Una película crítica, romántica y a la vez hilarante, dirigida e interpretada con la maestría a que nos tiene acostumbrados el inigualable Chaplin.
Una obra maestra del cine que recomiendo encarecidamente.

Cargada de simbolismos y metáforas, esta sensitiva película no deja indiferente. Ya sea por lo enrevesado de la trama, ya sea por los momentos surrealistas, por la complejidad de su mensaje o por lo erótico de su técnica.
En mi opinión es, sin duda, una película hermosa, poética e innovadora, no apta para miradas superfluas ni para oídos impacientes.

La elocuencia viene dada por los silencios y por las imágenes. No necesita palabras. Al ser éstas fundamentales en el engranaje de sucesos que se producen a lo largo de la película, contiene, escenas brillantes.
El personaje principal es fascinante, desde lo introspectivo hasta lo impasible. La historia juega con la oposición mundo exterior-mundo interior, haciendo que un personaje que parece abocado al fracaso y al sufrimiento encuentre la felicidad en un punto de encuentro entre su mente y la de la otra protagonista.

Una visión cínica de la guerra de Yugoslavia que, encarnada en dos soldados de bandos contrarios que quedan atrapados en terreno neutral, pone de manifiesto lo absurdas que son las guerras.
Logra arrancar carcajadas en uno de los escenarios más dramáticos de los últimos tiempos.
Crítica, también, a lo ridículo de los medios de comunicación y del influjo de éstos en la vida política y social.
Una sátira osada, esclarecedora e inteligente, con situaciones y diálogos muy ingeniosos.