Que esta película es muy mala, una tomadura de pelo al intelecto de los espectadores y un bodrio infumable malo hasta decir basta. No se salva ni el apuntador si es que lo hay. Veamos. Para empezar le ponemos un argumento que no acaba de desvelarse nunca, ni siquiera hasta el final del film, cuando uno ya está cabeceando. Díselo a todo el mundo para que se entere de que los que vemos películas queremos ver cosas buenas y no estas incalificables mezquindades.

Realmente malísima, no sabes a qué atenerte mientras aguantas su visionado como un martirio; si tildarla de pestiño intragable, de pirueta de un esquizo o bien un mal viaje de un tipo que no sabe hacer cine. Entonces comprendes que más que un insulto al espectador es que se trata de una paranoia malísima de un tipo que está hundido en lo que a hacer películas se refiere y debería, en cambio, dedicarse a limpiar váteres más que a representar la cultura de este país de risa mala.

Es bastante buena porque está hecha desde el punto de vista de los simios, no de los humanos. Lo cual no es nada fácil y supone un punto de vista nuevo en el cine y acertado. Y el resultado es que cualquier humano ético y reflexivo después de verla debe afirmar lo siguiente:
ABORREZCO EL GÉNERO HUMANO Y ME AVERGUENZO DE PERTENECER A ÉL
Está claro que a estas alturas no se puede ser humanista y esta peli lo deja bien claro

Creo que la unanimidad negativa en las críticas a esta película puede deberse a que todos sus críticos son creyentes, de otra forma no se explica esa calificación tan mala, cuando hay pelis mucho peores que salen mejor paradas.
Aunque para un ateo tampoco sea aceptable el argumento, por lo menos cuestiona la supuesta bondad del supuesto dios bíblico y el argumento es tan demente como lo es el de la propia biblia. No creo que lo sea menos. Así que el que la pone a parir porque se cree que atenta contra la biblia debe reconocer que el argumento bíblico es igual de demente y estúpido. A esta peli hay que valorarle su apuesta por criticar la leyenda del dios bíblico benefactor, aunque ella misma se enrede finalmente dentro del argumento del mesías salvador, lo que demuestra que tampoco su director es ateo.

Coincido con una de las críticas vertidas aquí que afirma que aún no siendo la mejor película de Allen es con mucho mejor que la mayoría de las restantes que nos ofrecen otros directores.
Magistralmente nos demuestra la ecuación: Miedo a la soledad, luego pareja. Siguiendo la cita sobre el ruido y la furia que nada significan al respecto de la caracterización de la vida, la película es un ejemplo. Las personas o los personajes son seres sociales necesitados de amor y de un igual, pero la realidad se impone. La pareja de Hopkins, por increíble que parezca e incongruente es sin embargo la realidad que le espera a un anciano con ínfulas de juventud y potencia sexual. La pareja que forma el escritor fracasado es más que común entre los mortales: un matrimonio que hace aguas y un amor no bidireccional entre Banderas y la mujer de aquél. Cualquiera puede verse retratado en este personaje femenino y si bien la película no puede ofrecer esperanza al respecto de encontrar al hombre de tus sueños, al menos coloca al espectador en el sitio de la realidad amarga, o en fin, de lo que hay. Y lo que hay es que somos seres sociales, como dijo Aristóteles, insatisfechos quizá por ello, que topamos con quien está más cerca de nosotros, véase al personaje del escritor ligando con su vecina, a Hopkins atrapado en una relación con una prostituta a la que ha citado en su casa, y creemos enamorarnos, cuando sólo una anciana que cree en pitonisas y reencarnaciones puede esperar toparse con el hombre de sus sueños, después de una relación agotada, a la par que una vida.
Siguiendo la máxima de que sólo el buen cine te hace reflexionar, como los buenos libros o las buenas personas, en este caso se trata de un retrato de las relaciones amorosas en los tiempos que corren: en busca del amor perdido, en cuyo camino aceptamos lo que más a mano tenemos y seguimos sufriendo a causa de nuestra insatisfacción permanente, por lo que tenemos que afirmar con Allen que sólo la ignorancia puede proporcionar la felicidad, siendo ignorancia sinónimo de creencias irracionales, entre las cuales puede encontrarse el amor.