Realmente vi este engendro por curiosidad. A ver si era tan mala como la pintaban y en realidad es mucho peor. Aquí todo está mal. Desde las actuaciones de pena ajena (de mucha grima ver a Giannini en horas bajísimas haciendo el ridículo vestido con trajes absurdos entre decorados de cartón piedra que cantan muchísimo balbuceando unos diálogos absurdos que no se le llegan a entender), hasta los rubros técnicos (el sonido es directamente horroroso al punto que tuve que verla subtitulada para tratar de entender qué decían). Las escenas de batallas cutrisimas y el rigor histórico inexistente. Por momentos no se sabe si estás viendo una comedia de Pajares y Esteso, La armada Brancaleone o una de esas españoladas que eran tan comunes en los años 40 dedicadas a exaltar el espíritu de La cruzada. O sea, esta basura atrasa como 70 años. Para olvidar

Rara avis dentro de la filmografía del siempre polémico Costa Gavras es una muy disfrutable, y negrísima, comedia sobre un ejecutivo en paro que, cual Patrick Bateman galo, se dedica a asesinar a sus potenciales competidores para volver a entrar en el circuito laboral. Claro que Bateman solo asesinaba en su perturbada imaginación, mientras que Duvert lo hace en la realidad. Más allá de la historia en sí, Costa Gavras no ahorra dardos envenenados para con la sociedad de consumo, el matrimonio de conveniencia, los mandatos sociales, la publicidad y un largo etcétera. Excelente la actuación de José García como ese improbable asesino en serie que por momentos hasta llega a caer simpático. Altamente recomendable.

Extrañísimo filme con una hermosa fotografía que no nos cuenta nada. Apenas una chica que sigue a otra por todos lados sin que sepamos bien para que, aunque se supone que es porque está obsesionada con ella y ya. Aunque en realidad eso lo tenemos que imaginar por la película carece de diálogos y el rostro de Sammy Boonstra si bien muy bello, es totalmente inexpresivo. Una pérdida de tiempo

Marcos Carnevale, socio de Adrian Suar en Pol-ka suele filmar los bodrios que éste interpreta pero aquí hace algo peor y es ponerse pretensioso y tratar de vendernos esta tontería como la gran película de autor. Para eso utiliza la imponente arquitectura de la Facultad de Ingeniería de la UBA y llena la pantalla de algunos desaprovechadísimos actores y actrices del cine nacional junto a la runfla habitué de las comedietas de Suar como Casero o Posca. En una pasmosa falta de originalidad, todas las historias tienen la misma estructura. Una pareja o un grupo llegan a pasar una noche de diversión, empiezan a discutir, se pelean y pasemos a lo que sigue. Salvo la historia de Martínez y Julieta Díaz que al menos tiene un desenlace, las demás parecen borradores de otras historias que nunca se nos cuentan. La frutilla del postre es el absurdo final con Pepe Cibrián y Graciela Borges. Que Carnevale deje de ponerse pretensioso y siga con las comedietas de Suar que es lo suyo.

Cuando termina el séptimo capitulo de esta basura lo peor que te pasa es que, como decía Landa en Las verdes praderas, "se te queda una carita de gilipollas que ni te cuento". Como en todos estos engendros "basados en hechos reales" lo que menos importa es la realidad que, tampoco es que hubiera para mucho. En la realidad una pareja de buen pasar económico compra una casa en un suburbio superexclusivo de New Jersey y comienza a recibir notas amenazantes (cuatro en total) y al final deciden no mudarse y vender la casa por mucho menos de su valor. Hasta el día de hoy no se sabe quien las escribió aunque se supone que fue alguien que estaba interesado en la propiedad. En la ficción se dedican a inventarse una - o varias- historias a cual más descabellada y carente de sentido a fin de justificar la existencia de esta mamada y seguir aprovechándose del éxito de Dhamer. Lo peor es que cada capítulo es dirigido y guionado por alguien diferente que parece no haber leído lo que escribió el otro y así aparecen y desaparecen personajes, se niegan cosas que habían ocurrido en el capitulo anterior, etc. etc. Una tomadura de pelo