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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Ratofante
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
8
5 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre habla del equilibrio de la naturaleza, pero es él quien decide qué es natural y que no. Conoce a una mujer inquieta y aburrida de su matrimonio aburrido, la seduce con posibilidades que no es capaz de cumplir. La mujer se deja seducir, pero luego se arrepiente, porque se devela la violencia y el lunático autoritarismo del hombre. Aun así no piensa volver con su ex marido.

El ex marido es un bonachón borracho y aburrido, que no encuentra nada en ella, ni en él mismo. La hija de ambos es madera noble, pero es joven, sufre, y está en peligro permanente.

En torno a este terceto irregular, ajeno a toda maravilla, la trama corre en un pueblo chico lleno de subterfugios que todos conocen y de los que nadie habla. Los muchos personajes, con enorme riqueza de construcción, se deslizan por la trama como por un tobogán que los lleva a ningún lado.

Y sin embargo, hay tanto humor indirecto, y tanta palabra dicha en el momento justo, que el efecto es contrario al aburrimiento. El hilo dramático nos sorprende continuamente con deleitables peligros y los personajes nunca reaccionan como esperamos. Esto constituye una inusitada excelencia.

Utmark es un western modesto pero insondable, nórdico como sus tierras, profundo como su pantano, lleno de gracias insólitas, con un tono muy delicadamente calibrado. A pesar de las similitudes que puedan encontrarse con el estilo americano de los hermanos Coen, este trabajo es dueño de su mundo, y responde a leyes de luz propia.

Cierra la primera temporada un conflicto abierto que clama su continuación, y la magnífica canción nocturna “Du, Som Har Tændt Millioner Af Stjerner” (Tú que has encendido millones de estrellas) escrita en 1981, con letra de Johannes Johansen y melodía de Erik Sommer.

Esa canción, modesta y preciosa, funciona como un salmo de despedida y le otorga al cierre una delicada perfección, abre la emoción de un encuentro probable, y casi parece ignorar el nacimiento de venganzas terribles.
Ratofante
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8
18 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto que se supone que es esta una obra menor de Mankiewicz. Pero me pregunto entonces qué pensar de Cleopatra.

He leído también que "lo que se omite, lo que no se dice, es mucho más importante que lo que sí se dice" como si esto fuera un error y no la base de toda estructura dramática bien concebida.

Entonces me pregunto qué sucede aquí. Los invito a ver "People Will Talk", es decir "la gente hablará". Se encontrarán con una historia que no es real, que traza su verosímil en una humanidad profunda, y que trata de concebir una idea de amor que no es ese amor hablado, vago y liminar de Hollywood, sino aquel que no se puede explicar, aquel cuya razón de ser va más allá de las palabras. Encontrarán también que el concepto de "profesional" no se cuece en los claustros de las universidades, sino en el alma humana, en el acto de "profesar" aquello en lo que se cree.

En mi opinión el elenco cumple como es de esperar en una película de los 50, con corrección y un sentido de la actuación con algunos énfasis pasados de moda. Pero ahí tenemos a Cary Grant, que tal vez no brille, pero resuelve con una presencia imponente la ecuación imposible de “dejar claro las cosas sin decirlas”.

Y los diálogos de Mankiewicz son lúcidos, de lejano resplandor, como si negaran su propia brillantez. Estamos frente a un hombre de cine que sabe hacer cine sin dejarse llevar por modas ni estéticas. Que parece decir lo que tiene que decir, para luego tomar su sombrero e irse a cenar a casa, sin esperar aplausos.

Por eso estas obras suyas de los 50 me convencen tanto.

El personaje de Mr. Shaunderson le dice al antagonista de esta historia que es un hombre pequeño, pero que nada tiene que ver su estatura. Y se lo dice respetuosamente. Estoy de acuerdo con él. La pequeñez está en otro lado.
Ratofante
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8
25 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien tiene todos los elementos de las tradicionales road movies, y de las historias post traumáticas de Vietnam, esta pelicula guarda un sereno y riguroso sentido dramático. El viaje a lo que suponemos que será ninguna parte, constituye aquí mucho más que una utopía. Henry Winkler está en la cima de sus posibilidades de comediante, pero pronto veremos que no se queda allí. Sally Field exhibe su tradicional sensibilidad. Este raro film ha caído en el olvido. Pero merece ser reconsiderado.
Ratofante
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8
9 de septiembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sostiene Borges: "Que un individuo quiera despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron más que a un tercero, es una paradoja evidente. Ejecutar con despreocupación esa paradoja, es la inocente voluntad de toda biografía."

Esa inocente despreocupación aleja este trabajo biográfico de los hechos ocurridos en la vida de Valentino, pero tal vez lo acerquen a su esencia.

A primera vista. la película narra la historia de Rodolfo Guglielmi, un inmigrante italiano que de ladrón pasa a ser estrella de cine bajo el nombre de Rodolfo Valentino. Pero también narra la historia de la guionista June Mathis, su descubridora y gran amiga en la vida real, y en el film un amor callado que nunca se concreta.

No existe constancia de que los hechos de este film consientan viso alguno de realidad. y, como siempre, eso no tiene importancia, porque el meteórico camino de Valentino, observado por los ojos de Mathis, es dramáticamente más potente que cualquier intento de imitar la realidad.

Un último detalle. Valentino murió lleno de deudas. Fue Mathis quien le hizo lugar en la cripta familiar. Al año siguiente murió ella misma. Aún hoy reposan uno junto al otro.

Esta historia de amor silenciosa, aún si fuera inventada, tiene una autenticidad emocional que desafía a cualquier aburrida biografía precisa.
Ratofante
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7
8 de julio de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me atrae descubrir que alguno de los queridos personajes de la historia ha inspirado la realización de una ficción. Consciente de que un libro biográfico o una ficción dramática (que con el tiempo vamos entendiendo cuanto se parecen) son lo más cerca que podemos estar de Mozart, o de Leonardo, me entrego a ese vago hálito esperanzador de suponer por un rato que estoy con ellos, escuchando ese clavicémbalo inquieto, o viendo cómo nace una pintura, desde trazos aislados hasta un conmovedor sfumato.

El gran peso del misterioso Leonardo Da Vinci cae sobre el irlandés Aidan Turner, que en “Poldark” era un obsesivo y noble justiciero casi salvaje, y aquí es un conflictuado creador, inconsciente o demasiado consciente de sus límites, absorbente y absorbido por la vida y la naturaleza. Su actuación es el oscuro fuego central de esta pieza televisiva.

No puedo saber hasta dónde triunfa en semejante empresa. A veces creo posible que la humanización a la que su actuación somete al genio es el mejor camino. Otras veces lo veo actuar (que gran problema ése). Pero sospecho que cuando eso sucede es responsabilidad de las elecciones dramáticas de la serie, que colocan al creador en medio de un inventado y vagamente torpe juicio por asesinato.

No creo tampoco que esa elección dramática sea incorrecta. Aburrir es inmoral, y la serie consigue no hacerlo. Pero es probable que la excusa argumental supere a las buenas intenciones artísticas, como puede ser mostrarnos al genio, cosa que a veces sucede con secuencias admirables.

Cuanto más avanza la serie uno tiene algunas ganas de haber sido pintor. Eso es un síntoma de efectividad. Si la vemos con serenidad, con algún agradecimiento hacia el esfuerzo realizado, la serie terminará por convencernos de que, por un rato, hemos compartido alguna de las inquietudes del impenetrable Leonardo.

Cuando en 1999 vi “La última cena” en Milán, lloré un poco, emocionado y triste. Confieso que lo que más me entristeció fue el estado en el que estaba el mural que mil veces había visto en libros. La tremenda historia de la composición de ese fresco es uno de los puntos álgidos de este trabajo, y me ayudó a recordar y comprender mejor aquella modesta tristeza.
Ratofante
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