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España España · Móstoles
Críticas de Samizdat
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
10
9 de diciembre de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película.

La escena inicial es también la escena final, y el enigma que el espectador debe descifrar durante su visionado. El filme relata, en escenas que van retrocediendo cada vez más en el tiempo, la historia del suicida Yong-ho, de quien sólo iremos conociendo su pasado –y las razones de su suicidio--, a medida que la película avance. De 1999, año en que se sitúa la escena inicial, vamos retrocediendo progresivamente a fechas anteriores (1994, 1987, 1984, 1980, 1979) para descubrir acontecimientos que marcaron la vida del protagonista. Este «viaje a la semilla» es al mismo tiempo un recorrido por veinte años de la historia reciente de Corea, y permite explorar el trauma que para este país supuso la dictadura militar, con momentos terribles como la masacre de Gwangju (1980), en que cientos de estudiantes que se manifestaban contra el régimen fueron brutalmente asesinados. En este recorrido vamos conociendo facetas muy diferentes, incluso contradictorias, de la personalidad de Yong-ho, y descubriendo cómo su vida, al igual que la de su país, fue envilecida por la dictadura.

La película no se circunscribe a su dimensión sociopolítica; de hecho, para mí su principal atractivo es su lirismo y lo que dice sobre los sentimientos, sobre el paso irrevocable del tiempo y la conciencia del fracaso, sobre la nostalgia del primer amor y el recuerdo del sabor de los caramelos de menta que dan título a la cinta. Unos caramelos de menta que algo tienen que ver con el trineo de Charles Foster Kane y con la magdalena de Proust, aunque su sabor sea posiblemente aún más amargo...

«Peppermint Candy» es un viaje imposible a la inocencia juvenil que se perdió para siempre, asfixiada por la dictadura militar que rigió los destinos de Corea del Sur hasta 1987, pero también por la grisura, el tedio, el fracaso. La poco usual forma elegida para el relato encaja perfectamente con lo que se cuenta: la narración invertida no es un recurso gratuito, sino un instrumento eficaz para explorar las causas de la podredumbre, el origen de ese tren que recorre la película y termina/empieza arrollando al desesperado protagonista en la escena inicial.
Samizdat
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7
7 de mayo de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece ser que en Italia, en el año 58 o por ahí, se promulgó una ley que obligó a cerrar todos los burdeles. La película nos cuenta la peripecia de cuatro prostitutas que, forzadas a dejar el prostíbulo que hasta entonces había sido su hogar, intentan montar un negocio propio. El tono de la película es tragicómico, pero con bastante más de tragedia que de comedia; su propósito, denunciar la situación de estas mujeres que eran (que son) tratadas como poco menos que ganado, como dice en algún momento del filme Adua, la protagonista interpretada por Simone Signoret.

Las cuatro actrices que hacen los papeles protagonistas están magníficas, empezando por Signoret, a la que según creo se dobló al italiano, y que deja en la memoria del espectador su papel de mujer zarandeada por la vida, y continuando con la deliciosamente femenina pero un tanto espasmódica Sandra Milo. Anda por ahí también Mastroianni, en el papel, pequeño pero resultón, de vivalavirgen mujeriego y ventajista, que por supuesto borda.

Destaca la honestidad, exenta casi por completo de falsos sentimentalismos, con que es tratado un tema tan espinoso como el de la prostitución, sin olvidarse de denunciar la hipocresía de la clase política. No es una película tan simplona y sentimentaloide como Las noches de Cabiria de Fellini, por ejemplo, aunque no alcance tampoco la hondura y el lirismo de Mamma Roma de Pasolini. Es más bien una película de tesis, con un buen guión y unas buenas interpretaciones, que, a la vez que resulta entretenida, mueve a la reflexión. Vale la pena verla.
Samizdat
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6
14 de julio de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La siempre polémica directora italiana Liliana Cavani («Portero de noche», 1974) opta en esta ocasión por poner en imágenes una novela autobiográfica del no menos controvertido Curzio Malaparte, «La piel» (1949), que forma con «Kaputt» (1944) un díptico sobre sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial. La acción transcurre entre octubre de 1943 y junio de 1944, aproximadamente: desde la llegada del ejército estadounidense a Nápoles, ciudad de la que los alemanes habían sido ya expulsados por la población civil, hasta la partida de este mismo ejército hacia el Norte, para liberar Roma. Cavani sintetizó en una entrevista el argumento de su película como el encuentro entre dos mundos muy diferentes:«De un lado los americanos, ricos, bien afeitados, con divisas y zapatos relucientes […] Del otro, una ciudad en la que hacía tres años que no se comía». La película, como la novela de Malaparte, subraya la ingenuidad y la brutalidad, a veces inconsciente, de los ocupantes norteamericanos, y la degradación moral en que la miseria sumió a Nápoles, que aparece en la película como una moderna Babilonia donde tiene su asiento toda depravación imaginable.* «La piel» saca a a la luz los aspectos negativos de la invasión aliada de Italia, rehuyendo las simplificaciones morales tan frecuentes en el cine sobre la contienda mundial y mostrando las debilidades de los «buenos» en lugar de reiterar una vez más las atrocidades cometidas por los alemanes.

El personaje principal es el propio Malaparte (Marcello Mastroianni), fascista arrepentido que funge ahora de capitán del nuevo ejército italiano y de factótum del general Cork (trasunto apenas encubierto del general Clark), bonachón e ingenuo comandante del ejército aliado interpretado certeramente por el incombustible Burt Lancaster. Claudia Cardinale aparece brevemente como la princesa Consuelo Caracciolo, aristocrática y sofisticada amante del protagonista, pero el peso del reparto lo llevan los estadounidenses Ken Marshall y Alexandra King, que a mi juicio no acaban de estar a la altura.

La voluntad de desmitificar la historia oficial, huyendo de versiones más reconfortantes sobre los mismos hechos, es a mi modo de ver el principal valor de la película, heredado del libro de Malaparte. Sin embargo, y aunque el filme posee una innegable carga de verdad, la autora potencia principalmente lo escabroso, convirtiendo su obra en una inagotable exhibición de truculencias destinadas a provocar el horror o el asco del espectador. Logrado el objetivo de mostrar cómo la guerra saca lo peor del ser humano, sólo la complacencia en lo morboso explica ciertas secuencias de muy dudoso gusto.**

Aunque dista mucho de ser redonda y abusa más de la cuenta del efectismo más vacuo, la película resulta interesante. Aporta una mirada diferente y transgresora que no cabe echar al olvido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Samizdat
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4
11 de diciembre de 2010
27 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a discutir que Minnelli sea un genio (ahí está para atestiguarlo "Cautivos del mal"), ni que sus musicales sean una maravilla ("Brigadoon", "Gigi"); ni siquiera voy a discutir que "Cita en San Luis" tenga una factura exquisita, una fotografía magnífica (inundación de color y tal) y hasta una música curiosa. Pero todo ello no evita, lo siento, que la película me resulte verdaderamente insufrible. Dos veces he empezado a verla y dos veces no he sido capaz de terminarla.

¿Las razones? En parte, la insustancialidad del argumento, pero películas con un argumento igual o más intrascendente he visto y disfrutado; en parte, el azúcar que satura todos y cada uno de sus fotogramas, pero películas más ñoñas que esta he visto y disfrutado; en parte, su ideología subyacente, esa especie de cántico a la felicidad doméstica de la clase adinerada del Medio Oeste, pero películas mucho más cursi-reaccionarias he visto y disfrutado también. Lo malo es que aquí han mezclado todos estos ingredientes, y además, anda por ahí la niña repipi Margaret O'Brien, una auténtica provocación para Herodes. Lo dicho: insufrible.
Samizdat
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7
16 de febrero de 2011
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título completo de la película se las trae: "Film d'amore e d'anarchia, ovvero: stamattina alle 10, in via dei Fiori, nella nota casa di tolleranza..." Pero la obra no sorprende solo por lo largo y lo estrafalario del título, sino también por su extraña mezcla de géneros, entre la comedia costumbrista y el thriller político (en la primera mitad predominan el tono jocoso y los personajes esperpénticos; la segunda parte, en cambio, es un drama romántico en el que se revelan las emociones más íntimas de los personajes). La directora, Lina Wertmüller, contó en "Film de amor y anarquía" con la pareja protagonista de su película anterior, "Mimí, metalúrgico herido en su honor", Mariangela Melato y Giancarlo Giannini, aquí en papeles menos netamente cómicos; Lina Polito completa el trío de actores principales, en una película que cuenta también con una importante galería de secundarios (fundamentalmente mujeres). Giannini obtuvo en Cannes el premio al mejor actor por su interpretación de Tunin, pero el resto de los intérpretes son igualmente destacables.

Ambientada en los años del "ventennio nero" fascista, el filme pone el foco en los intentos de acabar con la vida de Mussolini perpetrados por anarquistas. Se menciona uno de ellos en la película, el de Anteo Zamboni, quien, tras fracasar en su propósito, fue linchado por los partidarios del dictador. Y, aunque no se menciona directamente, parece bastante probable que la inspiración para la película provenga de la historia real de Michele Schirru, que en 1931 fue detenido por la policía antes de que pudiera poner en práctica su propósito y ejecutado poco después. El protagonista del filme de Wertmüller se llama Antonio Soffiantini, conocido como "Tunin", anarquista más por razones sentimentales que por convicciones políticas, aunque dolorosamente consciente de la injusticia de la sociedad en la que vive (prefiere "morir como un perro" antes que "vivir como un perro"), que llega a Roma con el firme designio de acabar con la vida del Duce. En la capital, recala en un elegante prostíbulo en el que conocerá a dos prostitutas, la también anarquista Salomé (Mariangela Melato) y la inocente Tripolina (Lina Polito). La narración se centra en las jornadas previas al proyectado intento de magnicidio, y en la relación de Tunin con las dos mujeres.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Samizdat
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