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Críticas de Mesonikis
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
10
12 de julio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De 1864 he leído críticas que hacen hincapié en los mismos defectos en los que puede incurrir cualquier serie histórica: anacronismos, densidad rayana en el tedio, escenas bélicas pobres.
Pero se da la circunstancia de que, precisamente, gracias a esas escenas de batallas, que descubrí en una página de vídeos, no solo me interesé por esta serie, sino que, tras ver sus ocho episodios, mi opinión respecto a la misma dista mucho de ser negativa. Pues además de su cuidada puesta en escena, las dos tramas que se desarrollan en ella (una que transcurre en el siglo XIX con el trasfondo de la Guerra de los Ducados y otra en la época actual) no solo se complementan perfectamente, sino que configuran un conjunto perfectamente equilibrado.
En definitiva, 1864 no es solo una obra de dimensiones épicas, sino una producción de altísima calidad de la que únicamente puedo decir que es una, sino la mejor, serie histórica que he visto hasta ahora. Lástima que en nuestro país no hayan productores con los medios ni con la genialidad suficiente para realizar un producto que se asemeje, siquiera, a ella, por lo que tendremos que resignarnos con subproductos de la talla de Carlos, rey emperador donde el aburrimiento, los anacronismos, la escasez de medios y las interpretaciones sobreactuadas se dan la mano en un lamentable y patético espectáculo.
Mesonikis
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9
17 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo cuando la única televisión que había en España emitía esta maravillosa versión del clásico de Julio Verne. Fue durante la sobremesa de los domingos de aquel lejano 1978. Y gracias a ella, a mis diez años, como todos los que ahora pasamos del medio siglo, mi sueño de esa Rusia Imperial, llena de aventuras, de osos, de tártaros y de combates a sable y a yatagán no se limitaba a los fines de semana, sino que se extendía a los recreos cuando, bocadillo de pamplonés en mano, nos disputábamos los papeles del correo del Zar o de Iván Ogareff hasta que volvía a sonar la sirena para asistir a clase de matemáticas o de sociales.
Una auténtica lástima que esta fantástica aventura no esté disponible en su versión doblada al castellano para, al menos, volver a soñar con esa Rusia Zarista o, mejor aún, con nuestra añorada infancia.
Mesonikis
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1
9 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
—¿Qué tal andas de muecas? —le pregunté a una vecina mía— Verás, es que quiero rodar una película con la cámara de vídeo de mi cuñado,— en aquella época todavía no había móviles que grabasen vídeo— y necesito actrices. Se trata de algo así como un documental sobre cigalas, centollos, nécoras…
Y la cara de mi vecina se iluminó al oír aquella relación de crustáceos mientras se relamía los labios pensando en su participación en mi proyecto.
—Pero verás, hay un pequeño inconveniente: que estoy un poco tieso y, naturalmente, no va a ver nada de marisco en la película. Te explico: tú tendrías que poner los deditos así, formando el símbolo de okey, poner morritos con los ojos entornados… exactamente, así mismo: como si estuvieras enamorada de lo que te estás comiendo; y yo, yo te grabaría… desde esta distancia, bien cerca, cogiéndote toda la cara. ¿Lo ves?
Y yo le enseñé un par de planos que le había grabado en blanco y negro, con poca luz y con mucho, mucho movimiento.
—Por cierto, como estoy absolutamente seguro de que esto va a ser un éxito, ¿podré contar contigo para la próxima película? Será una historia sobre unos chavales que se pierden, bueno que van a un bosque, porque todavía no sé ni que van a hacer allí, y que hablan… hablan de… bueno, lo importante es que no se va a saber ni de qué van a hablar. Pero, el caso: se asustan, y tampoco se sabe de qué. Tú lo único que tendrías que hacer es poner cara de susto…, sí, así, mientras yo te grabo igual: de cerca, con poquita luz y moviendo la cámara.
Mesonikis
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2
10 de enero de 2016
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Añadimos en un bol una adolescente insoportable, un padre histriónico y masoquista, unos judíos junto a sus rituales, un cura, un tipo estrafalario con ojos saltones y que no para de reñir con un delincuente juvenil, unas cuantas joyas, y ya tenemos la ensalada. Eso sí: hay que tener muy en cuenta que se trata de un plato que no está al alcance de cualquiera. Pues para saborearlo y apreciar su valor es necesario ser alguien curtido en filmotecas donde solo se pasan películas de las que antes se llamaban de arte y ensayo, es decir, aquellas cuyos argumentos vienen a ser algo así como eso que decían de que como sé que te gusta el arroz con leche, te tiraré dos ladrillos por debajo de la puerta. En resumen: que por más atención que le he prestado, no le he visto ni pies ni cabeza.
Mesonikis
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1
13 de noviembre de 2015
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Entonces entro. Avanzo con paso firme. Me pongo ante él y nos miramos –sonríe- La verdad es que fue una escena muy bonita”. Esta podría ser una de las tantas intervenciones de los actores de Carlos Rey Emperador en el programa que emiten tras la serie y donde, además de explicar los pormenores del rodaje, tratan de la vida en España en el siglo XVI. En él los actores, los encargados de vestuario y maquillaje e incluso el responsable de la rimbombante banda sonora se jactan de todas y cada una de las escenas, tal y como lo harían unos niños que se creen merecedores de un juguete por haber hecho bien sus deberes. Sin embargo, y a pesar de esa especie de “entre bambalinas feliz” que es El mundo de Carlos, esa especie de epílogo semanal de la serie, el único que no comparte esa felicidad es, por lo general, el espectador.
Y es que este collage de escenas históricas sin apenas ilación, y con un noventa y nueve por ciento de anacronismos, lejos de dejar ese buen sabor de boca del que presumen sus responsables, causa, en cambio, la misma insatisfacción que un huevo sin sal o, más bien, una producción histórica sin batallas. En definitiva, Carlos Rey Emperador, gracias a su falta de rigor histórico y al esmero con que aborda aspectos tales como bodas, bautizos y arrumacos de pareja, tan solo podría satisfacer plenamente las expectativas de un público femenino ávido de programas de corazón.
Mesonikis
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