Esta película es una tesis en si misma. Es una tesis sobre la locura de dos hombres y de porque, a veces, la vida merece ser aderezada con un poco de dicha locura. Y otras veces con cantidades industriales de demencia.

Soy músico ( o lo intento ) y se de sobra que para disfrutar de la misma se exige disciplina y perseverancia. TAmbién soy consciente que Whiplash no refleja una imagen real sino exagerada de la educación de un músico (Llenar el pentagrama de semicorcheas es un absurdo, ... benditos silencios). Que existen miles de excelentes profesores de cualquier disciplina musical que no se parecen en nada al tirano de esta cinta. Pero sin embargo, la película ejerce una fascinación total por la espectacular actuación dual de Teller y Simmons, un reto constante, agotador. Y su parte final es una absoluta delicia para los melómanos. Es una película que bien entendida se disfruta, sin necesidad de buscar moralejas.

Los más viejos del lugar recordamos el programa La Clave de Balbín, aquel en el que tras el visionado de una película se trataban temás de calado en debates de gran altura (nada que ver con lo presente). Desde la religión, el comunismo, etc... Ésta sería una película que habría permitido al Sr.Balbín como excusa para reunir a un cónclave de cientificos, teólogos, filósofos, políticos, jurídicos y tratar el asunto de la Inteligencia Artificial (IA) a fondo, con toda su problemática que ya empieza más que a asomar (pensemos en los vehículos Tesla y su interactuación con los restantes vehículos en situaciones límite).

Por eso esta cinta va más allá de la ciencia ficción. Se adentra en la condición humana y en la no humana, la de la IA. No plantea hasta donde puede llegar la eficiencia y sofisticación de los humanoides, sino de hasta donde puede llegar nuestra ilusión frente a la racionalidad supuesta de la IA.

Desde el punto vista cinematográfico la película es más que solvente. Buena fotografía, magníficos efectos especiales, solventes actuaciones del trio protagonista (inclusive la robot), buen ritmo y, a mi juicio, un gran desenlace.

Sí es una película entretenida, pero no te deja asombrado. Sí presenta un guión cuidado, pero no te sorprende. Sí tiene una interpretación coral notable, pero no destaca ninguna actuación. Sí trata sobre pedofilia e iglesia, pero es más que nada una película de investigación periodística. Por tal razón, sí trata sobre un tema muy duro, pero nunca alcanza a emocionar lo suficiente. En definitiva... sí merece la pena verla, pero no es una película imprescindible - cinematograficamente hablando, claro está -.

Empezaré por confesar que la única película en la que me quede dormido en el cine fue 1492, de Ridley Scott. Iba yo con ese temor a ver Marte (realmente "El Marciano", título más apropiado) dado el largo metraje del film, el director y la hora. Resistí.

Digamos ya que el que venga con la idea de que estó sera un Interestellar II o similar, se vaya olvidando del asunto. La cuestión es más prosaica, basada en una historia a medio camino entre Robinson Crusoe, Apolo XII, Naúfrago y Armagedon. Película que es sostenida dignamente por el buen hacer de Matt Damon erigido en protagonista absoluto. Pero más allá de eso la película no pasa de entretener. No llega a hueso, vamos.

En lo que se refiere al guión, el mismo es bastante previsible, adornado por aquí y por allá por clases de Ciencias Naturales, química y física. La línea argumental está empapada por aquello que habremos visto en ciento y un miles de películas. El "no me rendiré" con el "tu puedes" al que le damos un barniz patriotero. Todo ello con algunas bromillas y chistes intercalados para hacer más digerible los 140 minutos. De emoción bastante poco y de suspense, casi nada. Y es una pena porque el tema daba de sí. Con todo, lo peor de la historia, es presentar unos personajes secundarios que también son un tópico en si mismos ( el resolutivo director de la misión, el compañero coñón, el lumbreras friky...).

De la fotografía lo dicho. Vete al desierto y pasale a todo un filtro rojo. Vualá, tenemos Marte. No hay una fotografía espectacular y también en este punto es una pena, pues la película se prestaba. Y en cuanto a la dirección solo pasa de correcta. No logra que la película alcance ningún tipo de climax y, aunque no se trataba de que fuese un melodrama, se observan notables diferencias con, por ejemplo, la labor de dirección de Naufrago, de temática similar - soledad, divina soledad - que acercaba al espectador al personaje principal. Aquí, vemos a Matt Damon como un cerebrito guasón, a pesar de las circunstancias.

En fin, ni fu ni fa. Hasta otra Ridley !

Hace ahora un mes que salí del cine después de ver esta película con esa sensación que solo pocas, muy pocas películas, te hacen sentir.

Poco voy a decir. Quizás lo de menos es el alto nivel conseguido por los creadores de PIXAR en cuanto a animación se refiere. Eso ya se da por descontado. El valor añadido de esta película reside en el increible guión que nos ofrece, alrededor de una idea central maravillosa y muy atractiva, como es la maduración personal de una niña. El paso de la infancia a la adolescencia. Los baches y las alegrias. Es decir, la vida. Y claro, al final queda una historia que trae a la cabeza "nuestras" propias historias.

Desde luego, una delicia.