Mezcla la tragedia con golpes de humor y es que de todo puede reírse uno. Mezcla actores profesionales y no profesionales y la verdad es que no se nota prácticamente. Aunque a veces se hace algo lenta merece la pena aguantar para conocer un poco más al pueblo Kurdo y de la situación en la que vive a caballo entre tres países: Irán, Iraq y Turquía.

La verdad es que yo me reí bastante con este salto a la pantalla grande de Homer y compañía. Tiene un arranque muy divertido y algunos golpes verdaderamente geniales. Noté, eso sí, que los "simpsólogos" más exigentes se quedaron algo insatisfechos, como si esperaran algo más. Pero yo la recomiendo tanto para los aficionados como para aquéllos que ven de vez en cuando algún episodio. La película sigue manteniendo toda la ironía, la mordacidad, la crítica política de siempre y es una delicia para grandes y chicos.

Me pareció bastante simplona, una más del montón. Algunos sustos y nada más. Todo convencional, previsible y hasta un poquillo cutre. No hay nada a donde agarrarse, ni actores conocidos ni originalidad. Solo alguna maciza y macizo para alegrar la vista

Resulta aburrida porque ninguna de las líneas argumentales tiene la más mínima tensión: ni la historia de amor, ni la relación entre el padre y el hijo, y, aún menos, las partidas de poquer. Hay muchísimas partidas de poquer y son interminables. Y la película también a pesar de que no es especialmente larga. Lo más destacable, por destacar algo, es el primer diálogo, cuando el protagonista va a empeñar una cámara de fotos.

Tuve la sensación de estar viendo "Sé lo que hicisteis el último verano" pero en Austria. La trama es previsible que casi puedes ir adelantando los asesinatos. Por lo menos no es muy bestia y salen pocas vísceras, que hay quien lo agradece. El asesino, que suele ser lo mejor de estas pelis, tiene poco carisma y se disuelve en una historia real que no interesa mucho. Lo que da más miedo es que el director ha amenazado ya con una segunda parte.