Jean-Claud Van Damme es una estrella del cine de acción decadente y con numerosos problemas afectivos y económicos, para colmo de males acaba de manera inesperada metiéndose en un lio tremendo en una oficina de correos belga...

El comienzo es arrollador, bajo los acordes funk de Baby Huey & The Babysitters, Jean Claude reparte palos a diestro y siniestro en un plano secuencia de 3 minutos que homenajea a toda su carrera cinematográfica.

Es una secuencia memorable. He tenido que conseguir de inmediato esa canción, ese ritmo metálico y a la vez sensual puramente setentero que sorpresivamente tan bien acompaña esa carrera de palos que nos ofrece Jean Claude.

Hablemos de la peli. Es un soplo de aire fresco. En este falso (¿hasta que punto falso?) biopic la estrella de las artes marciales Jean Claude Van Damme, desnuda su alma, muestra sus vergüenzas, en fin... se redime a la vez que reivindica.
Es divertida e inteligente, y fantásticamente bien rodada por Mabrouk El Mechri.
El monólogo de Van Damme elevándose más allá de los focos y por fin contandonos a la cara, a nosotros, sin intermediarios, el porque de su idiosincracia, sus razones, su verdad, mostrando sus lágrimas, su persona, será sin duda inolvidable para aquellos que fueron fans o detractores, no importa, Jean Claude agradece a unos y explica a otros. Memorable.

Recomiendo la peli mientras difruto de la amarga voz de Baby Huey.

A Monty (Edward Norton) le queda sólo un día para ingresar en prisión. La policia encontró la droga que ocultaba en casa, está seguro de que alguien muy cercano le traicionó. Monty reflexiona en ese último día, en esa última noche como le ha ido su vida de camello, como la abundancia de antaño ahora no le sirve de nada, como ha afectado eso a su padre (Brian Cox), su novia (Rosario Dawson), sus amigos de toda la vida (Barry Pepper y Philip Seymour Hoffman).

Intenso e intimista drama sobre las consecuencias de tomar una opción de vida equivocada. Las interpretaciones rayan a gran altura, incluyendo un agresivo broker que Barry Pepper borda.
Sorprende el tempo contenido que Spike Lee otorga a todo el film, no así la atmósfera onírica y a la vez real que suelen impregnar todas sus historias. En esta ocasión el humor podríamos decir que es casi inexistente, o al menos abunda mucho menos de lo habitual en su cine.

La última escena en que Norton se aferra a un futuro improbable narrado por su padre es tan cercano a esos momentos en que TODOS hemos estado sufriendo por alguna razón y hemos querido escapar aunque sea con la imaginación que pone los pelos de punta. Escalofriante.

O aquella en que Barry Pepper, el vehemente y vividor broker, reprocha a Rosario Dawson el desinterés de ambos en la espiral en que Norton estaba cayendo y de la que nadie trato de persuadirlo para que lo evitara.

Una película grande e inesperada que agranda la enclenque figura de este realizador. Más que recomendable.

Terry (Marlon Brando) es un joven ex-boxeador que trabaja para la mafia que controla el empleo de estibadores en los muelles de Nueva York. Sin quererlo colabora en la muerte de unos de los trabajadores que no resigna a ser chuleado por los gangsters. La aparición de la hermana del fallecido (Eva Marie Saint), de quien se enamora Terry y la obstinación de un sacerdote (Karl Malden) provocarán en la mente de Terry un dilema ético y moral, el cual se debate entre la fidelidad a sus compañeros y a la silenciosa ley del muelle y testificar contra ellos y devolver de esa manera la tranquilidad a su conciencia.

Elia Kazan, utiliza su enorme talento como herramienta que justifica la denuncia contra sus compañeros de profesión en la época de la polémica "caza al comunista" del hipócrita senador McCarthy.
Como defensa moral le sirvió de poco, pero la obra maestra que queda es extraordinaria.

El ambiente sucio, maleado y triste de los oscuros muelles de Nueva York, el realismo palpable, la fabulosa fotografía de la miseria reinante, y la historia que fotografía meticulosamente el alma humana, todavía mas miserable que la suciedad de ese opresivo barrio obrero, del que no salimos en toda la película, nos emociona de manera progresiva hasta alcanzar el climax en un grandioso final, rozando lo dolorosamente épico.

Una muestra más del increible talento de Marlon Brando, creando un personaje entrañable, duro por fuera y humano por dentro, así como los enormes secundarios, Eva Marie Saint, Karl Malden, Lee J. Cobb.
Una historia llena de pequeñas historias complejas, realistas, tristes, que dotan al film de una dimensión universal y atemporal.

¿Qué más se puede decir? Acongojante. En pocas palabras un jodido peliculón.

Si fuera crítico cinematográfico, si no hubiera visto la primera película de la franquicia, si no fuera un fan de los cómics de Mark Millar quizá pensaría de manera distinta, quizá escribiría otra crítica más áspera.

Pero no es así. No soy crítico de cine. Me encantó Kick-Ass y amo la obra de Mark Millar.

Es una película para fans. Esto es bueno y es malo. Es bueno para los fans. Pero es malo para los críticos y por tanto para la taquilla.
Por lo que a mi toca... le doy las gracias sinceramente a Jeff Wadlow, director de Kick-Ass 2.

Suelto lo gordo al principio: La primera fue mejor. Y punto.

Y vuelvo a Kick-Ass 2, qué me gusta y qué no me gusta.

#Qué me gusta:
El ritmo. No hay un respiro. La acción es continua, sin tiempo para la reflexión (no la necesita). Ni siquiera sus detractores podrán decir que se aburrieron. Imposible. Quizá les parezca "mal hecha", pero nunca aburrida. Es un punto muy a favor de Wadlow.

Los actores. Espléndidos. Me sorprende tanta excelencia. De Aaron, Chloë y Chris es normal esperar lo mejor, y así se demuestra, pero es que el resto están realmente bien: John Leguizamo, perfecto. Donald Faison entusiasmado. Jim Carrey extraordinario. Incluso la joven Claudia Lee resulta divertida y creíble.

#Qué no me gusta:
El guión. A veces es pobre y las bromas poco ocurrentes o poco trabajadas. El paso entre escenas a veces es brusco.

#Porqué Kick-Ass es mejor que Kick-Ass 2:
La originalidad. Ahí nada puede hacer ni Jeff Wadlow ni nadie.
Cómic-Película. En Kick-Ass las partes que no son fieles MEJORAN la trama del cómic. En Kick-Ass 2 las partes que no son fieles EMPEORAN la trama del cómic.
La música de Kick-Ass 2 es buena, la de Kick-Ass es EXCELENTE.
Las peleas y coreografía de Kick-Ass 2 son buenas, las de Kick-Ass son EXCELENTES.
El guión de Kick-Ass 2 es claramente inferior al de Kick-Ass.
Los detalles, los acabados... en general la dirección de Kick-Ass 2 es aceptable, es un buen trabajo. Pero queda lejos del talento innato y superior de Matthew Vaughn, director de Kick-Ass.

#Y por fin... la EPICIDAD.
Kick-Ass 2 es divertida, tiene muchísima y buena acción, los actores están muy bien, realmente bien. Incluso tiene escenas buenas, ¡MUY BUENAS!, pero no tienen la epicidad y el talento mostrado por Vaughn que se dispara en tres escenas memorables e irrepetibles de Kick-Ass, como son: la matanza en el apartamento del traficante, la matanza con las gafas de visión nocturna, y la matanza en el famoso pasillo, escena que por derecho propio queda grabada a fuego en los anales del cine de acción encumbrando a Hit-Girl como un mito.

Dentro de una acción buena y continua, no hay en Kick-Ass 2 ese momento épico e inolvidable.

Apunte sobre la violencia:
Jim Carrey es idiota. Y cualquier crítico que argumente su hostilidad amparado en la violencia de la película es un ignorante o un cínico.
Cualquier fan esperaba incluso algo más de violencia. Ojalá se hubiera sido más fiel al cómic original.

Apunte sobre Moretz:
Es fácil quedarse obnubilado ante los primeros planos de su preciosa cara de 15 años. Pero más allá de su belleza objetiva, hay una actriz extraordinaria, un talento desbordante.
Y lo que muestra en Kick-Ass 2 es sólo la punta del iceberg. Probablemente en Carrie que se estrenará en pocos meses veremos de lo que realmente es capaz.

Con la llegada del régimen talibán, una familia afgana compuesta por tres mujeres, abuela, madre e hija, se ven sometidas a un enclaustramiento en casa, debido a la imposibilidad de salir de su hogar ya que no pueden ser acompañadas por un hombre de su familia. No les queda otra salida para poder susbsistir que la de cortar el pelo a la niña de doce años, y hacerla pasar por un chico para que pueda trabajar fuera de casa y traer el sustento.

Estremecedora historia, que pone los pelos de punta y te desgarra el corazón hasta más allá de lo que pudieras imaginar.
El sentimiento de injusticia te aplasta en una curvatura ascendente que acaba por resultar tan incomodo que llegas a dudar si apagar o no la televisión. El estilo de documental del rodaje en cambio no da pie a excesos lacrimógenos, sino a una impotencia febril.
Juro que si me llego encontrar anoche con un talibán, me mata o lo mato yo a él. El posicionamiento no puede ser otro que el de contemplar a los extremistas como lo que son, bárbaros que no se merecen ni ser llamados seres humanos.

La historia va más allá de la política, incluso de la religión. En este caso las víctimas son musulmanes, no lo olvidemos, la película es una muestra del grandísimo error que se comete siempre que se mete en un mismo saco a verdugos (extremistas islámicos) y a sus víctimas (el pueblo afgano, en este caso musulmanes). Porque muchas veces no nos damos cuenta de esa injusticia que se comete al unir ambas partes.

A destacar la actuación de la niña, de la que extraemos miradas que por si solas justifican la película y dibujan un drama que ha asolado impunemente a ese pueblo durante muchos años.

Película imprescindible siempre que estemos dispuesto a tolerar un poco más de sufrimiento del que el mundo nos escupe.