Obra que ese encuentra en la boca del lobo, ya que eslabona su filosofía en escenas muy cargadas en lo culterano, pero a la vez accesibles y no tan complejas como podría suponerse.
Un Alejandro Jodorowsky, que en todo momento juguetea con la inmoralidad y su variada expresión surrealista. Cada uno de los pasos en las películas que he visto de él, prolonga sus inquietudes en imagenes muy disparadas de la normalidad. Nada es tan común aunque le sea a uno conocido el tema del que habla. Es como un forcejeo con la cordura.
El resto se proyectan como sumisos cómplices como la fotografía preciosista y muy cuidada que dan la rara sensación de una quimera. Actuaciones limitadas, sobre todo el personaje de Lis, pero curiosamente no perjudican el resultado del film. Un guión interesantísimo con muchos subtextos y simbolismos de por medio.
Como sea, es una de esos productos que dasfasa los criterios en extremo pero que sin lugar a duda se tiene que ver y no como simple curiosidad.

Cuando el clan Iñárritu-Del Toro-Alfonso Cuarón, se proponen hacer cine comercial lo hacen bastante bien y no se andan con tonterías. Se las ingenian para llegar a todo público, acercándose más a tramas populares que a una que congestione ideas y propuestas.
Podría quedar en segundo plano lo deportivo y aceptar más la conjetura de los manejos futbolísticos tan lucrativos como sucios; el poder encaminado por malos rumbos; la hermandad impregnada de rivalidad.
Sin embargo lo anterior es envoltura de un obsequio para el espectador, siendo la desfachatez de lo ilógico, las vanalidades de subtramas, así como situaciones a la orden del chiste para arrancar una risilla lo que viene dentro de la cajita de regalo.
La butaca no será incómoda pues no es cansada la cinta, y lo que uno vea en pantalla causará cierta gracia en base a la buena fórmula Luna-García Bernal, pero párenle de contar, más allá de ello no hay más.

Dicen que el gusto se rompe en géneros, y es muy cierto, ya que para algunos lo que este film parece una obra de culto, para mi es una infamia.
Hay muchas cintas que manejan el absurdo y me agradan, pero en este caso las victimas de los tomates somos muchas al caer en un aburrimiento letal, y que al parecer el dormir al espectador son sus mejores armas.
Y es que parece que nadie se tomo nada en serio, ni para actuar, ni para escribir el guión, ni para dirigir, y mucho menos para divertir ya que ese era su objetivo, bueno eso creo.
En fin, que quisíera tener más argumentos para defenderme de dichos tomates, pero francamente me vencen...pero de sueño!!!

Ay, caramba!!!!! Estamos ante ocho historias cortas tan alejadas entre sí en textura y color, que para hacer la crítica primero debe tener pies y cabeza.
Empecemos con la cabeza, que es nada más y nada menos que la lujuria que esta muy presente en los cortos alzando los puños por personajes exhibicionistas, lésbicas, chavo primerizo y hasta pornostars.
Pasemos por el ombligo que es el desamor de una joven con complejos de inferiodidad, un alumno utilizado, un opaco oficionista.
Y terminamos pues con los pies, que vendrían siendo muchas frustraciones pues la realidad es muy cruda y casi nadie se salva aunque sus finales parezcan felices, por que son tan complejos los participantes que asi tengan a alguien a su lado, seguirán estando solos y tristes.

Por fin los hermanos Farrely, hicieron algo que realmente vale la pena.
Todas sus cintas llenas de absurdas situaciones y comedias insulsas tomaron forma en Osmosis, pero a su favor. Y es que sin afán de ser educativos, el metraje circula en su totalidad en la enseñanza, al grado de sentirme en una clase de biología, aunque un poco más ameno que en un aula.
La gracia de Murray, más la animación con las voces exactas para cada personaje hacen que se entrentenga uno por un rato.