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Críticas de ferbovi
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
7
27 de diciembre de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Historia de amigos que se besan” reza el título de esta producción española, primer largometraje de David Pinillos. Desde luego, si algo había en esta película eran besos, pero no busquen más allá. La posmodernidad es expuesta como única forma de vida posible. No han transcurrido ni diez minutos cuando recibimos el primer mensaje sesentayochista:“el amor solo es química”. Es Daniel quien firma esta sentencia. Las relaciones son solo sexo, y la atracción se acaba a los 3 años, viene a decirnos nuestro protagonista. Tanto Hanna como Hugo, están de acuerdo. Los encuentros entre Thomas y Hanna son únicamente eróticos (aunque esta se diga enamorada de su jefe), Daniel solo consigue obtener besos de Hanna, y Hugo va de flor en flor teniendo como diversión el placer.

Las relaciones líquidas son las únicas posibles, no existe nada verdadero en el amor digno de ser buscado. Claro que los problemas ante esta exaltación del sentir y ausencia de la voluntad y la razón no tardan en presentarse. Hanna queda embarazada de Thomas, y Daniel es incapaz tanto de amar a la que hasta ese momento era su novia como de obtener el amor completo y verdadero de la primera, aquel que afirmaba que no existía y cada vez con mayor urgencia necesita.

El choque con la cruda realidad los sume en la consternación. Y la salida a la que optan no es a través del otro, pues no se asume el error cometido hasta ahora, que es precisamente la falta de alteridad, sino la evasión. Daniel, Hanna y Hugo comienzan un viaje en el que se entregarán a las salidas nocturnas, donde el alcohol y las discotecas son la medicina perfecta para escapar al desastre.

Es aquí cuando se hace patente otro elemento posmoderno: la ausencia del padre. Tanto el de Daniel, pues se marchó a vivir con otra mujer, como el de la hija de Hanna, ya que Thomas no se hará cargo del pequeño para no ser descubierto; se trata de un irresponsable que no ha tenido en cuenta las repercusiones de sus actos en la vida de los demás, su único interés es conservar las cinco estrellas de su restaurante.

En esta oscuridad la única luz nos llega cercana al final. Hugo rechaza seguir trabajando en el restaurante. Se da cuenta de sus faltas y deja de lado su propio yo para darse a Hanna. Esta es tal vez la única salida del narcisismo imperante en toda la película. Sin embargo, su intención cae en saco roto. Hanna acepta su amistad, pero no comparte su amor. La inutilidad de comportamientos más nobles y verdaderos queda patente en la última escena, en la que Daniel aparece sentado sólo en la playa leyendo una carta de Hanna en la que le agradece todo su esfuerzo. Su mirada lo dice todo: de nada han servido mis esfuerzos por algo verdadero, sigo inmerso en la soledad. Una soledad que solo puede ser combatida con narcotizantes como el alcohol y el éxito, y donde la otreidad queda totalmente relegada. David Pinillos reconoce que esta forma de vivir la existencia no nos hace felices, pero es la única que él conoce.
ferbovi
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8
7 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca me interesó especialmente Marilyn Monroe, ni como actriz, pues creo que fuera de sus naturales dones físicos y encanto había más bien poco de artista, ni como icono de una época. Pero he disfrutado, y mucho, "My week with Marilyn", pues dejando a un lado mi opinión, es indudable el talento que tuvo para encandilar a todo el mundo: periodistas, actores, directores, su público y oyentes, amantes, y algún que otro presidente…

Resulta imprescindible para comprender esta película haber seguido un tanto la trayectoria vital y fílmica de la actriz, sobre todo aquella "The prince and the showgirl", largometraje que da el sustento al nuevo estreno biográfico por ser su rodaje el lugar de encuentro de ambos protagonistas, Monroe y el tercer asistente de dirección Colin Clark, en la vida real.

Las memorias que Colin publicara de su periplo amoroso con la actriz han conferido a la película una gran comprensión de los avatares personales que atravesó la actriz, pero también el trasfondo vital que hay detrás de cada genio: la dedicación plena a aquello para lo que hemos nacido, aun a costa de nuestra vida. Por otro lado, la maestría del filme, aquello que de suyo aporta al margen de las citadas memorias, radica en haber introducido el cine dentro del cine, y de haberlo hecho de una manera exquisita.

Con una plantilla de actores excepcionales, en su mayoría pertenecientes también al mundo del teatro, se recrea el rodaje y algunas de las escenas más deliciosas de "My week with Marilyn", imitando a la perfección la actuación del magistral cast del 57. Incluso Michelle Williams llega a convencer con una apurada representación de Monroe (a pesar de que le falta algo de su natural y coqueta riqueza gestual). Bien por Eddie Redmayne, que empieza a despegar en la gran pantalla tras la limitada Los pilares de la Tierra, y magistrales, como no podía ser de otro modo, Branagh y Judi Dench, quienes, literalmente, “clavan” la réplica. Por no decir de la selección de vestuario y de la música, refinados y muy bien adecuados a la intención estética de la película.

Por último, dos formas de hacer cine se plantean en el largometraje, dos modos de interpretar y actuar cuya diatriba forma ya parte de la historia del cine: el “método” o la rápida adaptación al guión. Numerosos son los elementos que expone "My week with Marilyn" y también muchas las manera de asomarse al escenario.
ferbovi
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9
6 de febrero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como el béisbol, toda profesión que tenga una dimensión eminentemente pública implica ilusión y vocación, pero también miedos, y muchas veces corremos el riesgo de que estos nos ganen el partido. Solo el esfuerzo constante, el trabajo por superarnos e, imprescindiblemente, creer en lo que hacemos, nos darán al final la seguridad necesaria para afrontar nuestro deseo. No la suerte, ni el azar, tampoco la casualidad, que si bien forman parte ineludible del destino, son accidentes esporádicos, circunstanciales, de la naturaleza que nosotros mismos nos forjamos.

"Moneyball" es un largometraje de béisbol sin partidos de béisbol. Una película cuya temática deportiva es solo una excusa para hacernos partícipes de su mensaje: que cada paso para llegar a la base que nos dará la carrera es un fin en sí mismo. Ser conscientes de ello es vital para superarnos; saber que el esfuerzo ha tenido un significado en cada momento, nos da la clave para evitar el mal entendido fracaso de mirar solo por el ideal. Cumplir con nuestra naturaleza es dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento, y si algo sale mal, una vez hemos comprendido el error, solo nos queda luchar por seguir mejorando. Quedar estancados en el terror de resbalar en la carrera, o de no acertar a golpear la bola, nos obliga a creernos incapaces incluso de poder jugar.

Billy Beane (en una formidable interpretación de Brad Pitt, como todas las de esta película) tardará más de dos horas (¿"Moneyball" dura más de dos horas?) en entender que la felicidad no se haya en la perfección. Siempre que hayamos hecho todo lo que estaba en nuestras manos, si conseguimos ganar el partido genial, y si no, "just enjoy the show!"
ferbovi
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9
22 de enero de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué secretos esconde la vida? ¿Qué esperanzas, qué sueños, alberga el corazón de cada uno de nosotros? ¿Es posible comprender las acciones que guiaron los deseos de una persona? ¿Qué magia guarda "Los descendientes" que es capaz de responder a la pregunta de la vida con una toma y una frase: cenizas, “supongo que eso es todo”.

La muerte nos espera en cada rincón, hasta en Hawai, en la Arcadia misma; desentrañar sus misterios, descubrir cada una de las aparentes imperfecciones de una vida que se va, es también realizar un viaje interior para tomar conciencia del propio destino errático al que nos vemos abocados sin solución. La muerte de una madre que se hace eco de su paradoja y vuelve a dar a luz a su familia. La resurrección de un padre ausente que vuelve a tomar la rienda de sus responsabilidades, que en la búsqueda de la verdad que guió a su mujer encuentra la suya propia y es capaz finalmente de comprender la insignificancia de nuestros actos, de nuestra propia existencia, y ofrecer perdón y amor.

"Los descendientes" encandila, nos hace suyos, pues no somos más que otro eslabón de la cadena, una vida humana más de las infinitas que nos precedieron y que nos seguirán. Nos hace partícipes de su mensaje, de que lo único por lo que merece la pena vivir es darnos al otro, con todo lo que representa: “mi amor, mi amiga, mi dolor, mi felicidad”. Matt King entiende al fin la imposibilidad de juzgar una vez comprende la inmensidad que se esconde tras nuestras decisiones y los designios que nos depara el futuro. Es el mensaje más universal; lleva vigente 2012 años.

Magníficas las interpretaciones. Se ha hablado mucho de Clooney por ser esta quizás la primera gran actuación de su dilatada carrera (la calidad de sus realismo emotivo es inmensa), pero toda la plantilla juega un papel excepcional. Fantásticos encuadres fotográficos de Hawai, con tomas directas y contextuales que nos sumergen en las aguas límpidas de las islas y nos adentran en su naturaleza, cumpliendo así con la función de obligarnos a salir, un instante más, de nosotros mismos. Un trabajo magistral de Alexander Payne.
ferbovi
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