Arranca mostrándonos a Ben (Joshua Jackson) en una consulta médica recibiendo la noticia de que se le ha diagnosticado un cáncer terminal y que sus expectativas de vida no son nada halagüeñas.
Al salir de la consulta evidentemente trastornado emprende una breve carrera a pie y cuando se para a tomar un respiro lo hace enfrente de un hombre que esta junto a una preciosa motocicleta Norton 850 Commando del 73 que luce un letrero de “se vende” y que le dice que se dé una vuelta con ella y que la pruebe (mientras lo está haciendo se nos hace a modo de pequeños flashback consecuentes de sus pensamientos una semblanza de su personalidad y relaciones familiares, amorosas y profesionales), cosa que este hace y nada más bajarse de ella llega a un acuerdo con el vendedor y la compra.
A partir de aquí y con Ben en solitario (su novia se niega a acompañarle, ya que no acaba de comulgar con la, para ella, extravagante idea) con una semana por delante (tiempo que ha decidido tomarse antes de empezar el tratamiento) a lomos de la Norton recorriendo Canadá de punta a punta (supongo, ya que muy a mi pesar de Canadá se que la capital es Otawa y poco mas) en busca de sí mismo y dando salida a sus anhelos y sueños, tenemos un desarrollo de la trama en clave road movie en al que a través de una voz en off (que no es la suya y que está presente durante todo el metraje) vamos conociendo su pensamiento en cuanto a las diferentes vicisitudes por las que va pasando, sazonadas con llamadas a su prometida, además de una bellamente fotografiada colección de postales canadienses, envueltas en una ensoñadora y suave banda sonora.
Preciosa moto, bonitos paisajes, cancioncillas evocadoras y melancólicas, historia mil veces vista que solo hará emocionarse a almas muy sensibles cuyo bagaje cinematográfico no les permita tener elementos de comparación, actores que no trasmiten nada, personajes a los que te la trae al pairo si van o si vienen y situacioncillas de tres al cuarto, dan como resultado una road movie insípida y aburrida que al parecer tiene buena acogida entre la crítica especializada y publico de los festivales de cine independiente donde se ha exhibido (mayormente y como es comprensible y hasta aplaudible, naturales y/o amantes de Canadá).

Empecé a ver esta serie entregado ante las peripecias de esta banda de cerebritos inadaptados sociales y las divertidas situaciones derivadas de su enfrentamiento a la gente normal de la calle, aquí representada por la vecinita buenorra de la escalera.
A partir del cuarto o quinto episodio de la primera temporada, empezó a hacerse pelín repetitiva, pero seguí hasta el final, más que nada, por lo breve de los episodios y por saber si Leonard acababa por llevarse al huerto a la vecinita de marras.
Tras ver los 5 primeros episodios de la segunda temporada abandono, pues a fuer de repetitivos, han acabado por cansarme, por lo que sin ningún tipo de pena, considero una pérdida de tiempo dedicar un minuto más de mi vida a estos tipos. Pues eso…

Tras haber leído hace bastantes años un libro sobre el tema, (de los más de diez que se han escrito sobre el tema), haber visto la película que hizo el estajanovista mexicano Rene Cardona, que allá por finales de los 70, se estreno con gran éxito en España, (recuerdo que estuvo muchas semanas en el cine Madrid de la Plaza del Carmen), y por último, la versión del año 1993, (Viven, producida por Touchstone , e inferior en cuanto a credibilidad, con respecto a la mexicana), creí que ya estaba todo dicho sobre el tema. De hecho, creí que este renombrado y premiado documental, trataba sobre algún otro accidente del que yo no tenía conocimiento, hasta que me encontré con otra vuelta de tuerca a la vieja historia.
Este documental, aporta el testimonio en directo de los supervivientes, 35 años después, coincidiendo al parecer con algún que otro libro sobre el tema.
Si, de acuerdo, es impactante, es una experiencia traumática, pero ya va siendo hora de que se corten un poco y dejen de darnos la brasa con los supervivientes de marras, veremos cuanto tardan en hacer una serie de televisión y su remake Usa, aprovechando el pelotazo que han dado en Sundance . Pues eso….

Amy Poehler dando rienda suelta a su probada y eficiente vis cómica en el papel de Leslie Knope, una voluntariosa, infravalorada e inmune al desaliento, responsable del departamento de “parques y jardines” de Pawnee, un pequeño pueblo de Indiana, que ve la oportunidad de ascender y ser tomada en cuenta en el ayuntamiento cuando se alía con Ann Perkins (Rashida Jones), una enfermera cuyo novio (un emulo de Seth Rogen, tanto en aspecto físico como en el modo de desarrollar su papel) se ha caído en un gigantesco socavón que lleva meses abierto en la misma puerta de su casa, para convertir el socavón en un parque para uso y disfrute vecinal.
Mezcla de “Spin City” y “The Office” y se me apuran hasta “Saturday Night Live”, puesta en marcha por NBC y administrada en pequeñas píldoras de apenas 20 minutos, que si bien no supone esa revelación que todos esperamos (deseamos) ante la aparición de una serie de estas características (alejada de frikadas neo modernas que ya empiezan a oler) se deja ver y arranca más de una sonrisa de complicidad (y de las otras) a los que disfrutamos con el humor y agudeza de la mítica “SNL” y con esa histriónica y divertida payasa llamada Amy Poehler (autentica estrella de la función y acaparadora de los mejores gags y diálogos).
La primera temporada se compone de 6 episodios y en los States a fecha de hoy va por el segundo episodio de la segunda temporada.

Que yo recuerde es la primera película austriaca que he visto en mi vida, no por que a priori rechace ninguna nacionalidad, ya que creo que a través de las novelas policiacas (mas que las películas), de los mejores escritores de cada país, es como mejor te puedes hacer una idea de cómo respiran las respectivas sociedades.
En el caso de esta que nos ocupa, debo de reconocer que durante la primera media hora donde se nos muestra el mundo de la prostitución, me ha parecido atractiva y en cierto modo emparentado con alguna producción alemana (Irina Palm), en cuanto a la estética y sordidez, a partir de aquí, aunque no te importe un pimiento lo que haga o le suceda al atracador de marras, lo que si me atrapo y me hizo seguir viéndola con interés fue el magnético personaje de la mujer del policía y las motivaciones para enrollarse con tan desagradable sujeto, el entorno rural que envuelve todo y la sensación de que algo está a punto de suceder, (insisto, no que se vengue o deje de vengarse, sino a nivel emocional), aparte de la forma tan aparentemente anodina y pausada del desarrollo de la trama (hay que tener mucha fuerza de voluntad, para no dar al botón de avance rápido de vez en cuando), que al finalizar la película te hace acordarte de la madre que pario a los austriacos responsables de esta paja mental y hacerle la cruz al tipo este por los siglos de los siglos, ya que tanta tontería y tanta paciencia aguantando las casi dos horas de metraje (mucha de la culpa la tuvo la excesiva puntuación que tiene este castañazo), para que al final no pase nada de nada.
Huye de esta película, como de la peste.