Esta tercera entrega de la saga Feast no aporta nada nuevo a la que ya se vino presentando, es más, cansa y no se ve la imaginación que tuvieron en las anteriores. De las tres me quedo con la 2da parte.

La verdad que me interesó ver la película de Bush. Pero no colmó mis expectativas. Floja desde todo punto de vista, sin dinámica, escasos momentos atrapantes, actores poco convincentes, no tiene el magnetismo de otras películas del mismo director.

Esta película se caracteriza por unas actuaciones de primer nivel, principalmente quien hace de Nixon. La historia, a grandes rasgos, es así, un periodista inglés, motivado por el rating y el dinero que obtendría, intenta en ultima instancia, hacerle reconocer errores de gobierno al renunciante presidente Nixon en la dècada del 70 frente a su pueblo y frente al mundo. Hay muchos diálogos, por momentos puede cansar, pero las buenas actuaciones y el hilo argumental compensan.

Historia enredada, situaciones atípicas, personajes excéntricos, etc. Una película que sin tantos tiro ni la parafernalia pirotécnica a la que nos tiene acostumbrado el cine hollywodense, logra capturar la atención permanentemente con un devenir inimaginable. Marca registrada de Guy Ritchie y del cine inglés, pero uno no puede dejar de asociar con películas de Tarantino.