Al igual que el personaje de Faida, una óptica que se interesa tanto por las gafas de cerca como por los telescopios, esta película nos introduce (literalmente, diría) en la vida de Tánger, ciudad peculiar y al mismo tiempo representación de un mundo globalizado y en constante movimiento. Tánger es el puente y es la frontera, donde conviven ricos del norte en busca del exótico sur, pobres del sur en busca del rico norte, y lugareños que deciden quedarse y otros que a toda costa quieren escapar. Como la historia de amor central (Serge y Sarah), el movimiento es continuo y las direcciones cruzadas, hasta asemejarse más a las líneas imaginarias que trazan los acróbatas con su cuerpo.

Una película muy rica en cruces y desvíos, abigarrada y laberíntica como las calles de Tánger, nada geométrica y continuamente en abierto movimiento, donde se mezcla lo personal y sus condicionantes sociales. Que con estas características consiga hacernos sentir la riqueza y no la confusión, es un mérito importante de Téchiné, aunque quizás podría haber suprimido la historia de algún secundario (Emily y su trauma) y profundizado un poco más en Serge y Sarah, que acaban resultando, paradójicamente, un poco planos en sus viajes a los extremos.

Acabo de leer varias críticas que valoran negativamente la película a causa de su "onirismo" o complejidad a la hora de contar las horas. A mí me parece justo lo contrario: es tópica y simplista. La historia de amor entre los protagonistas no puede ser más cursi y manida, como lo es casi todo en esta película. Hasta el mejor momento, que es realmente genial (el del avión entre las piernas), me hizo reír después de tantas coincidencias tontas e innecesarias. Sinceramente, no entiendo cómo alguien puede sentir cercana esta historia tan vacía y mal realizada.

Película tontita que incluso tiene que recurrir a los trucis cómicos más simplones, como golpes o bostezos. Resulta tan inverosímil el odio entre los padres y el hijo, así como la actitud calmada del hijo, que uno se aleja de la historia sin remedio. Los histrionismos de los actores que hacen de padres sólo empeoran las cosas. Lo único salvable, a diferencia de las otras críticas, creo que es el final anticlimático.

Después de leer la novela de José Revueltas, donde la sensación de encierro agobiante se consigue con una prosa seca y dura, sin concesiones ni pausas (ni un solo punto y aparte en toda la obra), tenía curiosidad por saber si la versión cinematográfica sería igual de exitosa, y con qué recursos lo lograría. Y tengo que decir que pocas veces la traslación cinematográfica de una obra literaria ha sido tan acertada, llegando a desarrollar elementos que en la novela están apenas esbozados (como la vida familiar de los "monos" -carceleros, ellos mismos encerrados en una casa como celda mientras miran otra caja, el televisor, que irónicamente poetiza sobre el ser mexicano). Los colores oscuros, los espacios cuadriculados y cerrados, las líneas verticales como barrotes, todo ello acrecienta la sensación claustrofóbica al máximo, logrando trasmitir lo que se propone. El único "pero" es la escena lésbica, que creo que no está tan conseguida como en la novela.

Película de atmósfera mítica sobre un hombre que regresa al pueblo después de 18 años encarcelado y a quien le esperan los hijos del hombre al que mató, para vengarse, y la novia que en aquel tiempo tenía, para redimirle. El destino, la venganza, el honor, son algunos de los temas trágicos que aquí se tocan en un guión escrito por García Márquez, quien imprime a la película un aire muy similar al de su novela "Crónica de una muerte anunciada". De hecho, aunque la estructura parezca lineal, se aprecia una clara circularidad entre las generaciones de familias protagonistas, circularidad que remite a un tiempo mítico pero también a la repetición de los ciclos de violencia en Colombia. El hermano pequeño de los Moscote (la familia de vengadores) será la única esperanza de cambio.

Personalmente, la película me pareció demasiado clásica, falta de emoción y chispa, un guión filmado con fidelidad pero sin nervio. Como una novela de García Márquez reescrita por un funcionario con la prosa del BOE.