Lo poco que puedo añadir a todas las críticas que se han vertido sobre la cinta, es que después de un siglo entero de cine, resulta complicado realizar una película que sea un poco original y que te atrape de principio a fin. Esta lo consigue. Si el director ideó este film para hacernos pasar un mal rato, lo logró sin duda. No me extraña que haya gente que no le haya gustado, porque produce una sensación de angustia bastante intensa que no todo el mundo está capacitado para saborear.

Para empezar, debo reconocer que no me gustan las películas de violencia gratuita estilo Chuck Norris o Steven Seagal. Pero esta sí. Por lo menos se lo curra algo más que los ejemplos que he puesto. No digo que sea una obra maestra ni nada por el estilo, pero puede que esta cinta, bien por la marcada estética de videoclip, o por la originalidad de alguno de sus personajes, cumple su objetivo de entretenerme. Destacaría la actuación de la travesti y de la sordomuda (Mónica Bellucci) y algunas escenas caóticas.

Hay algo de esta película que no me acaba de convencer. El ambiente está muy bien logrado (hay momentos en los que sudo sin querer), la música, pero las situaciones y los personajes están muy exagerados. ¿Alguien se puede creer que los japoneses no supieran ni cómo ni donde instalar un puente? Y no hablemos del oficial inglés. Me llega a irritar. He visto películas de ambiente bélico que me han gustado más. A esta le falta algo, le falta algo.

Documentos como éste se deberían enseñar en las escuelas y colegios. Se insinúan la superación, el miedo, la estrategia, el espectáculo, el dinero, pero a la hora de la verdad lo que cuenta son los dos púgiles frente a frente. El boxeador más rápido y técnico contra el más fuerte. Si no te va mucho el boxeo, la película te parecerá interesante, pero si te apasiona como a mí, te hará vibrar.

Recuerdo haberla visto hace bastantes años y reconozco que a lo mejor no la vi en un buen momento o yo que sé, pero ha sido una de las películas más aburridas que he visto en mucho tiempo. La vi en familia y recuerdo a mi abuelo retorciéndose en su sillón y deseando que se terminase de una vez. A veces pienso que debería volverla a ver, pero me echa para atrás el excesivo metraje de la película. De hecho, a veces amenazo a mi sobrina pequeña con castigarla a verla cinco veces seguidas como se porte mal. Por cierto, mi abuelo la recuerda como el "pestiño inglés".