De la Iglesia nos entrega una serie de lujosa producción. Se nota su mano hábil en el ritmo loco que imprime a la historia.

Los títulos de crédito de la serie son espectaculares.

El género es el pastiche ya que mezcla varios géneros que le son habituales al cineasta: terror, fantasía. Se pueden rastrear elementos de películas incorporados por el guión sin rubor ni elaboración: El pueblo de los Malditos, La niebla, La Cosa, El Código Da Vinci, Cementerio de Animales. Y esta tosquedad es quizás un punto débil en la serie.

La serie empieza potente, con unos primeros capítulos que plantean misterios interesantes, que te hacen desear capítulos posteriores. La desaparición del marido de la protagonista, un nacimiento contra natura, asesinatos sin sentido. Acabo de ver el séptimo capítulo y la serie se desinfla. Los protagonistas dan vueltas sobre sí mismos, no saben muy bien qué hacer. Entran como en bucle. Quizás a esta serie le sobraría un capítulo.

La serie bascula entre la creación de situaciones emocionantes, que te desencadenan torrentes de adrenalina y el toque de comedia paródica que parece ser la tónica en el cinema patrio en general y de de la Iglesia en particular. Este no saber cuál es su objetivo me ha desconcertado aunque por lo leído en redes sociales parece que gusta esta zona borrosa. Porque, por ejemplo, lo de Miguel Ángel Silvestre es confuso: ¿su personaje es así de idiota o es que su interpretación no da más de sí? Si es lo primero, nos encontramos ante un actor sutil, lleno de matices. Si es lo segundo,...

Estoy ambivalente con la serie. En conjunto, me gusta pero la han estirado como un chicle para ajustarse a estándares de producción actuales. Es mi hipótesis.

Me quedo con el personaje interpretado por Javier Bódalo como agorero anunciador del apocalipsis.

Esta fue la primera película que vi solo en un cine. Recuerdo que era el día del estreno y había cola.

La película es al estilo de los Power Rangers: presupuesto barato y mucha arte marcial de pega.

La disfruté como un enano.

A veces es mejor no volver a revisar una película para evitar que esas emociones que tuviste en el momento de verla no desaparezcan cuando la miras con los ojos de un adulto.

Es ley de vida.

Sirva esta crítica como homenaje sentimental a mí mismo. Dudo que alguien la lea.

Un caza espacial se estrella en un planeta desolado. Una nave enemiga, a su vez, también se estrella en el planeta desolado. ¿Habrá enfrentamiento violento o nacerá una amistad por encima de credos e ideas? Como siempre, la idea es atractiva y bien desarrollada te puede hacer pasar un buen rato.

Pues no.

Con un presupuesto bajo, la historia se debate entre mucho primer plano y unos efectos especiales muy caseros. Así, la trama avanza retorcida, caótica y bastante cansina mientras tu dedo, en el stop, clama pulsarse y pasar a otra cosa. Pero no, aguantas y recibes tu merecido por masoca. En mi descargo, declarar que le he dado al avance rápido repetidas veces.

Parece sencillo, pero tiene su mérito hacer una buena película de ciencia ficción que se deje ver.

Lo mejor son los paisajes espectaculares de Islandia.

Historias Lamentables es una película compuesta por cuatro historias: los temas que explora la película podrían ser el deseo de agradar al padre, el caos acecha al orden, la bondad recompensa y la codicia puede perderte.

Da gusto ver una película que plantea temas a priori poco interesantes, propios de películas de Esteso y Pajares, y los reformula de forma sorprendente y jocosa y, al mismo tiempo, creando retruécanos que nos llevan a una risa floja y a un "¿pero qué demonios pasa aquí?". Los personajes se arrastran por sus vidas, unas veces con apariencia de éxito y estabilidad, otras bordeando el abismo, y se ven sometidos a pruebas no solicitadas, a desafíos que menoscaban su cordura, si es que les queda alguna. Todo ello mientras sus caminos se entrecruzan en el tiempo y en el espacio y dan a la película lo que nadie podía presagiar: el estatus de un todo coherente y, al mismo tiempo, una especie de obra abierta a nuevos añadidos futuros. Algunas historias podrían dar para una serie. Por ejemplo, el último segmento.

El mundo de Fesser es el mundo de la limitación, la limitación espiritual y física que paradójicamente no pone límites a lo que puede ocurrir. Y en esa aparente contradicción surge, inesperadamente, la belleza del espíritu humano. Porque Fesser, como su pariente lejano en la literatura, el escritor americano Kurt Vonnegut, nos muestra mundos amargos, muy amargos que esconden píldoras de azúcar: situaciones tristes y sórdidas se resuelven en desenlaces esperanzadores; el aparente feísmo que cultiva con talento se reclama reivindicación de lo que es realmente bello. Y eso es lo que pide su cuerpo de cineasta. Y si nuestra percepción no capta el mensaje que envía Fesser pues peor para ella. Que se vaya a ver una película de Michael Bay.

Fesser nos descubre en esta extraña película a unos grandes actores que llevan a cabo el desafío de representar con matrícula de honor los personajes en los límites de la chifladura: sin ánimo de exhaustividad destacaría a Chano Martín (Bermejo) y a Laura Gómez-Lacueva (Tina)

Sorprende también que ésta sea una tragicomedia muy física y con mucha gestualidad. No se suele ver en el cine español la búsqueda de gags que no sean por el diálogo: los personajes no solo hablan; también corren, saltan y, sobre todo, se expresan con gestos y miradas muy exageradas pero notoriamente jocosas. Y, cuidado, para que el gag no devenga astracanada hay que dominar los resortes del “slapstick” en el cine. Creo que Fesser supera esta prueba con buenas notas.

En resumidas cuentas, la recomiendo y quedo a la espera de la segunda parte, que deseo próxima.

Un ejecutivo de éxito recibe una carta que le pide 50 millones de euros. Los solicitantes de tal cantidad se hacen llamar Los Favoritos de Midas.

Con esta premisa, Mateo Gil monta una historia amena y misteriosa sobre los caminos del éxito y sus intrincados trazados. Mateo Gil conoce bien cuáles son los elementos necesarios: un protagonista glamuroso eficazmente interpretado por Luis Tosar, una periodista íntegra, un director de periódico de moral ambigua, un malvado y envidioso ejecutivo, un mentor, un guardián y una extraña pepito grillo al revés que viene del pasado con visiones del futuro. En el fondo, un suceso de temática social a manera de propuesta-ficción atractiva: la revuelta española que recuerda mucho a lo que ocurre en esa otra serie francesa titulada El Colapso.

Mateo Gil ya tiene las piezas. También dispone del pegamento: una excelente capacidad de combinar las piezas de la forma correcta para que resulte algo que se deja ver con interés durante los seis episodios. Que ya es mérito.

Por lo demás, no aporta nada que no se haya visto muchas veces en el cine de organizaciones misteriosas que funcionan como mecanismos de relojería, aunque todo mostrado con descaro y sin complejos, sin tener que recurrir a ambientaciones anglosajonas o personajes planos, apenas avatares de virtudes o vicios, con el fin de llegar al máximo número posible de espectadores. Ahí va otro mérito de Gil: respetar la inteligencia del espectador.