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Mongolia Mongolia · Escala de Richter
Críticas de Eric Packer
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
4
24 de enero de 2016
25 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spotlight es una película basada en un hecho real y tiene el aire de ciertas películas de denuncia como All the presidents men (contra el gobierno de Nixon) o Silkwood (contra los corporativos), entre otras; y en algo nos recuerda a Network joya imperecedera que ejemplifica que los medios -sea cual sea este- son el cuarto poder pero en ocasiones pueden llegar a convertirse en el primero, por el tema tiene algo de la Sleepers de Barry Levinson. La película toma por protagonista al staff de reporteros, de buen corazón y moral impoluta, de un periódico local que descubre un caso de pedereastia en la Iglesia Católica de Boston (oye, qué raro si esto no sucede) sepultado por años y que desentierran con la finalidad de hacer algo por las víctimas que ya son treintones o cuarentones afectados y que según la versión de la historia buscan no un beneficio propio remunerado sino que esto tenga un hasta aquí y no se vuelva a repetir. Bueno, la película es aburrida, cuenta con lugares comunes que ya están más vistos incluso en cualquier serie de televisión policiaca o en The Newsroom donde el compromiso profesional de los reporteros por conseguir la verdad es lo primordial cueste lo que cueste. Los personajes tienen buen inicio hasta que al guionista y al director les da por hacerlos ver como a los Superamigos en La Liga de la Justicia en este caso los reporteros del The Boston Globe reunidos en la Sala de Juntas planeando cómo acabarán con los sacerdotes pedófilos lo que los torna en desagradables y poco creíbles (remarcando que son pintados todos con una alta moral y ética irreprochables). Y, bueno, poco a poco nos damos cuenta que lo que se ve aquí es que en realidad lo que menos importa al staff del periódico es que se detenga a los sacerdotes o ayudar a los "child molested" sino que lo que buscan es llevarse la primicia a toda costa para vender y que su primera plana sea primera plana a nivel mundial. Ok, pues bueno... Lo que yo puedo decir es que en Spotlight no hay tensión, no hay ritmo, se hace cansada y larga y el desinterés viene pronto porque es una historia que quizás ya es conocida por todos -hasta Almodóvar en La Mala Educación nos ha contado de una manera más entretenida, su manera, la pederastia en la iglesia católica- y ha sido retratada mejor en documentales o en notas periodísticas, de hecho Capturing the Friedmans de Jarecki es un documental que conmueve más al denunciar de manera directa a los medios en su carácter de "influenciador" de la opinión pública en un caso de abuso sexual a menores muy similar al que se cuenta en Spotlight; la película nos hace pensar y mucho en algún capítulo de Law & Order: Special Victims Unit y éste tiene más tensión, ritmo e interés que esta biopic que aunque se lee en la sinopsis prometedora a los pocos minutos de que comienza se va diluyendo en lugares comunes y escenas que ya se han visto, reitero, en series de televisión mejor logradas o en un listado largo de películas que van de lo mismo como Michael, La Duda, Jagten, o cualquiera de las retorcidas películas de Todd Solondz. Quizás si la película hubiera tomado riesgos al exponer el caso, como por ejemplo en la innovadora El Misterio Von Bulow de Barbet Schroeder, habría llamado un poco más la atención pero no se salió del marco y quiso llegar a lo seguro lo que la hace muy plana.
Eric Packer
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7
6 de abril de 2014
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Marco Berger he visto su filmografía completa, hasta ahora, desde sus cortometrajes cuasi amateurs Una Última Voluntad (que remite, un poco, a Un Chant D’Amour de Jean Genet) y El Reloj hasta su enigmática y oscura Ausente habiendo pasado por sus opera magna Platero (corto incluido en el colectivo Cinco) y la indispensable Plan B. Y si alguna cualidad o rasgo distintivo hay por destacar en su forma de hacer películas es que el suyo más allá de ser cine gay –que lo es, temáticamente– es cine que tiene como ancla el deseo: Hawaii –como Plan B, como Ausente, o sus cortos El Primo y Brazos Rotos incluidos en Tensión Sexual, Vol. 1: Volátil– es una enternecedora fantasía homoerótica en la que los personajes se ven maniatados por sus prejuicios –o los que la sociedad les ha impuesto–, son incapaces de manifestar, quizás por las consecuencias que esto pudiese llegar a tener –el rechazo, sobre todo–, o algún complejo de culpa de origen religioso lo más seguro, las emociones que comienzan a bullir en su interior a partir de que la mirada de uno se fija en el otro. Hawaii comienza con un silencioso y solitario joven rubio de aura misteriosa que, como en los mejores westerns de la historia del cine, arriba a un pueblo y transita sus calles con recelo –no carga un arma en el cinturón y tampoco viene a caballo, en cambio trae su mochila al hombro y los jeans empolvados–, sus gestos no son duros a la Clint Eastwood sino gentiles, pero al igual que los héroes del Viejo Oeste representados por este el mutismo es su principal característica –lo que no se dice con palabras y sí con miradas así como la contención de emociones son otros de los sellos autorales en el cine de Berger– su errático comportamiento y la pregunta que le hace a una lugareña nos hace pensar en un inicio que es una deuda del pasado lo que ha venido ahora a saldar al pueblo este aparente hombre sin nombre. El transcurrir de la historia, hay que decirlo con una sobrecargada banda sonora que embrutece en ciertos momentos la delicadeza de las imágenes, nos lleva a conocer a Eugenio –interpretado por el otrora protagonista de Plan B– un escritor que reside en una vieja casa de campo adonde ha ido a recluirse con el fin de concretar su primera novela, casa a la que Martín, nombre del anónimo joven rubio que provino de la nada en un inicio, llega una mañana solicitándole laburo; este encuentro nos confirma que Martín no ha aparecido en realidad casualmente y de la nada sino como supusimos, del pasado: ambos fueron vecinos en la infancia y esta vieja finca viene a convertirse algo así como en la montaña Brokeback en la que alguna vez descubrieron esa desconocida emoción a la que no pudieron poner freno Jack y Ennis, en este caso Martín y Eugenio van tensando el hilo de sus coqueteos y cediendo a la tentación mientras su comportamiento se va infantilizando al punto de que se ponen a jugar con una escopeta de balines y nadan desnudos en el río siendo que ya ambos están entrados casi en la treintena, guiño a Proust y al tiempo perdido que puede llegar a ser recuperado. Una teoría que pongo sobre la mesa tras el visionado de Hawaii es que hay un inteligente juego de metaficción creado por Berger que recuerda mucho al que Ozon planteara en Swimming Pool: Eugenio, de oficio escritor, escribe la historia que estamos viendo, la llegada de Martín, su vida de anacoreta en la naturaleza, su deseo irreprimible por Eugenio pero que al momento de concretarse con un beso lo atemoriza al saber que su deseo se ha vuelto infatuación por lo que lo hace desaparecer de la historia, cuando se da cuenta de que cometió un error grave al alejarlo es necesario traerlo de vuelta así como recurrir, a través de la palabra ananá, al pasado, ese momento donde no había ningún temor por ser y hacer lo que ambos quisieran. Si algo se le agradece a Berger es que su historia no tiene un final tan dramático como si lo tuvieron la propia Brokeback Mountain o Weekend, historias relativamente recientes que son emblemáticas en el cine gay contemporáneo.
Eric Packer
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2
20 de septiembre de 2012
24 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joss Whedon ha sido la pluma detrás de obras como Buffy The Vampire Slayer (tanto la película como la teleserie), Toy Story, Alien: Resurrection y The Avengers; guionista netamente industrial. En The Cabin In The Woods coescribe junto a Drew Goddard quien se curtió desenrollando el laberinto televisivo llamado Lost y la misteriosa, y a la vez estúpida, Cloverfield... *el resto de la crítica va al spoiler porque, oh, sorpresa, cuento demasiado*
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Eric Packer
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9
29 de diciembre de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ya había sido reconocido a lo largo y ancho del planeta por medio de su anterior película, MASH, Robert Altman toma el riesgo de elegir a Brewster McCloud como su proyecto subsecuente -¿cuándo no hizo Altman algo similar?-, y, sí, desde el inicio te das cuenta de que en este film ocurren situaciones que no habías visto previamente y a las que no te acostumbrarás, menos encontrarás sentido, en sus poco más de 100 minutos de duración y, sin embargo, no te parecerán deleznables porque habrás entendido que esta película forma parte del movimiento surrealista en el cine que, para entonces, se hallaba en las postrimerías de su auge -salvo honrosas excepciones que nunca dejaron de lado al surrealismo como los maestros Buñuel, Fellini y Jodorowsky-. La obra de Robert Altman hay que entenderla como la de alguien que abogó siempre por la disidencia y aquí queda más que clara su original manera de pensar y de lo que a él podía causarle gracia porque, aunque se escuche extraño, las desgracias tarde o temprano suelen hacerlo y aquí queda ejemplificado:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Eric Packer
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7
6 de agosto de 2013
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los títulos introductorios a The Canyons llevan de fondo postales de fachadas, vestíbulos y salas de cines derruidas, en el abandono. Paul Schrader -director de Mishima: A life in four chapters película reverenciada por su lírica y autor de entre otros títulos Taxi Driver, que es la odisea nocturna neoyorkina por excelencia- hace constar, casi como en una declaración de principios, que el acto de acudir al cine se halla agonizando, en las postrimerías cuando los espectadores han preferido la comodidad de su casa y la transmisión de películas en línea por sobre esto, de hecho esta fue la forma en la que se distribuyó The Canyons. La primera escena de la película tiene lugar en un bar elitista en el que se hace un contraste entre 2 jóvenes parejas, una conformada por Tara (Lindsay Lohan dejando atrás la falsa e inocente figura emblemática de Mean Girls que se opone a la de la vida real) y Christian (el actor porno James Deen) ella es una incipiente actriz who-didn’t-make-it venida a menos y él un financiador de películas de horror de bajo presupuesto, ambos representan el lado más frívolo, sin escrúpulos pero el más asentado y el que controla la industria fílmica norteamericana; en las sillas opuestas se hallan los aspirantes: Gina y Ryan, él es un joven actor que ha conseguido el papel principal en la próxima película de Christian debido a que Gina es su asistente personal, pero sobre todo por la intercesión de Tara. La historia, que es un thriller erótico, cuenta cómo Christian (un aficionado a tener sexo casual con personas que contacta en internet y heredero de una cuantiosa fortuna) cosifica a Tara al grado que la hace ver como una pieza más de su posesión en esa elegante y ultramoderna residencia fincada en las faldas de una colina y el giro que da su vida, así como las desquiciadas decisiones que Christian toma, cuando descubre que Tara podría estar engañándolo con Ryan; a partir de aquí The Canyons comienza a desenvolverse en partes iguales tanto como una telenovela que cuenta con escenas tópicas y sobredramatizadas así como una película de serie b, cuasi amateur, que evoca a lo mejor de la época de oro del film noir y esas tramas donde la obsesión por una mujer lleva a cometer actos viles y la corrupción de las almas puras son temas recurrentes. La crítica no ha tenido el menor reparo en decir que The Canyons es un producto mal dirigido, mal actuado, con un guión simple con momentos irrisorios y que posee al final un giro de tuerca fuera de tono, que la edición, la fotografía, incluso la iluminación y elección de música fueron las peores que hasta casi pareciera como si a los críticos se les hubiera dado la consigna de destruir la película (y esto en verdad ya ha sucedido en el pasado, por ejemplo, e increíblemente, con Psycho). Han sido pocos los críticos “respetables” que han destacado los 3 principales puntos a favor en The Canyons que la hacen una buena película: 1) Lindsay Lohan, como Tara, ofrece una interpretación que le sale de las entrañas, es la actuación de su vida, con el rostro abotagado, con ojeras, un maquillaje exagerado, sin pudor de mostrar su cuerpo desnudo, despeinada, llorando hasta dejarse los ojos hinchados, ya no le importa más ser la niña bonita y es evidente que en la filmación de esta película aún no se ha recuperado del todo tras su salida de una clínica de rehabilitación por lo cual su papel de víctima de la obsesión enfermiza de un hombre por ella y sobre todo los momentos en los que es retratada como una frágil figura que no escapa de ese círculo vicioso de abuso cobran una mayor relevancia e incluso, quizás, le hayan funcionado para exorcizar sus propios demonios interiores. 2) La psicología y el desarrollo del personaje de Christian que remite indudablemente a Patrick Bateman -el guionista de The Canyons es el otrora enfant terrible californiano Bret Easton Ellis autor de American Psycho-, un personaje acaudalado y amoral que sólo vive para que se cumplan sus caprichos y que sufre de una peculiar psicopatía por tener siempre el control de las situaciones y de las personas. 3) El retrato de la decadente -¿autodestructiva?- forma de vida de todos aquellos que de alguna u otra manera se hallan involucrados en la industria fílmica hollywoodense y a quienes pinta como fantasmas o muertos vivientes sin corazón a los que lo único que les importa es venderse al mejor postor para tener una oportunidad de destacar. Es evidente que The Canyons pudo haber sido una muy buena película si se hubiera contado con los recursos suficientes para su realización, sin embargo, tal y como quedó (con ayuda del proyecto Kickstarter que funciona en base a donaciones del público en general para filmar películas de bajo presupuesto) resulta una interesante película con unas muy buenas intenciones pero que no logró cristalizarlas del todo en pantalla. Y sí, le doy la razón a quien dice que la historia del rodaje de esta película es quizás aún más entretenida que la película per se cuando han salido a las luz anécdotas que cuentan como James Deen dejó la filmación detenida durante un día cuando se fue a filmar una película porno, o cuando Lindsay Lohan se fue a parrandear con Lady Gaga y estuvo a punto de ser despedida por quedarse dormida toda una mañana luego de ingerir pastillas para dormir por lo que la actriz Leslie Coutterand era quien podría entrar a reemplazarla, o eso de que Schrader se desnudó completamente en la escena de la orgía para que Lindsay no se sintiera tan incómoda. El propio Schrader comparó el rodaje de The Canyons con el de The Misfits de Huston, una filmación que constantemente se paraba por los ingresos al hospital de Marilyn Monroe. Sólo que, declaró Schrader, The Misfits sí es una gran película.
Eric Packer
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