El subgénero de "terror japonés" empieza a degradarse. Por si no había quedado claro con basura como "Marebito" (¿Qué le viste, GoVegetarian?), El Pozo, La Sombrilla o El plato de arroz -estas últimas no existen, pero ya saldrán, ya-, hace un tiempo llegó "Premonition", una auténtica bazofia, bastante cómica, sobre un periódico asesino maldito que se anteponía a los hechos, mostrando el macabro futuro a quienes lo leían. Sí, aterrador. Después de esto, Mick Garris otorgó a este realizador japonés la oportunidad de relevar a Takashi Miike en la segunda temporada de la serie para televisión "Masters of Horror". El resultado es Dream Cruise, un mal cóktel de terror nipón que finaliza con una explosión realmente extraña, y renueva las bases del género. Casi ná.

Una historia tan tópica que nos muestra a tres personajes en un triángulo amoroso, con amistad e implicaciones ocultas, evidentemente, no faltan los elementos de culebrón venezolano, sirve como vehículo a Norio Tsuruta para mostrarnos la típica venganza de un fantasma atormentado con pelo largo tapándole la cara. Como novedad, el fantasma ahora brilla como si se hubiese comido un faro. No sé si Sadako, el icono de Ringu, hizo algo así en Ringu 0: Bâsudei, precuela del filme de Hideo Nakata realizado, irónicamente, también por Norio Tsuruta.

El caso es que de una forma u otra, este es un mal episodio que, por medio de los típicos sustos -sonido estridente, mano que aparece del aire- da algún sobresalto que otro pero que en global no destaca por nada. Una mala elección el cambio de director para el cargo de realizar la visión asiática de la serie. Que sí, que Miike se pasó tres pueblos con Imprint, pero tenía bastante más estilo y le dió material de culto a una miniserie que se sostiene por un par de capítulos y poco más...

Las expectativas a la hora de ponerme a ver Hiroshima eran bastante altas. Una de las pocas grandes películas de animación japonesa que me quedaban por ver, de las únicas tan bien consideradas como las de Ghibli, Satoshi Kon, Katsuhiro Ôtomo, Hideaki Anno o Mamoru Oshii, por decir sólo unos cuantos nombres. ¿Y qué me encuentro? Una cinta de calidad, pero demasiado panfletaria, con un interés casi obsesivo por lograr que el espectador derrame lágrimas de las formas más gratuitas posibles.

Sí, vale que la historia sea una crueldad y evidentemente de pena. Pero de ahí a que se tiren casi toda la película con escenas y momentos integrados en la trama ÚNICAMENTE para tocar la fibra sensible, hay un trecho… Sin ir más lejos, la escena de la familia bajo la viga es… exagerada. “Hermanito, me quemo, nosequé”. Por dios… es exagerado.

Que si, que lo de Hiroshima buena una brutalidad, pero de ahí a convertirlo en una especie de carrusel lleno de momentos lacrimógenos, me parece exagerado. Seguramente los primeros test de audiencia se hicieron con cámara oculta, a ver cuantas veces se escapaba la lagrimilla. Reconozco haber llorado con “La tumba de las luciérnagas” (mucho mejor que esta y también menos gratuita), pero aquí lo único que puedo hacer es anticiparme a la siguiente escena sensiblera y decir “joder, qué pesados”.

Sea como fuere, no es una mala película ni mucho menos. Tiene un valor enorme teniendo en cuenta que es de animación y que por aquel entonces no solía utilizarse para contar historias tan adultas o crueles –por que es muy bestia, no recomendada para niños, desde luego-, usa recursos muy buenos y tiene ideas cojonudas en según que tramos. Es exagerada, mucho, y tiene la finalidad de tocar la fibra sensible continuamente. Pero en fin… de todo tiene que haber. No está mal, pero queda bastante lejos de la Obra Maestra de Isao Tahakata.

Como todas las últimas de Mel Gibson y Liam Neeson, esto es una peli de acción con de videoclub en la que una estrella pone cara de circunstancias mientras golpea a tantos personajes/enemigos cliché como le es posible. En este caso el escenario es una cárcel (aunque no lo parezca) en la que el buenazo de Mel se encuentra a un niño que fuma y que es muy malote, así que decide ayudarle a ir por el buen camino al tiempo que se tira a su madre (o lo intenta) tras unas fases de tira y afloja en plan “eres mala influencia para mi niño” (pero en realidad) “te quiero todo para mi”. Así que tenemos un poco de todo, añadiendo además mafias, el robo de una cantidad de dinero y cosas así como muy sórdidas tratadas con la ligereza ridícula.

Gibson da la oportunidad de debutar a su protegido Adrian Grunberg, que ya había trabajado con él en “Al límite” o “Apocalypto”, y además fue ayudante de dirección en cintas tan sólidas como “Traffic” o “El fuego de la venganza”. Aquí no es que lo haga mal (tampoco bien) pero de poco sirve cuando el guión es tan flojo (tanto si lo analizas como si no) que sólo queda abrazar el absurdo en base a tu grado de afinidad con Mel: si vives para ver sus películas y eres fan de esta nueva corriente de pelis de hostias con un trasfondo social de pega, adelante, lo pasarás en grande. Si buscas algo más allá... pues en fin. Estas películas las hacen también Steven Seagal, Dolph Lundgren, Cuba Gooding Jr. y tantos otros y salen directas a DVD. Poco más puede añadirse... salvo que si quieres hostias, acción y tiros, no muy buenos pero con algo más de nivel, te pilles la última de Jason Statham (“Safe”). De profundidad van parejas pero al menos la segunda sabe cuándo debe parar de tomarse en serio.

Es increíble la cantidad de referencias que existen sobre Shaolin Soccer. Cientos de personas la han visto y nadie se pone de acuerdo. Así que la he conseguido y mi impresión es una mezcla de todas las demás... SS es Oliver y Benji en "live action", así sin más. Esto significa que al ponernos a verla hemos de olvidarnos de cualquier guión lógico, y ceñirnos a lo que realmente importa en la cinta de Chow: Los efectos especiales de los partidos.

Y en eso: Impresionante. Cuando el equipo Shaolin entra al campo nunca se sabe lo que va a pasar. Patadas extrañas, golpes mágicos, fuego, explosiones e incluso tornados, artes marciales y kapoeira. Todo esto en un partido de fútbol. Pero lejos de ésto, la película es bastante ridícula.

Naufraga en los momentos presumiblemente dramáticos (como le pasaba al anime Oliver y Benji) y como comedia no tiene suficientes gags para funcionar (fuera de los partidos). Si hubiese más encuentros estaríamos hablando de una Obra Maestra del entretenimiento. Objetivamente es mala, sí. Ridícula, también. No tiene guión... pues no. ¿Pero entretenida? Como pocas. Ved Shaolin Soccer si os gustaba Oliver y Benji y disfrutad. Degustarla y dejaos atrapar por su "magia". Una lástima que no se haya estrenado en España, en el cine sería impresionante.

P.D: En todo momento he estado pensando "¿Ahora aparecerá Mark Lenders?"... una pena que no haya ningún "cameo" sonado... :P.

Gisaku te vende España, así de claro. Y lo consigue: Tortilla, vinos, la Sagrada Familia, el AVE, Valencia... todo está representado de forma que resulte atrayente, siendo enlazado como un argumento nimio que al menos entretiene. La historia nos cuenta como hace miles de años un malvado demonio quedó atrapado en la tierra bajo apariencia humana. Ahora, ha obtenido unas piedras angulares que ponen en peligro el mundo, y un samurái, un lince bípedo, una niña superdotada y un niño imbécil, pero muy valeroso, deben deternele. Típico, ¿Eh?

Pues esperad. En Gisaku, además de vender España maravillosamente, hacen acopio de cientos de cosas que ya hemos visto antes. No se limita a situaciones, sino que además COPIA literalmente personajes, diseños y más, aún más: Sale un León clavado a Mufasa, de El Rey León, un viejete súper-listo tiene la voz de Yoda (Star Wars), encontramos que el demonio principal tiene el físico de personajes del videojuego Darkstalkers de Capcom, y su voz no es otra que la de Alfonso Vallés, más conocido por ser Solid Snake en el también videojuego Metal Gear Solid, de Konami. Ah, y Linceto, el personaje más completo de la cinta, tiene la voz de Jim Carrey/Jack Sparrow... y le queda de culo.

La animación es mala, la verdad. Intenta copiar el anime y lo hace tan superficialmente que se antoja apurado, sólo dos o tres personajes dan el pego, siendo el resto un estilo completamente "made in Spain". Lo peor es que algunas batallas están trabajadas y se van al traste por el doblaje, que es bastante malo en general.

Aún con todo, Gisaku entretiene y distrae. Es la típica cinta dominguera para los enanos de la casa, huye del espíritu Disney y también del manga puro, y se queda en una mezcla que resulta "graciosa", a fin de cuentas. ¿Es mala? La verdad es que no, pero tampoco llega a ser interesante. Con lo que prometía...