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Críticas de Juan Ignacio
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Críticas 414
Críticas ordenadas por utilidad
7
14 de marzo de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serie policiaca, sueco-danesa en su producción, que tiene dos temporadas, una de diez capítulos (es la que voy a comentar) y otra, posterior, de cinco capítulos. Aunque los protagonistas son los mismos las historias que se nos cuentan en las respectivas temporadas son distintas.

El cadáver de una mujer, eso parece en un principio, aparece cortado en dos en el puente que une Suecia y Dinamarca, justo en su punto intermedio, este hecho hará que intervengan las policías de ambos países.

El caso se irá alargando al tratarse de un asesino en serie, lo que además de alargar la trama la hará más interesante pues éste trata de despistar al escoger a sus víctimas, generalmente, por grupos sociales. Hasta el penúltimo capítulo no se sabrá la identidad del asesino y lo que éste pretende.

La investigación del caso la llevan Saga Norén (Sofía Helin) policía de Malmoe, y Martin Rohde (Kim Bodnia) policía de Copenhague. Ambos policías tienen caracteres muy distintos, Saga sufre el síndrome de Asperger, lo que le dificulta su relación con los demás, si bien posee una gran inteligencia, y Martin es un hombre bonachón que sufre diversos problemas familiares. La relación entre ambos policías tiene tanta importancia en el desarrollo de la serie como el caso en sí y supone la única entrada de algo de humor en el argumento. Aparte de sus distintos temperamentos se resalta la rivalidad existente entre suecos y daneses, pues aunque para la mayoría del resto de ciudadanos europeos o mundiales sean iguales por escandinavos, ellos sí se diferencian, según se apunta en esta historia los suecos parecen tener una mayor fama de rígidos y formales que los daneses, que de alguna manera no parecen tan fríos y cerebrales como sus vecinos del norte.

La serie nos muestra una ambientación fría y gris, como en realidad deben ser esas dos ciudades, Malmoe y Copenhague, una dirección directa, sin evasivas ni oportunismos, una excelente fotografía y una gran interpretación en todos sus papeles.

De 'Bron' o 'Broen' según se lea en sueco o en danés, el año pasado se hizo una versión en EEUU, con mucha mayor diversificación tanto en el argumento como en los personajes, y mucho más dispersa de su trama central que quedaba bastante diluida con tanta tramoya diferente.
Juan Ignacio
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8
29 de junio de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una familia de clase media de Taipéi, compuesta por un matrimonio (él, Wen, profesor de autoescuela; y ella, Qin, peluquera en una sala de baile erótico), y dos hijos varones (A-Hao, el mayor, estudioso e introvertido, que estudia para aprobar la prueba de acceso a la universidad, con el ánimo de cursar posteriormente Medicina; y A-Ho, el menor, rodeado de malas compañías), en la que el padre y el hijo menor no tienen el menor trato entre sí por los problemas que el chico da a sus padres, sobre todo el último, que será el detonante del núcleo de esta película cuyo nudo comenzará justo a su inicio tras una delictiva acción del joven A-Ho.

Chung Mong-hong dirige esta tragedia familiar y coescribe el guion junto a Yaosheng Chang.

La relación padres e hijos, en este caso principalmente la del padre, es el centro de la trama, tomando como eje a los personajes de Wen y su hijo menor, A-Ho. Chung Mong-hong muestra claramente la personalidad, el interior, de sus personajes (el del hijo mayor, A-Hao, puede parecer más oscuro, pero ello no es defecto del guion, sino algo preciso para dotarle de su verdadero valor), los cuales quedan perfectamente plasmados sin tomar partido por ninguno de ellos; y lo hace de forma solvente y brillante, sin estridencias, sin efectos fáciles para el público, con absoluta naturalidad, consiguiendo no caer nunca en el melodrama.

El director narra las vivencias de un matrimonio, las de sus hijos y las de los seres allegados a estos últimos. Podría haber bastado con ello, pero se guarda para la parte final un as en la manga con el fin de buscar la sorpresa del espectador, sí, pero también para completar a uno de los papeles principales con el cambio que este ha ido experimentando a lo largo del transcurso de la historia que se nos ha mostrado.

Por tanto, guion y dirección de gran limpieza, claridad, sencillos en su presentación, pero con bastante complejidad en la base de su narración.

Por último, no quiero dejar pasar las extraordinarias interpretaciones de todo el elenco.
Juan Ignacio
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9
18 de abril de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antonius Block, caballero que ha luchado en las cruzadas durante diez años, regresa junto a su escudero Jöns a su Suecia natal, tierra asolada por la peste en ese momento, a mediados del siglo XIV. Inesperadamente la Muerte sale a su encuentro dispuesta a llevárselo. Antonius tratará de dilatar ese momento proponiéndole a esta jugar una partida de ajedrez (algo en lo que él es experto). La Muerte acepta la proposición de Block.

Ingmar Bergman toca el tema de la angustia del hombre ante su final de manera frontal. Lo reviste, como a casi toda su obra con un punto de vista existencialista, en la que la creencia, y la duda, en la existencia de Dios, o no, tiene una importante presencia; pero, sobre todo, lo principal en esta obra es la lucha que se establece entre el deseo de supervivencia del ser humano, por muy miserable que resulte su existencia, ya sea creyendo en la trascendencia de esta o no, y la presencia inminente del fin de su vida.

No faltan reflexiones sobre lo cortos que resultan los momentos de placer durante la existencia humana comparados con los acompañados de sufrimiento, ni la visión del clero y su religión como pura superstición, interesada, por cierto, ni el mundo del teatro (esos actores serán los únicos personajes que burlarán los mortales efectos de la epidemia). Tampoco permanecerá ausente la idea del amor (desde el más mundano al más sublimado), ni un fino e irónico sentido del humor en medio de tan magna tragedia. La pureza, tan rara que se le da una apariencia un tanto irreal (en las visiones de Jof, principalmente), que aparece en el matrimonio formado por el citado Jof y Mia, acompañados de su pequeño hijo Mikael, también tiene cabida.

Bergman firma un guion de enorme calidad y le dota de una dirección sublime, con una portentosa composición escénica, con el acompañamiento de la magnífica fotografía de Gunnar Fischer; todo ello en una película que se rodó tan solo en 35 días.
Juan Ignacio
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7
22 de octubre de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mary Tucker, una adolescente de 16 años, vive con su madre viuda y sus cuatro hermanos menores que ella en una granja. Con ese panorama no cabe duda de que la vida de Mary es muy dura, trabajando sin parar durante todo el día. Cerca de la casa, Tim y Wrenn trabajan en la conservación de la red eléctrica; de esa manera conocerán a la chica cuando esta se acerque al lugar de trabajo de ellos para venderles algún producto de su granja. Cuando EEUU decide entrar en la I Guerra Mundial, Tim y Wrenn se alistan y marchan a combatir a Francia.

Esta película, rodada justo cuando el cine sonoro comenzaba, se hizo con dos versiones, una muda y otra con parte de ella hablada, ambas se perdieron, pero la versión muda fue recuperada por el Museo del Cine de Holanda que la restauró.

'Lucky Star', su título original, fue dirigida por Frank Borzage y su guion escrito por Sonya Lieven basándose en un relato de Tristram Tupper, escritor, guionista y militar (llegó al grado de general) quien escribió muchas narraciones basadas en su experiencia en la I Guerra Mundial.

William Fox, el productor, reúne a la pareja cinematográfica de aquel momento, Janet Gaynor y Charles Farrell, para asegurarse otro éxito de taquilla como así ocurriría. Frank Borzage dirigió con su talento habitual esta cinta en la que brillan la fotografía, no quería hacer un chiste, de Chester Lyons y William Cooper Smith, los decorados de Harry Oliver y las interpretaciones de los dos protagonistas. La historia es muy sencilla y llega fácilmente al espectador que disfrutaba con aquellos enormes melodramas. En realidad 'Estrellas dichosas' es un cuento, con sus moralejas, tiene más de una. Haciendo uso de un fuerte maniqueísmo se hace ver que el bien siempre sale victorioso de su enfrentamiento con el mal, que el amor todo lo vence, que por muchas veces que se caiga uno hay que levantarse otras tantas (en este caso literalmente) y que el dinero prostituye incluso el alma.
Juan Ignacio
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4
22 de agosto de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Constantine Clios es un multimillonario, coleccionista de pintura, casado desde hace un año con la joven Georgina, estadounidense, marchante de arte. En ese mundo de lujo, situado en la Riviera Francesa, el matrimonio vive feliz hasta que una noche él muere en una explosión producida en el yate donde cenaba junto a otros acaudalados. Desde ese momento el mundo de Georgina se viene abajo, aparece en escena la anterior familia de su marido, su ex mujer y sus tres hijos, y más de una trama criminal, no solo la que le ha matado.

Los dos primeros capítulos, de los diez que consta esta serie, fueron escritos por Neil Jordan y John Banville, toda una garantía, pero no así los posteriores, y ello se nota en demasía en la calidad de la obra a la hora de juzgarla en su conjunto; aquello que en un principio tuvo interés luego se convierte en una trama indescifrable, en buena medida, para el público, al tiempo que bastante inverosímil, transformándose en una incesante aparición de efectos sorpresivos de puro efectismo sin que queden argumentados ni posteriormente aclarados. Mucho crimen dentro de esa alta sociedad, pero de una manera demasiado artificiosa sin que se trate en profundidad y, lo peor, con poca verosimilitud.

Las interpretaciones, en general, no aportan más que mediocridad al producto; se salvan, a mi juicio, las de Lena Olin, siempre ha sido una actriz extraordinaria, en un papel que le exige bastante contención como matriarca de los Clio; y la de Roxane Duran, en el papel de la adolescente Adriana, un rol con variados registros interpretativos.
Juan Ignacio
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