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España España · Valladolid
Críticas de Jack Carter
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Críticas 93
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
4 de agosto de 2009
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen de las aventuras que, al fin y al cabo, lo que importa de ellas no es tanto su resultado como todo lo que ocurre en su transcurso, y cómo eso nos cambia para bien o para mal.

Eso mismo es lo que ocurre en “La burla del diablo”. A su término nos damos cuenta de que los negocios que los diferentes personajes soñaban con emprender en el continente africano no constituían sino una excusa de ese explorador del alma humana llamado John Huston para realizar un completo y complejo retrato psicológico de cada uno de ellos, unidos tal vez más por sus ambiciones personales que por el pequeño pueblo costero donde se conocen.

La avaricia se presenta a través del ente cuatricéfalo Morley-Lorre-Tulli-Barnard; los delirios de grandeza y el afán de protagonismo son las notas que mueven a la rubia Jennifer Jones, si bien es verdad que estas se ven diluidas en una personalidad esencialmente caprichosa, aunque enriquecida con otros matices –en ocasiones muy sutiles- tales como el interés casi ingenuo por todo aquello que le llama la atención, una inteligencia que desprende casi sin querer –véase la partida de ajedrez- o su fascinación pseudo-romántica, temporal e interesada hacia Bogart. Es una niña encerrada en el cuerpo de una atractiva mujer; pensamos que ella va a ser la femme fatale, aquella que traerá la perdición a los que la rodean, aunque en realidad si en algún momento del filme ocurre esto, no es conscientemente dado que no deja de seguir los dictados de una psique casi infantil.

Las parejas de Jones y Bogart –Edward Underdown y Gina Lollobrigida, respectivamente- comparten ingenuidad, diferenciándose en que él se deja llevar más por sus ínfulas y ella, por una ambición tenue.

Humphrey, mientras tanto, se acomoda en una terraza y desde detrás del vidrio de su copa de vino contempla escéptico la situación y a sus compañeros de viaje tratando de adivinar con la mayor lucidez posible el devenir de la empresa en que se ha embarcado.

La sinopsis de mi DVD catalogaba esta película como policíaca, pero que nadie se lleve a engaño porque en realidad es toda una comedia en la que Huston, con su sarcasmo más afilado, disecciona al ser humano para sacar a la luz algunas de sus pulsiones más bajas.
Jack Carter
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1
22 de julio de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es fantástico que de vez en cuando se estrenen películas de argumento totalmente manido, sin ningún aliciente, estúpidas e interpretadas no mal en muchas ocasiones, sino de modo solvente para lo indefendible de un guión que parece un culebroncillo alargado de hora de siesta –o peor, porque determinados profesionales dedicados a las series televisivas emitidas a diario, al contar con más medios, han demostrado en ocasiones ser capaces de levantar proyectos cuanto menos interesantes (otros no)-.

Y es fantástico porque cada vez que haya quejas referidas a la crisis del cine español se podrá hallar fácilmente una prueba visible de por qué los espectadores no acuden en masa a la llamada del cine patrio. Porque la mayoría de sus películas, como ésta, son más que mediocres abiertamente malas y nadie quiere tirar a la basura hora y media de su tiempo y seis euros de su dinero, porque el cine nos puede engañar –y de hecho nos engaña siempre-, pero tras salir de la sala no nos sentimos engañados, sino fascinados. Con filmes como este no cabe la fascinación, sino la sensación de estafa que causan productos financiados con fondos públicos cuando además apelan a nuestra conciencia para que gastemos aún más dinero en ellos –yendo a las salas-, y se sienten ultrajados cuando no lo hacemos.

Por favor, tengamos un poquito de juicio. Dejemos de sufragar productos que aspiran únicamente a rellenar la parrilla televisiva del segundo canal público en la noche del sábado. Si tuvieran mérito, probablemente distribuidores extranjeros se interesarían por programarlos en las salas de su país. Yo no he oído que a ningún francés, alemán, belga o norteamericano le haya atraído “Diario de una becaria”. Igual es por algo.

PS: teniendo a mi web predilecta siempre en mente, en mi aburrida noche de sábado no dejaba de pensar: ¿no se podrá votar negativo en FilmAffinity?
Jack Carter
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5
22 de julio de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Gritos y susurros” es una película conscientemente incómoda, desasosegante, intranquilizadora ya desde el momento en que contemplamos el interior de la mansión, con esas paredes de un color rojo sanguinolento que son símbolo del alma según la imaginación de Bergman. Este color estará muy presente a lo largo del filme dado que incluso los fundidos que enlazan los diferentes segmentos de la obra se hacen en rojo sobre el rostro del personaje bajo cuyo punto de vista va a ser narrado el siguiente pasaje. Hay también determinados momentos abiertamente desagradables en los que Bergman se regodea en la sangre de alguno de los protagonistas.

Miradas reprochadoras, temerosas o anhelantes en las que la cámara se detiene más de lo habitual, gestos infinitamente sopesados antes de ser realizados, remordimientos intestinos, incubadas frigideces sentimentales que afloran en una incapacidad manifiesta para las relaciones personales, tormentos interiores de orígenes diversos, creencias irracionales a las que aferrarse ciegamente, enfermedad, muerte; todo ello contribuye a que el visionado sea irritante a sabiendas del director, que se recrea en todo ello al imprimir un ritmo que permite que el espectador se identifique con el carácter agónico de aquello que es mostrado en la pantalla hasta llegar a un tramo final en el que a pesar de intuir la continuación de cierto martirio no se le hurta, a modo de gracia, que sea también partícipe del recuerdo de la felicidad.
Jack Carter
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7
22 de julio de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Proyecto personalísimo de ese geniecillo infravalorado que es Kenneth Branagh a través del cual se propone acercar al gran público una obra shakesperiana que incluso en su época se consideraba difícilmente inteligible; además, plantea con este filme un homenaje al musical saliendo, bajo mi punto de vista, airoso de todo ello. Y es que ya hay que tener agallas para hacer todo eso en el año 2000 sin que te coman vivo. Aunque a Branagh se lo comieron tanto crítica como público, vista con el paso de los años “Trabajos de amor perdidos” se revela como un musical solvente, una comedia atractiva, una distracción resplandeciente de diálogos ágiles –dada su procedencia podían resultar enormemente áridos-, cuidada puesta en escena y coreografías por lo general muy dignas.

Quizá el espectáculo no llegue a resultar cautivador, si bien no se puede negar que su planteamiento introduce inmediatamente al espectador en la trama y hace que éste siga con una sonrisa las andanzas de los personajes, envueltos en una historia coral de conquista de un amor aparentemente esquivo que se beneficia de unos vestuario, fotografía y diseño de producción realmente buenos. Hay que mencionar también la dificultad de condensar en un guión de noventa minutos el contenido de la obra original, un mérito añadido del director/guionista/intérprete Branagh. A lo largo de su metraje la película no aburre en ningún momento, lo cual es muy de agradecer.

En suma, se trata de un filme inofensivo simpático de ver en el que hay que tener en cuenta el gran esfuerzo que conlleva su realización y olvidarse, creo, de purismos innecesarios. Asumida su condición de elaborado entretenimiento y olvidando supuestos ultrajes al original, resulta un espectáculo realmente disfrutable.
Jack Carter
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4
3 de julio de 2009
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Tras haber disfrutado más leyendo el entretenido libro de “El código Da Vinci” que viendo la película homónima, piqué de nuevo con unos “Ángeles y demonios” que ofrecen la misma fórmula con algo más de ritmo, pero adoleciendo de la misma frialdad.

Después de un prólogo que presenta la situación y los personajes, se desarrollan sucesivamente cuatro historias de igual estructura –búsqueda contrarreloj de una persona- que acaban resultando repetitivas y cansan al espectador, que tiene la impresión de que durante una hora le cuentan una misma historia adornada con detalles distintos cada vez.

La conclusión de la última de ellas viene a enlazar con un tramo final en el que se suceden acontecimientos de lo más inverosímiles, siendo el máximo exponente de esto el del camarlengo planeador.

Técnicamente es notable, pero la historia es una patochada inmensa que ni siquiera engancha.
Jack Carter
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