El manido tema del paso de la niñez a la adolescencia, el descubrimiento del mundo real de los adultos está tratado aquí con límpida amargura. Amargura,o no. Porque es lo real. ¿ Qué le vamos a hacer¡ Somo así.
El retrato de los personajes es notable. Singularmente los dos chicos. Son positivos y es el futuro. Ese positivismo es con lo que yo me quedo.
Valoro mucho también la presencia de la Naturaleza que salpica toda la peli y contribuye, en mi opinión a la dimensión positiva que yo le doy. Ese abrirse camino; hacerse fuerte para el siguiente paso.
Excelente escena final, antes del epílogo, sin necesidad de palabras y buen ritmo narrativo acorde con los cambios que va experimentando el personaje principal.
Muy recomendable.

Imagino que los autores han tenido que pagar tantos peajes que habrán llegado a la parte creativa y/o artística exhaustos. No llega a ser un thriller judicial porque no llega a crear tensión alguna pero tampoco contextualiza mínimamente. No es cine político (pese a que hacerla es ya una tesis) aunque su contenido (su realidad) sea brutal e incontestable. Siempre podrá quedar aquello de que los hechos hablan por sí mismos. Pero en este caso, en el cine, no siempre bastan: para eso está el cine de acción.
A los que no vivieron esa época poco les va a aportar o ayudar para entenderla. Y tampoco ayuda mucho a pasar página pese al voluntarioso añadido de arranque. Y como espectáculo, como entretenimiento, el interés es muy reducido. ¡¡¡Una pena¡¡¡
La galería de personajes, con algo más de agudeza (o libertad, o lo que sea) daría para todo tipo de aproximaciones: desde el abogado con anillo(¿) a los diversos tipos de policías, hasta los propios Lasa y Zabala. Pero no se aprovechan con unas interpretaciones planas o desiguales
Voy a echarle la culpa de lo que para mí (con pena) es un fracaso a la corrección política que pretende que no pensemos por nuestra cuenta.

Por encima de todo lo que ha provocado, los amantes de este tipo tan peculiar de comedias podemos sentirnos razonablemente satisfechos con The Interview porque, aunque la fórmula ya muestra signos de agotamiento, no cabe duda de que te hace pasar un buen rato y- esta vez especialmente- ha conseguido su objetivo central: provocar, sembrar dudas sobre todo y divertirse con una mirada crítica sobre los treintañeros yanquis políticamente incorrectos.
La primera parte es espléndida y te ríes de verdad. Incluso el desmadrado histrionismo de James Franco te parece admirable. Pero conforme avanza, cansa y el final defrauda y cae en lo que más debería evitar: recurrir a los tópicos más tradicionales. Y el intertexto del modo de vida americano y el poder de sus medios cuesta ser aceptado.
En cuanto a la polémica parece facilón chotearse de un personaje así, dueño de un país como ése. No sé si les dejarían hacerlo con otros porque habrían hallado un filón con los Castro, Gadaffi (qepd) etc

De verlos como punta de lanza atrozmente vocacional de la dictadura, a currantes que llevan muy mala vida. Encargados de una función de desratización social que cada vez admiro más por necesaria. Y eso que el papelón de Javier Gutiérrez casi consigue evitar todo atisbo de empatía. Pero hoy la policía es cada vez más la UDEF de la Gurtel o de los EREs que el policía/asesino de la Transición. Puede que los jueces se sigan pareciendo un poco a los de la peli, pero la primera línea hace de médico de cabecera, de notario como poco o de cirujano en fin, de una sociedad de la que pretendemos no reconocer- cobardemente- formar parte.
Alberto Rodríguez nos impide, con el sinfín de matices que aparecen por cualquier rincón de su relato, alejarnos de dónde venimos y de lo que somos. Invita a la reflexión y al optimismo porque catarsis como la que se siente es mejor que cualquier indiferencia culpable.
La tensión con la que se vive un universo de seres baqueteados por el entorno, obligados a no salirse de límites ni de roles muy precisos. Nadie se salva y a todos, (menos a las víctimas , naturalmente) les damos una segunda oportunidad al acabar la película. Hay esperanza.

Ya sé que ahora el cine no se consume en grupo. Que juntarse más de una pareja a ver la TV solo se hace para ver fútbol. Que ya solo se comparten opiniones e ideas tecleando al éter…
Pero ver Frank a mí me transportó al curso 1969-70 en el que tuve la suerte de residir en el San Juan Evangelista y asistir a su Club de Cine. Sí: el año siguiente al de su asalto durante el Estado de Excepción del 68. Vaya este homenaje ahora que ya se le da por finiquitado.
Porque, para mí, Frank es ideal para una sesión de cine-club. Por su calidad como propuesta y como película y por la variedad de temas que plantea, sobre los que te hace reflexionar.
Proyecto de lista de cuestiones que suscita:
Normalidad y anormalidad en los comportamientos mentales y sociales
Lo alternativo (en el arte, en la vida) y la marginalidad (social, cultural, autoimpuesta, sufrida)
Las reglas y los roles en los grupos de primates
Europa vs. USA en la cultura anglosajona
Arte vs. producto y el marketing de las redes sociales hoy
El derecho a la intimidad en la sociedad del espectáculo etc. etc.
Puede sonar a pedante pero que una peli te haga darle una vuelta a todo eso y te dén ganas de debatirlo con alguien cara a cara vale la pena.
Además sensacionales actores (singularmente Gleeson y Gyllehaal), una música maravillosa y provocadora (interpretada por Fassbender y la Gyllehaal) y quizá solo la pega de algún desmayo en el ritmo.
Recomendable para todos. Imprescindible para los que amen el cine como comunicación.