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España España · Madrid
Críticas de Sinzz3r
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
9
25 de abril de 2019
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene mérito, tiene mucho mérito lo que han construido en estos últimos 11 años y cómo lo han concluido. Labor meritoria no solo la de los Hermanos Russo (que han hecho 4 de las mejores películas del UCM), sino la de todos aquellos que les han precedido. Mención de honor y especial a Kevin Feige que, como un hidalgo loco en busca de su caballo y lanza, planificó y emprendió un viaje inconmensurable. Pocos le creyeron. Muchos menos apostaron por él. Hoy podemos decir que lo ha conseguido.

Infinity War fue, casi sin ninguna duda, una de las epopeyas superheroicas más loables de la historia. Su final resonó y seguirá resonando como uno de los momentos que más hálito ha robado a los fans. Pero Endgame es desde hoy la elegía por excelencia de nuestra generación. En gran medida sus 3 horas sirven para construir este poema de lamentación de unos superhéroes que, para variar, no consiguieron frenar al mal personificado, a Thanos.

Por si no fuera poco, todos tienen tiempo. Entre clamores, desdicha y explosiones, los Russo dejan un espacio y un tiempo precioso para la intimidad de los personajes. Su mimo, desarrollo y contradicciones son el caleidoscopio de unos héroes, los más poderosos de la Tierra, que acabaron siendo parte de nosotros. Otra parte es también el final del camino. Pero no todos los finales son para siempre. Como todo en esta vida, sembramos, recogemos y vuelta a empezar. Sin embargo, en este nuestro final, cuando llega y se encienden las luces, el silencio es sepulcral. En la sala y en nuestros corazones.
Sinzz3r
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8
2 de septiembre de 2017
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de terminar de ver la 3ª temporada de Narcos después de un maratón de 10 horas sin despegarme del sofá prácticamente, y tengo cosas que contar.

En primer lugar y yendo al grano: es la peor temporada de todas. ¿Quiere eso decir que lo he pasado mal estas últimas horas? En absoluto, pero una cosa no quita la otra. La marcha de Wagner Moura (Pablo Escobar) auguraba que los guionistas lo iban a tener difícil -muy difícil- el continuar con una serie que, a pesar de querer centrarse en el narcotráfico, se vio arrastrada hacia la imagen de Escobar como buque insignia. Y si quitas esto último el buque se puede desplomar. No ha habido hundimiento, pero el bote se ha resentido enormemente.

La pérdida de carisma -Escobar, Murphy- es abrumadora, y aunque Peña -que coge el timón como protagonista principal- y los nuevos tiburones de la cocaína -los 4 Caballeros de Cali- intenten solucionarlo acaban configurando una mesa con la mitad de patas cojas. ¿Por qué? Porque no puedes darnos a Esobar durante 20 episodios y luego hacernos creer que las caras visibles del Cartel de Cali son dignos sucesores. Algo falla cuando un crío 'malparío' como es el hijo de Miguel Rodríguez Orejuela nos parece más aterrador que su padre o tío.

La trama de Murphy -Boyd Holbrook- con su mujer se ve sustituida por la de Jorge Salcedo y la suya. Es un buen complemento, al final acabas cogiendo cariño al tío, pero no termina de brillar. No conoces su pasado, de dónde viene y a dónde quiere ir -salvo unas pinceladas al principio-, pero en términos globales, como digo, funciona.

La historia tarda en solidificar sus buenos 4 capítulos -casi la mitad de la temporada-, pero cuando lo hace todo va como la seda. Muy buena forma de hilvanar todo lo sucedido en la guerra contra Medellín con la nueva de Cali. Pero su falta de antagonismo potente y protagonistas a la altura -los nuevos agentes de la DEA no cumplen en absoluto- hacen que la historia me importe menos que los personajes. Probablemente tenga que ver con el hecho de que la historia ya no sea tan personalista como antes, cuando el enemigo era Escobar, y ahora sea más general o abstracta si queréis (Cali, Trampolín de cocaína, México). La historia necesita tanto de los personajes como estos mismos de la historia, se deben de complementar, uno debe servir de motor al otro y viceversa. Se debe de encontrar el equilibrio que aquí en ocasiones no hay.

Pascal, que se come la pantalla cada vez que sale en escena, la música, la ambientación, los escenarios y en ocasiones la dirección, lo mejor de los 10 capítulos con diferencia.

Pero a pesar de todo esto, el principal error y que ya empieza a notarse, es la repetición de fórmula. El juego del gato y el ratón entre la DEA y los Narcos ya empieza a oler a refrito. Para nada deja de ser emocionante y tensa cada redada o intento de ella que se lleva a cabo en la serie, pero lo que puede funcionar en unas temporadas puede dejar de hacerlo en las siguientes. Narcos está ante este punto de no retorno, entre seguir haciendo lo mismo con varios cambios y seguir entreteniendo, o innovar e intentar maravillar al público. Sea una o la otra yo seguiré consumiendo su producto porque como digo, entretener entretiene, y esto Narcos lo sabe hacer muy bien.

*Si la 1ª y 2ª temporada son de 9-8'5, a esta le pongo un 7. De ahí que en general aparezca un 8 como puntuación global a la serie, y no a la 3ª temporada individualmente.*
Sinzz3r
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7
29 de diciembre de 2017
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Haynes consigue algo que a primera vista parecía imposible: coger el tótem de la cultura nerd, como es Star Trek, y darle un toque a medio camino entre lo burlesco y lo terrorífico. Parte de la premisa de la auto-conciencia ridícula que eran muchos de los esquemas episódicos de la serie freak más famosa y lo lleva hasta el paroxismo: ¿qué ocurre entre el comienzo de una aventura espacial y el inicia de la siguiente?

'USS Callister' es probablemente el episodio de 'Black Mirror' que más elementos y temas toca, algunos ya recurrentes, como la realidad virtual demasiado realista, la marginalidad o las dobles apariencias, pero otros nuevos como el ansia de libertad intrínseco en todos nosotros (reales o duplicados) o la consciencia dentro de la conciencia.

Un capítulo híbrido, como digo, que no solo se basa en elementos de la cultura popular como Star Trek, sino también en clásicos Orwellianos como Rebelión en la Granja o, incluso si se me apura, también en Un Mundo Feliz de Huxley. Pasando todos estos ingredientes por la centrifugadora que es Black Mirror, convirtiendo todo aquello que nos agradaría poseer en un futuro en una distopía terrorífica.

Sin embargo hay cosas que no funcionan tan bien. El humor, algo entendible por la premisa de la que partimos y que se nos presenta en forma de sketch en los primeros minutos del capítulo, juega en contra de la sensación de angustía tan característica de esta serie. Algo que sirve de relajante y de recurso ameno en la primera media hora, se convierte en un peso muerto en la segunda y última parte. No conseguimos (o no consigo) llegar a empatizar totalmente con la problemática de los protagonistas porque, en última instancia, no te lo llegas a creer jamás. La sensación de peligro, de desasosiego se entiende ya no como fingida (estamos hablando de ciencia-ficción), sino como insignificante. No importa porque ya conocemos el subfondo de la trama, sabemos lo que está pasando y lo que ocurre en realidad (que no es lo mismo).

A parte de, como es previsible de la serie de los 60's, los trucos y clichés argumentales que, al estar hablando de una duración de algo más de 1 hora y siendo un capítulo auto-conclusivo, lo podemos llegar a obviar. Aunque algunos sean demasiado evidentes y molestos.

La idea o destello 'feliz' que encontramos en esta parte de la saga Black Mirror (si rebuscamos podemos hallar esa pequeña esperanza en todos los capítulos) es el afán que siempre parece tener el ser humano por la revolución, por la libertad y por el querer romper nuestras cadenas siempre, sea en nuestro trabajado, en nuestras relaciones personales o en el mundo de 'Infinity'. Es la Revolución a pequeña escala que todos llevamos dentro. No queremos autoridades despóticas, reales o virtuales, queremos ser libres.

En definitiva, para apreciar doblemente este capítulo debes de conocer el mundo Star Trek (y que mínimamente te guste) y entender el mensaje que siempre intenta plantear Black Mirror, si alguna de estas dos cosas te falla, el capítulo pasará por ti probablemente sin pena ni gloria. No obstante, estupendas actuaciones, buena idea y decente ejecución.
Sinzz3r
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8
4 de marzo de 2017
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es verdaderamente increíble, han pasado 17 años desde la primera película de los X-Men (Patrulla X en los cómics de mi niñez), y por lo tanto 17 años desde que un australiano desconocido se fundara las mallas de Lobezno por primera vez. Seguramente para los más mayores la perspectiva temporal no sea tan amplia, para mí sin embargo, que tengo 21 años, es toda una vida literalmente, y da mucho vértigo y tristeza (X-Men fue la que siguió a Star Wars en mi infancia).

Ahora el desconocido y novato en el séptimo arte ha crecido, madurado y colgado las garras para siempre. Jackman lo sabe, sin este papel su vida hubiera sido muy distinta probablemente y por eso el mutante más famoso siempre ocupará un lugar en su corazón.

'Logan' es, como muchos han apuntado, crepuscular, decadente, oscura, sucia y si se me permite redentora, no por Hugh Jackman o Lobezno, sino por el hombre detrás del adamantium y de la máscara (en los cómics): James Howlett (o Logan). No nos engañemos pues, esta película no se atreve a mostrarnos fuegos artificiales, damiselas en apuros y superhéroes con trajes chillones que acuden a su rescate en aeronaves. Es un viaje introspectivo en forma de 'road movie' a la psique de un hombre (casi abuelo) que lleva mucho tiempo aguantando una gran carga, incluso las que no son suyas propias; demasiadas batallas, demasiadas pérdidas.

La película pivota alrededor de 3 tremendas actuaciones que se trasladan a la pantalla en forma de concatenaciones partenofiliales en los personajes de Charles Xavier, Logan y Laura (X-23 para los lectores comiqueros). Este primero, el hombre que un día tuvo la mente más poderosa del mundo y que hoy es un simple reflejo de los estragos de la vejez, y Laura, la chispa que necesita el grupo y en particular Logan para actuar.

Mucho se ha comparado esta película con el Caballero Oscuro de Nolan, yo no iría tan lejos pero sí establecería un símil: Logan es para los X-Men lo que el Caballero Oscuro fue para DC. La obra más madura y seria de ambas compañías. La diferencia está en que Nolan te muestra la caída de un 'caballero' y Mangold parte de ella, te muestra el crepúsculo de los ex-dioses, mutantes que se consideraban la evolución de los seres humanos, deidades entre mortales, y que ahora viven ocultos y temerosos.

Pero no seamos inocentes, la creación de Nolan sigue siendo el súmmum y Mangold no es Clint Eastwood, por mucha inspiración en el mundo western que haya tenido (grandiosa referencia directa a 'Shane, el desconocido'). Va a lo fácil, nos muestra lo que llevamos años deseando y lo hace de manera eficiente. La calificación R (y la autoimpuesta reducción de sueldo de Hugh Jackman), el entorno en el que se desarrolla la película y la violencia para nada gratuita consiguen transmitir lo que se propone.

No obstante y mal que me pese, fallos hay. La constante (y ya algo cansina) tradición que tiene Marvel por hacer villanos irrisorios que dan más risa que miedo es algo que esta película no consigue esquivar. Los Reavers, Donald Pierce o el Doctor Zander Rice no dan el pego (una verdadera lástima por Boyd Holbrok que daba mucho más de sí). Únicamente infunde temor y amenaza la sorpresa que se guardaba el film y de la que no diré nada más. Defecto que se justifica mínimamente por el contexto de la película y de la historia del protagonista. El mayor enemigo de Lobezno es él mismo.

Además, la larga duración hace que pierda fuerza en ocasiones muy puntuales, sobre todo en el tramo final, donde el tiempo le come al director y vuelca todo en el asador. Como simple producción fílmica 'Logan' es una película del montón, quizás algo por encima de la media, pero como broche final del superhéroe es un auténtico 'guau'. Mención especial para los minutos de la granja.

Decía Jesús González en 'Cine Premiere' que "Jackman despide a Logan de una manera más que digna y que ha rebasado las expectativas de todos. Quizás incluso las de él mismo", y yo no puedo estar más de acuerdo. Y es que debemos de admitirlo, en estos 17 años las garras de adamantium nos han dejado marca a muchos de nosotros. Entré al cine esperando que estos 135 minutos supusieran una pomada y cerraran mis heridas, pero para más inri las ha dejado marcadas a fuego. Es algo con lo que aprender a vivir, la cicatriz de Lobezno en nuestra piel y la huella de Logan en nuestros corazones.

Lo mejor:
- La primera parte es simplemente sublime, piel de gallina y corazón en un puño al ver la decadencia del mutante.
- Patrick Stewart y Hugh Jackman. Actores en mayúsculas. Dioses terrenales de la actuación.
- Las miradas de Laura (Dafne Keen).
- La última frase de la película

Lo peor:
- Metraje en ocasiones excesivo que nos brinda un tercer arco con menos gancho que los dos anteriores.
- Los villanos de turnos (con la excepción antes citada).
- La despedida de Stewart y Jackman.

Nota final: 8,5/10.
Sinzz3r
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9
20 de enero de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que tienen melodías muy buenas, propias, que surgen de ellas, y hay otras películas que son melodía en sí misma. La La Land (La ciudad de las estrellas) es de estas últimas. Películas que hacen y son magia, música y poesía.

Si Damien Chazelle, con tan solo 32 años –recién cumplidos– se hizo un hueco con Whiplash, con La La Land se ha coronado, ha clavado la bandera y declarado suyo el territorio. Ambas películas relatan lo costoso de luchar por tus sueños y el coste de estos mismos, pero aquí el director opera como un protagonista más, juega con los colores de tal manera que el resultado visual es atractivo y explosivo, realiza planos maravillosos y cuidados al máximo –aunque a veces peca de excesivo– y sabe lo que quiere contar y cómo contarlo, cualidad que no todos pueden presumir de tener.

Y es que La La Land no es un musical al uso, es más, ni tan siquiera es un musical. La característica de este género es la capacidad que tienen de narrar la historia a través de música, ritmos, bailes, es la espina dorsal de las películas de este tipo, y aquí funciona más como un complemento. Añadido que para qué engañarnos, es de lo más agradable y vistoso. La película de Chazelle es una historia de amor y, siguiendo con lo anterior, el camino de los sueños; es la expresión de elegir entre tu amor o tu anhelo.

La narración, y como anomalía de esta cinta, se divide en 5 partes que vienen a ser 5 estaciones distintas, cada una de ellas bien delimitadas, cohesionadas y desarrolladas, no sientes en ningún momento que falten cosas, que en algún instante se precipiten las cosas sin sentido o que esté todo pegado con cola a la fuerza. Introducción, seducción, amor, desenlace y epílogo se traducen en Invierno 1, Primavera, Verano, Otoño e Invierno 2.

Sin embargo, tanto dirección como narración no serían lo mismo sin el dúo protagonista, Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling), actores que se cargan todo el peso de la película sobre sus hombros, hecho que se constata en la ausencia de secundarios –a excepción del siempre insuperable J.K. Simmons, que siempre te deja con ganas de más y más–. El romance es creíble, no impostado, y las interpretaciones tienen fuerza. ¿El problema? Que la estrella y la que se lleva toda la atención del mundo es Emma Stone. Mientras que Gosling cumple –seamos sinceros, no es un actor excelso– y se dedica a hacer buena presencia en la película, Stone reluce con luz propia. Es de las pocas actrices que dicen más con su rostro y con su mirada que con palabras; consigue transmitir –que no empatizar– sentimientos mediante planos silenciosos y mantenidos, y eso, amigos, es muy difícil. Junto con Amy Adams es de las que llevan llamando fuertemente a las puertas de los Oscars, y más tarde o temprano acabará entrando.

Si tengo que ponerle fallos diría que sus coreografías son buenas pero simples, nada del otro mundo, y su banda sonora, que a pesar de tener alguna que otra joya –City Of Stars, por ejemplo–, no es algo que se vaya a quedar impregnado en el imaginario y que trascienda a su tiempo, con canciones no demasiado diferenciadas unas de otras y un repertorio algo comedido.

Como Chazelle siga por este camino conseguirá que no solo él ame la música y contar buenas historias, logrará que también nosotros le amemos a él, porque a veces entre tantos efectos especiales, explosiones y héroes, conviene bailar, tatarear o recordar la sensación de rozar por primera vez las manos de esa persona especial en el cine. Amor por, para y desde la gran pantalla.
Sinzz3r
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