Esta película alcanza cotas sublimes en lo que respecta a la exploración sobre las relaciones de pareja. Nadie que la tenga o la haya tenido debe dejar de verla porque, como casi toda su filmografía, es excelente. Con la interpretación magistral de Peter Coyote, Polanski nos adentra en el complejo mundo que se establece cuando un hombre y una mujer se enamoran. Inigualable e irrepetible, no haberla visto antes de morir es un crimen.

Porque para que ese amor se conserve tan puro y tan verdadero como lo que tú sientes en ese momento la única solución lógica es el suicidio. Con este argumento que cuesta entender hasta pasado un tiempo de reflexión, que puede variar desde días a meses o años, el espectador se enfrenta a una forma de hacer cine aparentemente simple pero que esconde una profundidad hasta ahora no explorada en lo que respecta a las relaciones amorosas. Muy recomendable para parejas en serie, prefabricadas y sin profundidad, porque las relaciones humanas no son tan simples como parecen.

Y no exagero, cuando la ví hace años en los cines Renoir, quedé tan impactado/a que aún hoy no he podido olvidarla. Luego me enteré de que su director murió en un accidente aéreo, lo que la convierte en una joya del cine irrepetible, grandiosa y maravillosa. La banda sonora, el argumento, las interpretaciones, el mensaje tan grandioso que lanza al mundo sobre lo que significa vivir, la enfermedad mental, el amor, y tantas cosas que ya no recuerdo, excepto la huella profunda que dejó en mí. El voto no puede pasar de 10, pero que conste que es M.H.
La pérdida de J.C Lauzon es muy grande.

Le pongo un nueve porque al final parece que hay cabos sueltos. Que lo que uno lleva en su mente a uno le pueda parecer real hasta el punto de no concederle a la realidad apariencia de verdad alguna, es sin duda síntoma paranoico. Pero lo que plantea esta película es precisamente eso. Qué es exactamente la realidad? Lo que cada cual lleva entre manos en su cerebro o lo que realmente está pasando? la confluencia de ambos ámbitos es lo que se denomina vida normal, pero en esta peli lo que se nos dice es que los instintos agresivos de un individuo excesivamente pulcro y ordenado sólo pueden ser proyectados a través de su mente en el mundo, dando como resultado una esquizofrenia que no aúna los dos ámbitos. Los instintos agresivos reprimidos de un yupi norteamericano es lo q nos han contado todo el rato, para al final decirnos que la realidad es muy diferente del mundo mental del protagonista que nos hemos creído desde el principio. Al final del film comprendemos que su mente nos ha tomado el pelo y que las matanzas son una paranoia de una mente particular. El uno q le falta para tener un diez es que eso que nos han contado es verdad en muchas pelis de asesinos en serie(o) norteamericanas que estamos hartos de ver y también en su propia sociedad real, por lo que viene a ser una desmitificación de estas malas pelis de asesinos en serie, y esto es de agradecer.

Después de verla comprendemos que a los seres marginados y vapuleados por la sociedad no les cuesta nada comprender lo anómalo y el mal, y que incluso es sólo lo anómalo a lo que pueden acercarse porque el resto de los caminos les están vedados. Owen encarna uno de esas víctimas solitarias y carentes de amor, tanto por sus padres como en el colegio, que pasa finalmente a ser víctima del mal absoluto aún encarnando él la bondad y la inocencia absoluta. La vampira consigue encontrar su víctima particular que la proveerá de sangre mientras viva, porque ellla es también un ser solitario que necesita de alguien para vivir vampirizándolo. El mensaje del film es que las víctimas lo son ya desde su infancia, víctimas de una sociedad agresiva y carente de amor familiar también, propiciatorias para escoger el peor camino, el de convertirse en lacayos de una vampira, porque paradójicamente sólo encuentran en el mal él amor.
Lo más inquietante es comprender que antes de Owen hubo otro ser vampirizado por Aby en su infancia, que creció mientras ella no lo haría nunca, y se convirtió en un asesino para satisfacerla, igual que Owen decide hacer finalmente cuando se marcha con ella y apuesta por el mal particular y absoluto de una vampira y no por el más general de nuestra sociedad. La metáfora es grandiosa, la paradoja más: seres buenos que necesitan amor lo encuentran en el mal, dejando ellos también de ser buenos e indicándonos quizá que el bien no existe.