprete de este tipo de música, Olivera Vuco.

(sigue en el spoiler, sin desvelar detalles del argumento)
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Samizdat
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5
21 de noviembre de 2010
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película húngara, dirigida, escrita y producida por István Szabó. Superproducción financiada por productoras de Alemania, Austria, Hungría y Canadá. Rodada en inglés con actores de fama internacionall (Ralph Fiennes, Rosemary Harris, Jennifer Ehle, Rachel Weisz, John Neville).

El filme narra la historia de una familia judía húngara -los Sonnenschein, que poco después del comienzo de la historia se cambian el apellido a "Sors"- desde la última década del siglo XIX hasta los años 50. De este modo, permite al espectador recorrer casi un siglo de la historia de Hungría, con acontecimientos como la Primera Guerra Mundial, la caída del Imperio Austrohúngaro, el auge del fascismo y la posterior llegada del comunismo al país magiar. El director se basa a veces, libremente, en personajes reales de la historia de Hungría, como por ejemplo el campeón olímpico de esgrima Attila Petschauer, de origen judío. Por supuesto, mantiene constantemente un tono crítico hacia los totalitarismos de distinto signo sufridos por el país.

La narración se estructura en tres partes sucesivas, con otros tantos protagonistas: el juez Ignatz Sonnenschein/Sors, su hijo, el campeón de esgrima Adam Sors, y su nieto, el activista político Ivan Sors. Todos ellos son interpretados por el mismo actor, Ralph Fiennes, lo que contribuye a subrayar las semejanzas que hay entre las vidas de los tres. Todos ellos serán, de un modo u otro, víctimas del antisemitismo, presente en la sociedad húngara en todas sus épocas, a pesar de sus esfuerzos por integrarse y su lealtad a Hungría.

La película está muy correctamente ambientada en las épocas sucesivas en que se desarrolla la acción. Se utilizan en ocasiones fragmentos de imágenes de dichas épocas (vemos, por ejemplo, a Hitler en la apertura de los JJOO de Berlín en un noticiero del momento), y a veces Szabó recurre a esa táctica un poco tramposa de mezclar estas imágenes con otras "decoloradas" en las que aparecen los intérpretes principales.

A pesar de la cuidadosa ambientación, la narración resulta bastante plana, y, en ciertos momentos, tópica y repetitiva. La intención del autor es mostrar que los errores se repiten, pero la reiteración se hace francamente pesada. A veces da la sensación de que se ha cortado metraje, pues algunas historias aparecen únicamente esbozadas. Los personajes son muy poco creíbles, marionetas en un argumento que tiene como única finalidad desarrollar la amarga tesis central de su director, de origen judío él mismo: que la vía de la asimilación es inútil para los judíos, y que la única solución consiste en afirmarse como tales. Casi vendría a decir que la identidad judía y la húngara resultan incompatibles.
Samizdat
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4
15 de diciembre de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sin nombre" es el primer largometraje del californiano Cary Fukunaga (nacido en 1977), que ya antes había abordado el tema de la inmigración de centroamericanos hacia Estados Unidos con un corto, "Victoria para Chino" (2004), basado en un caso real, que fue premiado en el Festival de Sundance, en la categoría de mejor película realizada por un estudiante. En "Sin nombre" Fukunaga vuelve a tratar el mismo tema. Para preparar el filme, Fukunaga y su equipo llevaron a cabo un exhaustivo trabajo de documentación, llegando incluso a viajar durante varios días con los inmigrantes, en trenes como los que se ven en la película, en los que los centroamericanos atraviesan todo México hasta llegar a la frontera con Estados Unidos. Contactaron también con miembros de las maras (asociaciones de delincuentes de origen centroamericano, pero hoy extendidas por numerosos países) para que la película reprodujese con fidelidad sus (extravagantes) rituales y su (ininteligible) jerga. Dicen los que saben de estas cosas que en este aspecto la película está muy lograda.

Las maras y la inmigración centroamericana a Estados Unidos son desde luego temas interesantes, pero la historia resulta simplona y maniquea. Es un relato de aventuras, de buenos y malos, con una trama bastante predecible, que tienes la sensación de haber visto muchas otras veces, aunque los malos no llevasen tatuajes tan vistosos ni manejasen un argot tan surrealista. El maniqueísmo no tiene por qué ser un problema para una película de aventuras sin pretensiones, pero sí me parece un lastre si se quiere abordar problemáticas sociales complejas como las de la película. Los personajes tienen con frecuencia reacciones muy poco verosímiles, y la relación que se establece entre los protagonistas (y que es el nudo gordiano del filme) hace aguas por todas partes. Eso sí, la fotografía es grandiosa, los paisajes soberbios, y los actores secundarios (no tanto los protagonistas) hacen una excelente labor. Y a eso hay que sumar que nos ilustra sobre esa extraña tribu denominada Mara Salvatrucha.

La película, producida por los actores mexicanos Diego Luna y Gael García Bernal, obtuvo en el Festival de Sundance de 2009 los premios al mejor director y a la mejor fotografía. El segundo es, sin duda, un premio merecido.
Samizdat
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9
6 de septiembre de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí me ha gustado. Un relato creíble sobre seres humanos que demuestra que aun en las peores condiciones de vida puede hallarse lugar para la esperanza. Como buen melodrama, la película no escatima en imágenes y situaciones sórdidas y desoladoras; la acumulación de desgracias de que son víctimas los protagonistas puede hacer que en opinión de algunos resulte un filme inverosímil y/o demasiado efectista. Sin embargo, creo que la historia en su conjunto resulta creíble, en gran parte gracias a la sobriedad de la puesta en escena y a la solidez de las interpretaciones, entre las que es muy destacable la del hermano mayor, Jakob Cedergren.
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Samizdat
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