Película cómica que muchos confunden con un documental porque no tiene un argumento narrativo propiamente dicho. No obstante, tal valor documental es nulo al no mostrar nada coherente ni históricamente científico sobre el que ella misma titula de "Caudillo". Sin embargo, su interés resulta inestimable para contrastar las fobias, filias y terrores psicológicos que el dictador ejercía sobre una parte de España a la cual representan el director y coautores de la cinta. Ésta no consiste sino en una mera sucesión de "gags" graciosos logrados mediante tomas de la vida real en la época franquista, ya sea manipulándolas directamente o, más sutilmente, mediante su concatenación para lograr efectos grotescos o adición de fondos sonoros musicales escogidos al efecto para producir resultados hilarantes. Evidentemente, la figura de Franco va a ser la "estrella" de una cinta cuyo objetivo palpable no será ilustrar al espectador sobre algo real o histórico, sino mostrar visualmente al arbitrio de los narradores la división de España en dos bandos, el de los Buenos y el de los Malos y su Caudillo, para con ello despertar las reacciones viscerales hacia unos u otros según las simpatías personales del realizador. Cinta antipropagandística de Franco (y, por tanto, abiertamente propagandística de sus detractores) fenomenal, ya digo, por la hilaridad que causa, y porque viéndola con ojo crítico nos enseña mucho más de sus realizadores e incondicionales que del propio Franco, convertido en un mero figurín para provocar la risa, en el simple malo de una película infantil. En cuanto al personaje histórico, vista según y como, la sensación final puede ser incluso contraria a la buscada, y es que no debía ser un dictador tan serio cuando sus enemigos le tomaban tanto a broma.

Pues a mí me da la gana de calificar muy bien esta película, tal vez sobrevalorándola un poco, por una serie de razones que el partidismo con que se mide todo actualmente no está dispuesto a reconocer. No nos preocupemos: pasará un siglo o dos, pero las aguas volverán a su cauce.

En primer lugar, fue la producción más cara de su época en España y se escogió a los mejores actores y medios que había a disposición de quienes la financiaron. Esto ya se tiene que notar en algo.

En segundo lugar, la fotografía es clásicamente correcta, y otro tanto puede decirse del montaje. Faltaría más, pues el director y los realizadores probaron largamente su eficacia, tanto durante los cuarenta años con Franco como algunos antes e incluso todavía después. Por algo fueron escogidos "a dedo" también para rodar esta película en su momento por quienes entonces mandaban.

En tercer lugar, porque la película no resulta aburrida, al menos en su primer visionado, y así cumple una de las principales funciones del cine, que es entretener. Uno no está trabajando toda la semana para aún encima ponerse a ver tostones en los ratos libres. Sí se puede admitir, como contrapartida, que son prescindibles algunas escenas puramente propagandísticas, aunque otras son mantenibles incluso como testimonio histórico o hasta etnográfico.

En cuarto lugar, y lo que me parece más importante, porque muchos que califican mal a esta película hacen exactamente lo contrario con burdas (por lo evidentes) imitaciones posteriores. Véase mi crítica a "El lápiz del Carpintero". Por tanto, lógico es que califiquemos mejor a la original.

En quinto lugar, porque, a pesar de todo mérito que se le quiera negar, "Raza" no es indiferente al espectador. Enfada a muchos porque tiene mensaje: un mensaje que les gustaría ver contado de su parte, y gusta a otros precisamente porque se ven identificados con ese mensaje. Y lo que no es indiferente porque contiene mensaje, es arte.

Y, en fin, a todo aquel que diga que es mala por alguna razón, le conminaríamos a que viera el gran cine extranjero que se hacía en el momento, pero ¡ojo!, con los mismos medios y presupuestos (no aquel multimillonario de Hollywood de "Lo que el viento se llevó").