Malos son los tiempos que corren para esta industria, lo suficientemente penosos e inapelables en cuanto al desaprobado de sus múltiples producciones que muy pocas de corte original se salvan. La que me ocupa hoy, es sin duda, un ejemplo a seguir a toda regla, un majestuoso ejercicio psico-socio-político. No es la típica película de superhéroes, es la atípica película de hombres enmascarados.
Watchmen y Snyder Z. rinden culto a la novela de los 80, con uno de los mejores largometrajes que he podido contemplar en mi joven vida. Su narrativa es excelente, con parsimonía y amplísimo vocabulario variado y rico (cada personaje parece estar recreado al detalle, hasta en lo psicológicamente, debido que cada uno tiene su peculiar forma de hablar y de ver esta alternativa del mundo), el argumento principal es una pura crítica del dolor que causa la verdad y lo insulsa que es la paranoia. Pero no es el argumento principal, lo que a mi parecer, hace de este film una joya del séptimo arte, son sus argumentos secundarios, sus mini-historias de cada personaje y su moral y ética, lo que dislumbra como un rayo en pleno desierto nocturno, ante mis ojos. Es simplemente fascinante, como el más "lunático" es el auténtico héroe, el marxisista brinda su presencia y su expresividad facial (icono de su mente con las proyectivas imágenes del que es uno de los antecesores al TAC cerebral, el doctor Roscharch) para darnos a entender de que el mundo niega a la verdad. El Dr Manhattan y su superlativo poder, nos muestra como el tenerlo todo lo que uno desea, no nos convierte en acreedor del mundo y su existencia temporoespacial. Así, una maraña de historietas conmueven, hacen reir y llorar, nos entretienen,... virtudes atípicas en el cine de hoy, que hacen de Watchmen única con la salvedad de que es la versión en movimiento de una novela. A pesar de ese toque negativo, es borrado de mi mente ya que no es fácil en 175 minutos comprimir tantas emociones y críticas sociopolíticas, con múltiples toques psicológicos y humor, por ello, aplaudo al guionista de la empresa que doy el placer de brindar, a Snyder Z. e incluso a todos y cada uno de los actores. Musicalmente es soberbia, con carencia de obras innovadoras, pero un uso exquisito de las canciones de la época que llama la película.
Diario de una gran película.

Cada diez años, el cine nos regala una joya propia del Olimpo, de dejar huella en el cemento, de motivar a cualquiera, de dislumbrar a todos, y de abrirnos los ojos para mostrarnos el poder comunicativo del ser humano.
Ricardo Darín nos está mostrando que sólo se interesa por el buen cine y, ya no es la primera vez, que decide aventurarse con Campanella, un director tan expresivo, tan variopinto, tan exquisito, que no hay quién lo iguale. Cuando pude contemplar la belleza de los ojos de cada actor, desde Darín hasta el mismo Javier Godino, me doy cuenta, de que este rodaje fue especial, no sólo abarcaban la adaptación de una novela, tenían la sensación de que reinventarían el cine. Un romance es posible con comedia, violencia, drama y crítica sociopolítica.

Hotel Rwanda con Don Cheadle interpretando un papel que le viene como anillo al dedo, consigue cautivar el corazón de quién la vea el largometraje de Terry George. Desde una premisa muy interesante, que le da al film ese toque impulsivo propio de los grandes, pasando por un cauteloso argumento que no pretende criticar ninguna postura política más allá de lo que todo espectador presupone sobre el conflicto que ocurrió a mediado de los 90, sino que intenta mostrar el coraje de un hombre y el sin sentido de la situación con dramatismo, con la curiosidad de que no usa el factor violencia, preo logra transmitir un sufrimiento propio de Oskar Schindler, y otros factores que básicamente predominan en la serie B del cine, pues bien, esta producción nos enseña de que esos factores bien implementados consiguen desenvolver una manta de drama manchada por una banda sonora y una heroicidad propias del firmamento. Soberbio de principio a fin, con un ritmo exquisito, sin prisa pero sin pausa. Especial, es como catalogaría esta película, porque no usa el dinero propio de este tipo de películas que llegan lejos, usa el arma del buen hacer.

Qué manera de meternos en un film tan bien hecho. No brilla por argumento, pero sí da rienda suelta a la imaginación. Nos da una pequeña idea de cómo ser una mosca hombre. Genial actuación de Jeff

Un regreso, que a mi pesar, deja mucho que desear, sabiendo que estamos hablando de nada más y nada menos que el director de la Lista de Schindler, E.T.E., Munich, Salvar al soldado Ryan,... y así, un largo trayecto de innumerables largometrajes que están en las retinas de todos nosotros. Aún no olvido la banda sonora de Tiburón, la bicicleta volando con el fondo de la Luna, este tango con la rosa a la boca. Increible que Spielberg, con ayuda de otro grande (Star Wars y algo más), no hayan conseguido sacar algo de provecho de "Indy". Me parece muy bien, que hayan decidido respetar las anteriores entregas, pero me da la sensación de que se han preocupado tanto de conservar y más conservar, que parece que estoy viendo una última cruzada remasterizada y con rusos. No hay nada de originalidad, muy sorprendente, algunos golpes bastantes curiosos, propios del genio director, pero ¿qué más? No llena, no te hace sentirte propio de la aventura, me siento como el día que me planté ante Ron y Tom en El código Da Vinci, sentí una línea recta de intriga, intensidad, cautividad,... simplemente, una línea recta. Ves el título inicial y sabes como acaba (normal y comprensible) pero no hay ningún aliciente que te empuje a prestar atención al argumento y se ha perdido totalmente el interés de la aventura. Este último aspecto no se si es porque hace ya 20 años de la última y uno espera alguito más, no sé, pero cierto es que no es digna de recordar dentro de 20 años. Spielberg, con este film, para mi gusto, confirma una crisis en su carrera artística para impresionarme, me dió dudas en La Guerra de los Mundos, pero aquí, me remata.