Las escenas de los miembros del comité cantando y entre velas cómo si fueran parte de una religión en misa es parte de lo poco realmente interesante de esta cinta. Y la otra parte son los diálogos. Se pueden sacar a colación muchas citas de lo único que brilla, entre los mejores estaremos de acuerdo que se encuentran estos:

“Usted habla como un contrarrevolucionario, Philip Philipovich.
- Nada peligroso. Nada contrarrevolucionario. A propósito, he ahí otro término que no tolero. Es imposible saber qué se oculta detrás. En mis palabras no hay contrarrevolución. Hay buen sentido y experiencia de la vida.”

“¿Cómo encuentra usted tiempo para todo, Philip Philipovich?
- Quien jamás se apresura siempre encuentra tiempo para todo.”

“Nadie debe ser pegado. Nunca. Recuerde eso de una vez por todas. Los animales y los seres humanos solamente pueden ser obedientes por medio de la persuasión. ¿Le ha dado hoy, su carne?”

"Y ahora me pregunto: ¿con qué finalidad? Para llegar un día a transformar... un perro adorable en un monstruo que nos hace erizar los cabellos.
- Una empresa excepcional.
Estoy de acuerdo con usted... He aquí lo que sucede, doctor: cuando un investigador, en vez de seguir a la naturaleza violenta las cosas, y trata de levantar una parte del velo: El resultado es Sharikov. ¡Arréglatelas con él!”

No se merece los tributos que le rinden obras muy superiores como “Matrix” e incluso ni de otras más limitadas como “Sucker Punch”. Y no es digna de rendirlos frente a “La guerra de las galaxias” o “El acorazado Potemkin”. El título de 'película de culto' una vez más se reparte entre películas que deliran sin orden ni sentido. No todo vale, y las escenas de ensoñaciones son peligrosas dado que permiten aparentar algo profundo a un guión que de fondo va escaso de ideas. Una demostración estética que sirvió para salpimentar “Doce monos” y por esta pequeña curiosidad histórica puede llegar a merecer la pena.

El final infinitamente lento, reiterativo y aburrido provoca que no merezca la pena ni cómo un ejemplo de delirio surrealista.

La historia parece querer llevar a nuevas cotas el surrealismo y la irrealidad respecto a las acciones y actitudes de sus personajes. Se pueden remarcar muchas cosas, pero empezaremos comentando cómo se dispara la trama de manera forzada cuando nuestros protagonistas deciden inmiscuirse, sin prácticamente razón, en los experimentos del doctor cuando este no deja de pedirles que se vayan y lo dejen paz. Llegados al momento del conflicto caen estúpidamente en la trampa del doctor de una manera torpemente desarrollada para después ver como el antagonista decide sorprendentemente echarse una cabezadita. Parece una premisa otra vez muy torpe para que se escapen los protagonistas, pero en cambio, emplean ese tiempo en coser unos nuevos atuendos, iguales a los anteriores, pero de diferente color. Llegados a este punto difícilmente se puede rescatar nada, pero hay más. Como por ejemplo cómo consiguen trasportar la escopeta y por qué no deciden apuntar a la puerta. Olvidaremos el delirio que lleva a que el doctor se precipite al vacío. Sin contar que al final, después de que dos de los protagonistas mueran, parece que no ha pasado nada e incluso hay tiempo para chistes. Un soberano despropósito. Y un último detalle, para todos los que pequen de una curiosidad casi masoquista, y la vean, comprobarán cómo el cartel no puede ser más engañoso. Supongo que eran conscientes de que la película no valía nada y algún reclamo para engañar a la gente, más influenciable, tuvieron que inventarse.