Pues es la historia de un memo sin gracia ni sangre en las venas, que va de aquí para allá aburriendo a las cabras. En sus recorridos sin fin, que te los enseñan paso a paso, conoce a más frikis a los que aostiarías sin miramientos y sin que fuese delito: si un juez te viene con ésas, simplemente los haces desfilar delante de él y luego le preguntas como se le ha quedado el cuerpo. Su yugular hinchada te responderá antes de que dé el veredicto y te felicite por haber hecho un bien a la sociedad.

Si practicas artes marciales, ésta es sin duda la peli que has de ver antes de un torneo: la mala leche que te entra, te hará ser un campeón. Asegurada cuando poco la medalla de plata, dependiendo de si has sabido mantener la castidad el día antes de la final. Tanto menear la sardina puede ser malo, créeme. Me lo han contado.

Bajo la premisa de una comedia al uso de aquellos tiempos, subyace el mensaje inequívoco de una salida del armario. Mucha chorrada, y mucho chistecillo que en su momento pudiese ser gracioso –pero que hoy no pasa de chascarrillo, y aún gracias-, para plantearnos un tema aún tristemente candente en nuestros días.

Lamentable que un maestro como Wilder tuviese que ceñirse a las reglas, para mostrarnos en su vertiente más ridícula una simple salida del armario. Como si eso fuese cosa de risa. Aunque siempre hay que tener en cuenta que eran otros tiempos, y que el tipo andaría con las manos atadas.

Por eso el cinco: por hablar de algo que existió desde siempre, aunque las formas y los modos no sean como para aplaudir. Y también por Marilyn, que en esos momentos estaba como para mojarle pan en el escote.

¿Nadie es perfecto? No señor, pero: ¿Y quien quiere ser nadie?

Comienza como un dramón sobre las ganas de tener críos de una tía que es Astérix (los que no pueden tener hijos, que todo se ha de explicar), para luego convertirse en una especie de Delicatessen protagonizada por algo así como un Pinocho necesitado de cirugía estética.

Escenas en stop-motion a cascoporro, idas de olla a manta, cambios de parecer de los personajes sin que vengan a cuento, y gore de todo a cien, para una obrilla que si bien aburre poco, no es que deje demasiada huella en el recuerdo, excepto por el personaje del yayo salido y guarro, al que no sólo habría que denunciar por pederastía, sino también por mal gusto, que la niña es un ceporrillo con aspecto de carne blanda como de ternera con tomate.

Cosas de la edad, supongo, y que en una peli donde se olvidan de un invento tan novedoso como es el fuego, pueden pasar si no eres muy exigente.

JRR!.. Tolkien!.. Que soy yo otra vez! Que la segunda parte ya ha sido la ostia, y hasta me han dado premios y he mojado sin pagar!. Hacemos buen equipo ¿no te parece?

Vale: si crecen zarzas en los rincones me lo tomo como un si, campeón!

Ahora ya estoy liado con la tercera, y esta vez ya vamos a arrasar: mira los cambios y dime si sí, o si también: El Frodo se lía con el Sam, pero de forma elegante y fina. Nada de rollo chotuno, que eso está feo, y habrá muchos crios viendo la peli. Que hay que educarlos, coño, que si no crecen y votan al PP, y se hacen raros y eso ¿no crees?

Vale, el ala norte del castillo que me compré con los beneficios se ha ido a tomar viento… eso va a ser que estás de acuerdo. Eso si, podrías responder sin tanta rotura, coño, que me estás saliendo carísimo, y estas difunto y no produces.

Todo el rollo de la batalla de la ciudad esa de los chiquitines, nos la ahorramos y metemos elefantes y cosas así en plan grande, que visten mucho y me lo hacen por cuatro duros ¿tu sabes?
Que en la empresa de los hindúes que me hicieron los efectos de la segunda, me dieron un vale descuento, y hay que aprovechar. ¿A que soy un genio?

Coño: otra vez los estigmas en las manos… he de comprar crema hidratante.

Pues eso: que le tengo pensado un final que te cagas. Nada de libros ni ostias, que eso es para gente rara que lee en el metro, porque va a trabajar y cosas así de vulgares. Después de mucha acción, me tiro media hora de palabrerío, profundo eso sí, y lo culmino como me salga de los huevos. ¿A que es genial?

Coño… la copa de cristal de Murano ha petado… si eso es lo que pasa por comprar cosas robadas…

Tolkieeeeen!! No puedo seguír hablándote, pero tranquilo que nos seguiremos viendo!

A Dios pongo por testigo, que si me saco de la tercera peli pasta de sobras como para pagar las multas por conducir borracho, que me lio a hacer el Hobbit, el Silmarilion, y hasta las listas de la compra que dejaste en los imanes de la nevera!

Te lo juro por la cruz invertida que está ardiendo en el pasillo!

Cosas mas raras me pasan… ¿a que en la primera esquina un orco me pide un euro para un Don Simón?

Guionazo para otra peli que sería…

Bajo el pretexto del paso del cine mudo al sonoro, nos hallamos ante un documento de importancia trascendental.

No importan los cantos ni los bailes. No son relevantes ni las coreografías ni el guión casi inexistente. No señor. Si Gene kelly muere de pulmonia, que le jodan por hacer el memo ante un aguacero: la gente de bien se metería en una tasca, y daría buena cuenta de las reservas de coñac.

Lo importante, lo de agradecer, es la indisimulada propaganda hacia la salud dental. Piñatas soberbias, que valen la pena lucír aunque tu madre se esté muriendo bajo el peso de un tren de mercancías. Que se hubiese apartado.

Sonrisas inmaculadas, mirando bien a la cámara para que se vean, que para eso te has dejado la pasta en implantes, coronas, y empastes varios.

Gloria y loor al sindicato de odontólogos, al que siempre observamos con la boca abierta, pero sin mediar ni una sola palabra coherente. A las barricadas por vosotros, que os lo mereceis por aguantar nuestros alientos de vinateros sin pestañear.